El puente Alba Posse – Porto Mauá: una obra para unir industrias, talentos y territorios

El puente Alba Posse – Porto Mauá, un paso estratégico para transformar el eje Oberá–Santa Rosa en una plataforma regional de industrias, conocimiento y cooperación transfronteriza.

Por Claudio Aguilar 

Durante más de cincuenta años, las comunidades de Alba Posse (Misiones) y Porto Mauá (Rio Grande do Sul) han reclamado la construcción de un puente internacional sobre el río Uruguay. Una obra que, a simple vista, parece menor dentro del mapa de infraestructura nacional. Pero para quienes habitamos este territorio, representa la pieza clave que falta para consolidar un verdadero eje de integración entre Oberá y Santa Rosa, dos polos que comparten historia, cultura y una visión común de futuro.

Hoy, el puente ya no es solo un reclamo. Es una oportunidad estratégica para desarrollar un nuevo eje binacional, basado en la cooperación productiva, la complementariedad industrial, el turismo vinculado al conocimiento y la formación de talento técnico y universitario.

Argentina tiene una historia marcada por la concentración del poder, los recursos y la infraestructura en el centro del país, el más claro ejemplo de esto es el sistema ferroviario construido por los ingleses de forma centralizada hacia el puerto de Bs As, al cual Scalabrini Ortiz en su libro Los Trenes Argentinos, lo denominaba una herramienta de antiprogreso, ya que su diseño era netamente extractivista y no fomentaba la industria en el interior. Sin embargo, desde Oberá y Santa Rosa surge una propuesta que rompe con esa lógica. Una geografía del desarrollo pensada desde el interior profundo, con base en el trabajo real, la industria regional, el conocimiento aplicado y el respeto por la identidad local.

Este eje ya existe: lo forman parques industriales en expansión, empresas que producen maquinaria agrícola, alimentos, tecnología; universidades que forman ingenieros, diseñadores y técnicos; y comunidades que, a ambos lados de la frontera, apuestan por una integración real, productiva y humana.

La región cuenta con una densidad empresarial creciente, tanto en Oberá como en Santa Rosa y Horizontina. En el lado argentino, empresas como Metalúrgica Lory, Gontek, Grupo Mate Rojo, Finlays, Las Treinta o Don Basilio forman parte de un ecosistema productivo con potencial exportador. En Brasil, compañías como San José Industrial, Camera, Stara, John Deere, Acco Alis, Chapemec, Cotriorosa y decenas de metalúrgicas y cooperativas medianas y grandes complementan esa red con innovación y escala.

A eso se suma el talento local: carreras como Ingeniería Electrónica, Mecatrónica, Industrial, Diseño Industrial y Arquitectura se dictan en Oberá y son clave para agregar valor y competitividad a este entramado.

Esta visión no es teórica. En una misión técnica que realicé en 2012 a la planta de AGCO ALIS en Santa Rosa, uno de sus gerentes nos compartió un dato revelador: contaban en ese momento con 122 proveedores brasileños y 143 extranjeros, de los cuales solo 6 eran argentinos. Ese número expone la oportunidad que tenemos por delante: desarrollar proveedores locales o atraer inversión Greenfield en Oberá para ocupar parte de ese espacio que hoy abastecen empresas de países no miembros  del mercosur.

Los intendentes de Oberá y Santa Rosa, junto con actores del sector privado, educativo y comunitario, impulsan hoy esta obra como parte de un modelo de desarrollo descentralizado, con identidad propia y vocación internacional.

Como ya lo anticipaba Juan Enrique Guglialmelli —general y uno de los últimos grandes pensadores en geopolítica que ha tenido la Argentina—, fortalecer las regiones fronterizas no solo es un imperativo de desarrollo, sino también un acto de soberanía nacional. En su visión, el despliegue productivo, educativo y estratégico en los márgenes del país era clave para equilibrar el poder territorial y proyectar una nación autónoma. Hoy, con un escenario regional completamente distinto al de su época, donde Misiones forma parte activa de un bloque económico como el MERCOSUR, esa mirada cobra nuevo sentido. La integración con Brasil ya no es solo una política exterior: puede ser una estrategia geopolítica concreta para el desarrollo provincial, basada en la cooperación industrial, el conocimiento aplicado y la presencia real del Estado en sus fronteras vivas. El puente Alba Posse – Porto Mauá es mucho más que infraestructura: es la posibilidad de convertir una frontera en motor de progreso compartido.

 

(*) Licenciado en Comercio Internacional (UADE), Master en Desarrollo Económico (Universidad Autónoma de Madrid), especialista en temas de integración regional.

 

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