Una joven de 23 años mantiene a pulmón un merendero al que asisten 35 chicos en Posadas. Comenzó con una oración y una merienda improvisada, y hoy busca ayuda para seguir adelante con una misión que ya es indispensable en su comunidad.
En un terreno baldío de un barrio posadeño, ubicado sobre la avenida Eva Perón, entre las av. Chacabuco y Martín Fierro, más de 30 chicos encuentran todos los días mucho más que una merienda. Reciben cariño, contención y un plato preparado con dedicación. El lugar es precario, pero el corazón de quien lo sostiene desborda compromiso. Se trata de Lucía Nuñez, de 23 años que lleva adelante el merendero “Peniel”, al que asisten niños y niñas del barrio.
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El proyecto comenzó en febrero del año pasado de una forma inesperada. “Estaba orando, diciéndole al Señor que me costaba ser constante. Le pedí que si había algo con lo que yo podía glorificarlo, me diera ese trabajo”, recordó la joven. Al día siguiente, al salir a tirar la basura del departamento en el que vivía, se cruzó con un grupo de chicos revolviendo residuos. “Me pidieron una moneda. Les dije que no, pero que si me esperaban, les cocinaba algo. Me siguieron hasta el departamento y les hice panqueques con licuado de banana. Me dijeron ‘nunca comimos algo tan rico’”, recordó. Ese gesto fue el punto de partida.
Comenzaron en la Chacra 147, pero cuando tuvo que dejar su departamento, la actividad continuó en las plazas. Los niños se fueron sumando, al punto que ya no podía sostenerlos sola. “Una señora me dijo que yo tenía un merendero. A partir de ahí empecé a recibir donaciones, sin publicar fotos ni nada. Todo fue de boca en boca”, explicó.
Hoy cocina para 35 chicos, aunque “a veces son menos, otras veces más, pero esa es nuestra base. Tratamos de que la comida no sea algo sencillo, sin desmerecer, pero nos gusta darles cosas ricas: pastafrola, budines, facturas, flan, yogur, etc”, detalló.
El merendero funciona en un terreno fiscal al que llegaron por casualidad. “Iba a mi clase de guitarra, pasé por ese lugar, vi al dueño y le conté lo que hacíamos. Me dijo: ‘Prefiero que los chicos estén acá antes que en la calle’. Así conseguimos el espacio”, relató.
Mantenimiento del espacio
El merendero se sostiene gracias a la solidaridad de personas que colaboran con donaciones de alimentos y también mediante la venta de chipas, una iniciativa impulsada por la joven para recaudar fondos sin recurrir directamente a pedidos de dinero. “Soy consciente de que a veces es difícil pedir plata en redes, por eso buscamos una forma digna de mantenernos”, explicó. Las ventas solidarias permiten cubrir los gastos semanales, aunque el esfuerzo diario sigue siendo grande y toda ayuda resulta valiosa.
Actualmente, la joven se encarga de todo casi sin ayuda, y por eso pide colaboración. “Necesitamos voluntarios que se acerquen a ayudar con los chicos, alimentos, y también donaciones. Para sostener el merendero, además, hacemos ventas de chipa. Sé que pedir dinero en redes es difícil, así que esa es nuestra manera de recaudar fondos”.
Quienes deseen colaborar pueden comunicarse al número 3764 88-3014 o seguir las actividades en el Instagram del merendero: @peniel.merendero. Allí también se pueden realizar reservas para las ventas solidarias y consultar cómo sumarse a la red de ayuda.
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— misionesonline.net (@misionesonline) March 18, 2024