Hace 25 años Martín Staffolani emigró desde Eldorado, Misiones, a Canadá. Es Director Global de Reclutamiento en Brookes Westshore y consigue estudiantes de todas partes del mundo que pagan 20 mil dólares cada uno por año. Ese país tiene más de 600 mil alumnos de todo el planeta, y Staffolani ve una enorme oportunidad para Argentina en este campo.
Desde el país del norte, Staffolani observó con claridad cómo funciona uno de los sistemas educativos más sofisticados y rentables del mundo. Él mismo lo conoce desde adentro. Es Director Global de Reclutamiento en Brookes Westshore, un grupo educativo con presencia en varios continentes. Su función: atraer estudiantes internacionales.
“Mi cargo actual es de Director de Reclutamiento Global, o sea que tengo a cargo un equipo de especializados en reclutamiento de estudiantes internacionales para estudiar aquí en Canadá. Y la institución para la cual estoy trabajando en este momento se llama Brookes Westshore, que es un grupo educativo global con escuelas secundarias distribuidas en diferentes partes del mundo, como por ejemplo en Cochín, India, en Suffolk, en Inglaterra, en Victoria, Canadá y próximamente, muy probablemente, en Medio Oriente, abriendo colegios allí también”, detalló Staffolani.
Con respecto al tamaño de ese universo de alumnos, detalló que alrededor “de un 30% de los estudiantes son internacionales, y el 70% son estudiantes locales. En números absolutos a nivel global, estamos hablando de más de 2000 estudiantes internacionales”.
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Staffolani llegó a Canadá después de haberse formado en Ciencias Políticas en la Universidad del Salvador, donde desarrolló habilidades esenciales en pensamiento estratégico y análisis internacional. Luego complementó esa base con un máster en Marketing en la Universidad Politécnica de Madrid, que le dio herramientas para diseñar campañas de posicionamiento institucional a nivel global.
Su recorrido profesional se vinculó desde el principio con la educación, el aprendizaje de idiomas y el marketing internacional: “Una vez que emigré de Argentina, directamente de Misiones a Vancouver, Canadá, mi rol ha sido más que nada en reclutamiento internacional, que es lo que normalmente se conoce como mercadotecnia, que solo es parte del reclutamiento, es alinear la comunicación de los colegios de acuerdo a los mercados a los cuales uno va a reclutar estudiantes internacionales. Y en el caso mío por los idiomas, me han tocado los mercados no solo latinos, sino europeos, y también me ha tocado trabajar con África, e indirectamente como director de reclutamiento global con Sudeste Asiático y Asia. Entonces hay que tener un conocimiento de todos los mercados y saber cómo llegan los estudiantes internacionales de acuerdo al programa con el que está promocionado”, explicó.
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Su primera gran oportunidad en el mundo de la educación internacional llegó como Managing Director de CET Vancouver, donde fundó y posicionó una escuela boutique de inglés desde cero. Luego, como Director de Marketing para América Latina del Burnaby School District, implementó estrategias innovadoras que lograron un crecimiento del 20% en inscripciones internacionales en solo un año.
La elección de Canadá por parte de miles de estudiantes no fue casual. Staffolani ubicó al país dentro de un grupo que aglutina a los mercados más importantes: “Los países más receptores de estudiantes internacionales han sido clásicamente Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Alemania. Cada uno, obviamente, han tenidoun número divergente, un mercado del otro, pero esos son los mercados más importantes. Ahora, la estrategia y la idea de los estudiantes internacionales de elegir estudiar en el extranjero es no solo mejorar la cuestión del idioma, sino también tener una experiencia cultural y hacer un networking a nivel internacional.”
En este punto, brindó detalles particulares: “Como para dar una idea, en el 2024, Estados Unidos recibió 950.000 estudiantes internacionales; Reino Unido estuvo en 620.000 estudiantes internacionales; Canadá 650.000; Australia 580.000; y Alemania 380.000 estudiantes internacionales”.
Costo e impacto económico
Al ser consultado sobre cuánto cuesta estudiar en Canadá, puntualizó que “hablando en conversión a dólares americanos, si un estudiante va a estudiar 10 meses a una escuela de idiomas, va a gastar aproximadamente 17.500 dólares durante esos 10 meses, o sea, un promedio de 1.750 dólares mensuales. Si un estudiante va a estudiar la escuela secundaria, lo que en Brasil se llama el intercambio, va a gastar aproximadamente en esos 10 meses 21.000 dólares americanos, o sea, 2.100 dólares americanos”. Ese valor incluye todos los costos, desde “la colegiatura, los estudios, los materiales, el seguro médico, el transporte, el alojamiento, y depende si en casa de familia o en dormitorio”.
