Tras la despedida a Francisco, se acerca el cónclave que definirá al nuevo Papa: cuándo empieza y cómo se realizará

Concluido el multitudinario funeral de Francisco, el Vaticano comienza a prepararse para el cónclave que elegirá al próximo líder de la Iglesia Católica. El proceso arrancará tras los Novediales y deberá completarse antes del 20 de mayo.

El papa Francisco ya descansaba en paz en la tumba que eligió en vida, ubicada en la Basílica de Santa María la Mayor. Luego de emotivas ceremonias de despedida que movilizaron a miles de fieles y líderes de todo el mundo, en el Vaticano se abrió paso a una nueva etapa: la elección del sucesor de Jorge Bergoglio.

Según las normas vaticanas, el cónclave no puede iniciarse hasta que concluyan los llamados Novediales, el período de nueve días de misas por el alma del pontífice fallecido. En este caso, con el funeral realizado el 26 de abril, los actos litúrgicos finalizarán el 4 de mayo. A partir de entonces, el cónclave deberá comenzar entre el 5 y el 10 de mayo, respetando el plazo máximo de 20 días tras la muerte del Papa.

La tarea recaerá en 135 cardenales electores, todos menores de 80 años, procedentes de 71 países. La diversidad de orígenes refleja la expansión global de la Iglesia, pero también la complejidad de lograr consensos. No hay una mayoría definida ni un rumbo claro para la sucesión, en un escenario que, a diferencia del anterior, no cuenta con un Papa emérito como fue Benedicto XVI, sino solo con el legado y las enseñanzas de Francisco.

Mientras los nombres de los llamados “papables” circulaban en la prensa italiana e internacional, el verdadero debate se desarrollaba a puertas cerradas. Los cardenales, identificables por sus solideos y bonetes rojos, comenzaron a reunirse en congregaciones generales en el Vaticano. Estas sesiones preliminares sirvieron para intercambiar impresiones sobre los desafíos del futuro pontificado y para conocerse mejor antes del encierro definitivo en la Capilla Sixtina.

Las voces de los propios electores reflejaron una mezcla de responsabilidad y esperanza. El cardenal francés Jean-Marc Aveline expresó que “la tarea que nos atañe nos supera y, sin embargo, nos obliga”, durante una misa en Roma. En tanto, el luxemburgués Jean-Claude Hollerich, jesuita y cercano al pontífice argentino, reconoció que llegaba al cónclave “con aprensión, pero también con gran esperanza”, y pidió oraciones para el proceso que definiría el rumbo de la Iglesia.

Uno de los consensos emergentes entre los cardenales era la necesidad de elegir un «unificador». Hollerich describió el perfil ideal: “Un hombre sencillo, ni demasiado joven ni demasiado viejo, que pueda escuchar a las personas de izquierda y de derecha”. El jesuita no descartó que el próximo Papa pueda ser africano o asiático, remarcando que la geografía debía ser secundaria frente a las competencias y la capacidad de liderazgo

Desde el ala conservadora, el cardenal alemán Gerhard Müller advirtió sobre los riesgos de un eventual cisma si el elegido representara una línea progresista. “La cuestión no es entre conservadores y liberales, sino entre ortodoxia y herejía”, declaró al diario británico The Times.

En tanto, el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga, ya sin derecho a voto por su edad, confió en que primaría la unidad entre los electores. «Espero a alguien sencillo y humilde. Un pontífice que socave las luchas de poder dentro de la Iglesia y que siga siendo una referencia para la paz en el mundo», expresó en una entrevista con La Stampa.

Del total de cardenales electores, aproximadamente el 80% había sido creado por Francisco durante su pontificado, en un intento deliberado por representar más ampliamente a los países del Sur Global y regiones tradicionalmente menos representadas. Esta composición inédita introducía un elemento adicional de incertidumbre: las alianzas tradicionales entre bloques europeos o latinoamericanos ya no eran tan firmes como en otros tiempos.

El mundo aguardaba entonces la imagen inconfundible: el humo blanco elevándose desde la chimenea de la Capilla Sixtina, señalando que un nuevo Papa había sido elegido. Hasta entonces, en los mármoles antiguos del Vaticano, se respiraba una expectativa solemne y cargada de historia.


FUENTE: Infobae.

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