Por Matias Sebely

Siempre he sostenido que nunca se puede juzgar un acto o un hecho obviando el contexto. La dinámica de nuestros tiempos nos interpela constantemente sobre la necesidad de pensar distinto, cambiar estrategias, readecuar o reordenar estructuras; en definitiva, ser disruptivos para poder lograr cosas nuevas, alcanzar objetivos y sobre todo mantenernos en el tiempo.

Columna escrita y publicada en 2021* Corría el año 2018 cuando a través de los medios de comunicación los misioneros tomábamos contacto con un término cuya esencia se transformó en la Ley VI-Nº212 y quienes hasta ese momento no teníamos incorporado al lenguaje básico y diario: las palabras “Educación Disruptiva”.

En los tiempos de balance solemos caer en la tentación de estructurar, o si se quiere, encasillar al mimo a un simple acto de evaluación de los pasos dados o los momentos vividos. Circunscribimos al análisis de las acciones a lo largo de un año en tratar de medir si de acuerdo a nuestros estándares hemos logrado los objetivos muchas veces ni siquiera instaurados por nosotros mismos.