En cuanto al impacto económico de ese flujo educativo, señaló: “Si hablamos en números absolutos, en el año 2022 el gasto total en dólares canadienses, que están un 35% más bajo que los americanos, son 37.300 millones de dólares, con una contribución del 1,2% del PBI total, y creando empleos directos e indirectos para 361.000 personas al año”.
Ese impacto no fue producto del azar. Staffolani explicó que el gobierno canadiense diseñó una estrategia precisa para distribuir a los estudiantes internacionales, no solo a nivel nacional, sino también por regiones. “El impacto en el PBI fue increíble, fue del 23% del total de exportaciones en servicios educativos y también se ha hecho una distribución de estudiantes de acuerdo a las provincias. Canadá lo que hizo fue distribuir permisos de estudio ligados a los estudiantes que necesita de acuerdo a cada provincia. Se ha hecho una distribución muy equitativa en cuanto al impacto provincial”.
Ese modelo canadiense responde a una necesidad de ese país: “Canadá siempre ha tenido dificultades en cuanto al reclutamiento de personas que vengan a vivir a este país. Entonces, lo que ha hecho el sistema de inmigración canadiense fue escoger gente calificada o trabajadores calificados para que pudiesen adaptarse a la economía del país. Entonces, en la parte estadística, lo que hacen es decir:se necesitan tantos nuevos inmigrantes en el área de tecnología o se necesitan tantos médicos o se necesitan tantas personas que van a estar involucradas en los servicios, por ejemplo, turísticos. Entonces, otorgan los permisos de estudios, no solo a las personas que quieren inmigrar como inmigrantes, sino que también ligaron la educación para aquellos estudiantes internacionales que quisieran no solo calificarse y estudiar en Canadá, sino vivir en Canadá. Ese permiso de estudio está ligado a migrar a Canadá. Entonces, mucha gente de muchos países han dicho, bueno, perfecto, no solo voy a estudiar, sino que voy a estudiar con la posibilidad de tener un permiso, lo que se dice un post-graduation work permit, que sería un permiso post-graduación para poder quedarse a vivir en el país y trabajar en el país. Y con eso se van sustentando y van pagando su propia carrera y la posibilidad de hacer una inmigración al país de manera exprés. Se le dice una visa de inmigración exprés, que les permite a los estudiantes, una vez que terminan y tienen comprobado un año de trabajo en Canadá, que puedan inmigrar de manera automática al país”.
Ante esto, sostuvo que esa nación “de una manera muy inteligente, ha planificado la cantidad de inmigrantes que necesita de acuerdo a las áreas estratégicas que el país necesita y les ha dado la visa a los estudiantes internacionales sin tener que subvencionarlos”.
A su vez, Staffolani detalló que “la educación es gerenciada por las provincias. También la salud, pero es pública en su gran mayoría, o sea que es un sistema público de educación. Y las universidades públicas aquí tienen categoría de lo que se llaman Ivy League Schools, que serían escuelas de alto rango, como un Harvard, como un UCLA, como un MIT en Estados Unidos. Realmente el 95 por ciento de las universidades en Canadá tienen ese estatus de universidades de alta categoría. Pero aquí los canadienses pagan la educación también. Obviamente parte está subvencionada por los impuestos, pero otra parte ellos tienen que pagar. O sea que el que estudia, por ejemplo, en la Universidad de British Columbia o en la Universidad de Toronto o en McGill, el estudiante local canadiense también paga una cuota para poder estudiar en la educación pública”.
Modelo para replicar en Argentina
Staffolani aseguró que ese modelo canadiense podría replicarse “totalmente” en Argentina. Sin embargo, advirtió que primero es necesario construir una base estadística sólida a nivel nacional:“Debo admitir que tuve un poquito de dificultades en cuanto a la recolección de datos. Ese es un punto fuerte que me gustaría mucho que se pudiese manejar de una manera objetiva, para que la política educativa para estudiantes internacionales estuviese alineado con una estrategia de país”.
