Carolina Olmo, la tenista misionera que marcó una época, habló en exclusiva en el programa Fórmula Tuerca, transmitido por el streaming de Misiones Online, donde repasó su trayectoria deportiva, sus orígenes familiares, y las vueltas que dio su carrera entre Argentina, Brasil y el mundo del tenis y del pádel. Con una historia entrelazada de talento, esfuerzo y desafíos, Carolina reflejó el perfil de una atleta que supo adaptarse y reinventarse, siempre con el deporte como eje central de su vida.
“Mi abuelo, Rubito Olmo, no solo era un gran geólogo sino también un referente deportivo en la familia”, recordó Carolina con emoción. “Lo veía todo el día en el club con ‘el grupo de los viejos’, como les decíamos, infaltables en las canchas. En casa todos tenían su raqueta, no había un familiar sin una raqueta en el club Porá”. Fue precisamente en ese club donde Carolina dio sus primeros pasos en el mundo del deporte, con apenas cinco o seis años. “Recuerdo que era sagrado almorzar los domingos en el Porá y siempre estaba el Chucho Acasuso con su trofeo. Yo era celosa y dije: ‘quiero jugar al tenis, tener mis trofeos’. Justo esa Navidad Papá Noel me trajo una raqueta, y desde entonces no la solté más”.
Su primer entrenador fue Mario Maximovich, pero rápidamente comenzó a entrenar con Sambo, una figura clave en el tenis de Posadas. “Para los del interior siempre es difícil el deporte, y uno termina yéndose a Buenos Aires para seguir creciendo”. En esa ciudad, con apenas 11 o 12 años, Carolina entrenó con Carlos Alcaraz, un entrenador profesional que había trabajado con referentes internacionales como Arantxa Sánchez Vicario. “Para nosotros era una locura entrenar con alguien que había estado en España, que había trabajado con grandes.”
Carolina comenzó a participar en torneos nacionales muy joven. “Con siete años jugué mi primer nacional en Paraná. Era la más chica, en una categoría hasta 11 años, y me sentía una pulguita entre gigantes”. Con el tiempo, fue avanzando y la Federación Argentina la adelantaba a categorías mayores, enfrentándose a rivales hasta tres años mayor. “Con Gisela Dulko, que era mi gran amiga y rival, jugamos pre-infantiles y fuimos pasando rápidamente a categorías superiores. Gisela fue una de las mejores de nuestra camada y la que llegó a más alto nivel, pero tuve la suerte de compartir esa etapa con ella”.
En 2001, tras un período difícil, Carolina dejó temporalmente el tenis. “Se me quemó la cabeza, decidí dejarlo y me arrepentí toda la vida porque era la etapa en la que más tenía que entrenar”. Sin embargo, una experiencia en Brasil la volvió a motivar. “Fuimos de vacaciones y conocí a un entrenador que me hizo entusiasmar de nuevo. Me quedé en Jureré, jugué torneos brasileños y nacionales, fui campeona brasilera siendo argentina, algo único en la historia”. En ese periodo llegó a estar entre las 250 mejores del ranking Junior y cerca del puesto 700 en la WTA. “Si bien la parte económica fue un obstáculo, esa experiencia fue excelente”.
De regreso a Argentina, Carolina decidió abandonar el tenis competitivo para enfocarse en sus estudios. “Quería ser una persona normal, terminar la escuela, que había dejado, y estar con mi familia en Posadas”. A pesar de una beca universitaria en Estados Unidos para tenis, no la aprovechó. “Siempre dije que fue una locura no aprovechar esa oportunidad, pero cada uno tiene su camino”.
Años después, Carolina volvió al deporte a través del pádel, que comenzó como un hobby pero rápidamente se convirtió en una nueva pasión y desafío. “No sé hacer deporte por hobby, así que empecé a competir y a entrenar con la misma intensidad que cuando jugaba tenis”. Representó a Misiones y a la Argentina en torneos nacionales e internacionales, y en 2023 fue reconocida como la deportista más destacada de la provincia. “Fue una emoción que no sentí con el tenis. Poder ser mamá, trabajadora y deportista fue algo que me llenó de orgullo”.
Madre de tres niñas, Carolina valoró el apoyo de su familia para poder combinar sus actividades deportivas con la maternidad y el trabajo. “Sin el apoyo de mi marido y mis hijas no hubiese podido hacer todo lo que hice. La más chica tiene tres años y demanda mucho tiempo, pero también mucha alegría”.
Sobre el tenis en Misiones, Carolina reconoció que la falta de apoyo económico y la crisis del país afectaron la continuidad del deporte en la provincia. “El tenis se apagó un poco, pero aún quedan representantes como Vanina y otros que siguen ligados al deporte”.
Carolina Olmo cerró la charla con un mensaje de esperanza y compromiso: “Me encantaría que más gente se dedique a apoyar el deporte, no solo el tenis sino todas las disciplinas. El deporte es transformación y un camino para muchas generaciones”.
La historia de Carolina Olmo es un testimonio de perseverancia y amor por el deporte, un legado familiar y personal que sigue vivo en cada cancha que pisa y en cada nueva etapa que abraza, siempre con la raqueta en la mano y la pasión intacta.