El sábado por la tarde, durante su presentación en el Hipódromo de San Isidro en la provincia de Buenos Aires, el trío Dum Chica proyectó en pantalla gigante una imagen del presidente Javier Milei representado como un demonio: con cuernos, sangre en la boca y la banda presidencial cruzándole el pecho.
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El hecho reavivó las discusiones sobre el uso político del arte en festivales multitudinarios y puso en el centro de la escena la responsabilidad editorial del evento. Ante la magnitud del revuelo, Dum Chica se expresó en redes sociales.
A través de una historia publicada en Instagram, el grupo asumió la autoría total de la puesta visual y desligó a la organización del festival y a los auspiciantes de cualquier vínculo con el contenido proyectado.
“Nosotras como artistas somos responsables del contenido expresado durante nuestra presentación de hoy en el festival Lollapalooza. Ni la productora, ni el festival, ni los sponsors del evento tenían conocimiento alguno del contenido de nuestra presentación y somos las únicas responsables del mensaje presentado”, escribieron en letras rojas sobre fondo negro. La declaración fue replicada y comentada ampliamente, incluso por otras figuras del ambiente musical.
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Desde el entorno del festival, hasta el momento, no hubo una comunicación oficial. Tampoco los sponsors del evento se pronunciaron. Mientras tanto, en redes sociales, el debate gira en torno a dos ejes: por un lado, el derecho de los artistas a expresarse libremente; por otro, los límites que deberían establecer los organizadores de un evento que, más allá del espectáculo, tiene implicancias políticas, sociales y comerciales.
La imagen de Javier Milei caracterizado como un demonio no fue acompañada por discursos ni declaraciones en vivo por parte de la banda. Sin embargo, el gesto fue leído como una crítica directa al mandatario, en el marco de una creciente tensión entre distintos sectores culturales y el Gobierno nacional.
Dum Chica no es ajena al uso de recursos visuales provocadores en sus shows, pero esta vez el efecto fue mucho más resonante. El registro del momento circuló rápidamente por redes, con capturas de pantalla del instante en que aparece el montaje gráfico del presidente. Algunos usuarios defendieron la acción bajo el paraguas de la libertad de expresión. Otros cuestionaron el tono del mensaje y exigieron mayor regulación de los contenidos proyectados en este tipo de eventos.