El profesional completó la idea con un dato relevante para Argentina: “Los estudiantes canadienses, por ejemplo, para estudiar en UBC (Universidad de Columbia Británica), un crédito lo pagan 600 dólares, que les sirve para tres meses. Pero un estudiante internacional está pagando 1.800 dólares, o sea, está pagando tres veces más. ¿Por qué? Porque la idea de la educación en Canadá es que el estudiante internacional no cuenta con una subvención. ¿Por qué? Porque no ha pagado impuestos en el país, no ha aportado al país, no ha aportado a la infraestructura educativa al país. Entonces tiene que pagar. Entonces él está pagando por el uso de la infraestructura y de la educación canadiense y a su vez está pagando para que un estudiante canadiense, local o residente, pueda tener también parte de esa subvención”.
Así, “se lo ve al estudiante internacional como una persona que también va a aportar al país, no que va a estudiar gratis y luego se va a ir del país y no va a dejar ningún beneficio, no pagó ningún impuesto. Entonces toda la infraestructura del país y los impuestos de los locales se estuvo regalando a alguien que nunca ha hecho un aporte al país”.
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Sobre su propuesta para estudiar Argentina, Staffolani compartió su visión: “En 2014 la Argentina tuvo, según los datos que pude recabar, con las limitaciones del tema, 95.000 estudiantes internacionales. En el 2019, 110.000 estudiantes internacionales. En el 2025 se proyectan 127.000 estudiantes internacionales. Pero el aporte que han dejado estos estudiantes internacionales, el aporte por estudiante, ha sido de 6.000 dólares anuales, que sería el costo de vivir, obviamente, de una manera muy, muy sencilla. Porque viendo hoy cómo estaría la conversión del dólar y los pesos en la Argentina, creo que este número puede subir. Han dejado 6.000 dólares en la Argentina contra 20.000, por lo menos, que dejan en Canadá. Si tenemos 127.000 estudiantes que no están pagando por la educación, quiere decir que hay 127.000 estudiantes internacionales, sobre todo en su gran mayoría de Latinoamérica o hispanohablantes, o inclusive muchos brasileños, que han venido a la Argentina. ¿Por qué? Porque la educación es gratuita y porque la educación es de calidad. Y sobre todo en programas que, por ejemplo, en Brasil, y tengo inclusive hasta la estadística, a ellos les saldría de 3 a 4 veces más caro estudiar”.
De esta manera, profundizó: “En México también, les estaría saliendo muy, muy alto. En Colombia también, en su gran mayoría estudian en universidades privadas y públicas, pero igualmente tienen que pagar una cuota. Entonces, Argentina en sí es, intelectualmente hablando, un país que tiene muchísima reputación en el mundo hispanohablante. Hemos tenido tradicionalmente un muy buen posicionamiento. Hemos sido el país que ha tenido en Latinoamérica, ha superado la alfabetización en el siglo pasado. Y eso ya de por sí es un branding. La marca argentina a nivel educativo es muy, muy fuerte, pero creo que ya es momento también que se pudiese paso a paso poder llegar a trabajar sobre esos números y empezar a cobrar una cuota a los estudiantes internacionales. Que, dígase de paso, eso se puede volver a volcar en la educación del país y en el mejoramiento de la infraestructura educativa del país”.
Cómo sería el reclutamiento en Argentina
En este punto, explicó cómo llevaría adelante el reclutamiento de estudiantes: “Mi idea primordialmente y mi foco estaría primero en empezar a colaborar sobre todo con la educación pública, porque creo que ese dinero que se puede recaudar a través de estudiantes internacionales puede ayudar muchísimo a los presupuestos de las instituciones educativas. O sea que se puede volver a volcar en las instituciones educativas. Y no veo el motivo por el cual la Argentina tenga que seguir brindando educación gratuita a estudiantes internacionales. Creo que ellos pueden hacer una aportación al país y pueden colaborar justamente con el mejoramiento de los presupuestos de dichas instituciones”, afirmó Staffolani.
En cuanto a la relación con el sector privado, propuso partir del hecho de que “ya están cobrando cuotas a estudiantes internacionales, eso se puede manejar como una estrategia también para el sector privado bajo la marca, obviamente, argentina, se puede aunar esfuerzos”.
