¿Qué pensás cuando escuchás la palabra “dinero”? ¿Te genera tranquilidad o
preocupación? ¿Te hace pensar en libertad o en escasez? Nuestra relación con el dinero
no depende solo de cuánto tenemos en la cuenta bancaria, sino de las creencias que
hemos construido a lo largo de la vida.
Desde chicos absorbemos mensajes sobre el dinero: “El dinero no crece en los
árboles”, “Para ganar bien hay que sacrificarse”, “Los ricos son los menos
solidarios”. Estas frases, aunque parezcan inofensivas, van moldeando nuestra manera
de pensar y actuar en lo financiero.
¿Cómo detectar creencias limitantes?
Las creencias limitantes son pensamientos que nos frenan sin que nos demos cuenta.
Para identificarlas, podemos observar nuestras reacciones cotidianas:
�� Caso 1: “No me alcanza”
Ana tiene un sueldo estable, pero cada mes siente que el dinero desaparece. Cree que
nunca tiene suficiente, sin importar cuánto gane. ¿Qué hay detrás? Quizás una creencia
de escasez que la lleva a gastar impulsivamente, sin permitirse disfrutar ni planificar.
Cuando cambió su enfoque y comenzó a registrar sus ingresos y gastos con conciencia,
su relación con el dinero cambió: dejó de verlo como un enemigo y empezó a
administrarlo mejor.
�� Caso 2: “Ganar dinero es difícil”
Mariano creció viendo a sus padres trabajar sin descanso y aún así llegar con lo justo a
fin de mes. Hoy, aunque le va bien, siente culpa cuando gana dinero con algo que le
apasiona. Su creencia le dice que solo el esfuerzo extremo merece recompensa. Al
replanteárselo, comprendió que el dinero también puede fluir con facilidad y disfrutó
más su trabajo sin sentirse mal por prosperar.
�� Caso 3: “Si tengo más, los demás tendrán menos”
Paula rechazó un ascenso porque temía que sus compañeros la vieran diferente. En su
mente, más dinero significaba desigualdad o pérdida de relaciones. Cuando trabajó en la
idea de que el éxito no quita nada a los demás, aceptó el puesto con alegría, entendiendo
que la abundancia se expande cuando es bien gestionada.
Reprogramando nuestra relación con el dinero
Si notamos que nuestras creencias nos limitan, podemos transformarlas:
Cuestioná tus pensamientos: Cada vez que digas “no puedo permitírmelo”,
preguntate: ¿Es realmente cierto o es una creencia aprendida?
Observá tu diálogo interno: En lugar de “el dinero se va rápido”, probá con “yo
administro mi dinero con inteligencia”.
Incorporá hábitos financieros sanos: Llevar un registro de gastos, fijar objetivos
claros y educarnos en finanzas nos da más control.
Agradecé lo que tenés: La gratitud por lo que ya hay, por poco que parezca, abre
espacio para recibir más.
Nuestra relación con el dinero es una construcción que podemos modificar. La clave
está en identificar qué pensamos sobre él y decidir si esas creencias nos sirven o nos
limitan.
Hoy, ¿cómo elegís relacionarte con el dinero?
Si te sentís identificada/o con alguna de éstas situaciones y crees que por el momento no
estás pudiendo verlo diferente, estoy para acompañarte. Pedí posibilidad, pedí coaching.
Escribime y te cuento sobre la disciplina y qué podés esperar de ella.
Ester Inglese
Coach Ontológico Profesional
Wsp 3751 660207 / ig ester.inglese