Asimismo, el profesor rememoró que “existió un ente que era EduCanada y en el caso de Inglaterra se conoce mucho el British Council, el famoso British Council, que justamente trabaja en mano a mano con el gobierno y, digamos, la parte diplomática, lo que serían los Trade Commissioners, que serían como los representantes comerciales dentro de cada embajada. También ahí se puede promocionar la marca, en ese caso British Council, en el caso argentina, la marca argentina como estudios en el extranjero. Entonces, ahí se puede organizar eventos, se puede promocionar no solo la educación pública, sino también la privada”.
Las carreras más atractivas
Sobre las carreras más atractivas para los estudiantes internacionales, indicó que el país es una “puerta de entrada” para estudiantes extranjeros: “Basado en los datos que he tenido, el 23% de los estudiantes internacionales optó por medicina, el 12,7% por odontología y el 8,2% por ingeniería. Argentina en este momento tiene lo que se dice carta blanca, o sea, tiene una puerta de entrada a aquellos graduados en medicina para poder trabajar, por ejemplo, en Estados Unidos como medicina general. Entonces, la parte de medicina y la parte de ingeniería tienen muchísimo potencial en el extranjero”.
Además, el eldoradense destacó ventajas menos visibles pero importantes que hacen al país atractivo para los estudiantes extranjeros: “Hasta ahora del porcentaje total de estudiantes internacionales, el 95,83% han venido principalmente de Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Chile, Colombia y Uruguay. Creo que ahí hay un país que no está mencionando y que me llamó muchísimo la atención, que podría hacer crecer los números de manera increíble, que sería México. Lo que pasa es que México está culturalmente muy ligado a Estados Unidos. Mira hacia arriba, mira hacia Canadá, mira hacia Estados Unidos, pero creo que ahí habría muchísimo potencial de crecimiento, sobre todo en estas tres ramas que son las más populares, las que más se escogen en el área de salud, odontología y medicina, y luego ingenierías en general. Por ejemplo, estábamos hablando, en el caso de Misiones que se especializan en ingeniería forestal, creo que tendría muchísimo potencial”.
Y proyectó el potencial argentino en un mercado más allá de América Latina, aunque “el único desafío que habría que incorporar dentro de las universidades es que la instrucción fuese también dada en inglés. O sea, habría que preparar no solamente a los profesores o traer a profesores internacionales que pudiesen dar la instrucción en inglés, o si no, digamos, lograr reincorporar como parte curricular la parte en inglés que sería fundamental. Estoy pensando, por ejemplo, Medio Oriente, que no tiene ningún problema en pagar mucho dinero por la educación, sobre todo hay una estrategia en este momento en Arabia Saudita, Abu Dhabi, Emiratos, Kuwait, Bahréin, etc. Todos esos países, por ejemplo, del polo petrolero, ellos tendrían muchísimo potencial para poder estudiar sin más ni menos ingeniería. Ingeniería, por ejemplo, en petróleo, en gas, en petróleo, eso impulsaría sobre todo a las partes de las universidades en el sur de la Argentina. De eso, cuando hablo de mercados y potencial y cómo uno puede planificar, digamos, este proyecto a nivel regional, no es solo que el 90% venga únicamente a los grandes centros urbanos y más reconocidos como Córdoba, Mendoza y Buenos Aires, sino que también se pudiese repartir en Misiones, en la Patagonia, etc”.
Asimismo, Staffolani realizó un balance sobre su trayectoria: “Si yo voy a tomar en cuenta el tiempo que he sido director de reclutamiento y todos los estudiantes que se han reclutado bajo mi dirección, fácil estaría hablando arriba de los 3.500 a 4.000 estudiantes mínimos. Estoy siendo muy austero. Nunca he hecho los números para mí mismo, digamos. En ese aspecto, como que soy muy tranquilo, como que no me gusta, como se dice en inglés, show off”.
A su vez, dejó una reflexión final sobre su experiencia global: “Lo importante de toda esta experiencia es saber que no es lo mismo lo que quiere un chico que viene de China continental a lo que quiere un chico de Hong Kong, a lo que quiere uno de, por ejemplo, Corea del Sur, un japonés, un chico de Nigeria, tiene necesidades diferentes, uno de Francia, Alemania, Italia, Turquía, tienen como otros focos y otras necesidades. Y esa inteligencia te la da la experiencia y te la da habiendo interactuado con mercados globales. Entonces hay que saber qué comunicar y qué promocionar de acuerdo al mercado”.
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