Decir adiós a lo que nos resta: un acto de amor propio

Nos pasamos la vida aprendiendo, acumulando experiencias, formando creencias y desarrollando patrones que nos han servido en distintos momentos. Pero, así como crecemos, también llega un punto en el que algunas de esas partes dejan de ser aliadas y se convierten en cargas. ¿Cuánto nos cuesta decir adiós a lo que nos frustra, nos enoja o nos resta? A veces, incluso sabiendo que ya no nos hace bien, nos resistimos al cambio.

Decir adiós no siempre implica alejarse de personas o situaciones externas. A menudo, el adiós más desafiante es el que debemos dar a partes de nosotros mismos: a esa versión que reacciona con ira, que se sabotea, que se queda estancada en el miedo o que sigue sosteniendo algo por costumbre, aunque ya no tenga sentido.

Reconocer lo que ya no queremos

Antes de despedirnos de algo, primero debemos reconocerlo. ¿Qué actitudes, pensamientos o emociones están drenando tu energía? Quizás es la autocrítica constante que no te permite avanzar, la necesidad de controlar todo a tu alrededor o la resistencia a pedir ayuda por miedo a parecer vulnerable.

Tomarnos un momento para observarnos con honestidad y sin juicios nos ayuda a identificar esos patrones que, en lugar de impulsarnos, nos estancan. No se trata de negar lo que hemos sido, sino de darnos la oportunidad de elegir quiénes queremos ser.

El duelo de dejar ir

Decir adiós a una parte de nosotros puede generar una sensación de pérdida. Nos acostumbramos a nuestras propias narrativas y, aunque nos hagan daño, nos resultan familiares. Por eso, el proceso de soltar implica transitar un pequeño duelo: despedirse de una manera de ser que, por mucho tiempo, nos acompañó.

En este proceso, la paciencia y la compasión con uno mismo son clave. No se trata de eliminar un hábito de un día para otro, sino de hacer consciente cada elección que nos acerque a la versión de nosotros que queremos construir.

Elegir quiénes queremos ser

Cada adiós es también un hola a algo nuevo. Cuando soltamos lo que nos pesa, abrimos espacio para lo que nos nutre. Tal vez es hora de dejar atrás el miedo al cambio y dar la bienvenida a la confianza en nuestras propias decisiones. O de soltar el resentimiento para darle lugar a la paz.

Podemos empezar con pequeñas acciones: cambiar un pensamiento limitante por uno más amoroso, decirnos palabras amables frente al espejo, elegir reaccionar distinto ante situaciones que antes nos alteraban. Cada gesto es un paso en la dirección de la persona que queremos ser.

Un acto de amor propio

Soltar lo que nos resta no es un acto de rechazo hacia lo que fuimos, sino un acto de amor propio. Es mirarnos con gratitud y decir: «Hasta aquí me sirvió, pero ahora elijo algo mejor para mí». Es tener el coraje de despedirse de lo que no nos representa más y darnos permiso para evolucionar.

Así que, si hay una parte tuya que ya no querés sostener, anímate a decirle adiós. No porque esté mal, sino porque hay algo mejor esperándote al otro lado del cambio.

Y vos, ¿qué estás listo para dejar atrás?

Si crees que precisás un acompañamiento para decir adiós, pedí posibilidad, pedí coaching.

Ester Inglese

Coach Ontológico Profesional

wsp 3751 660207 / ig ester.inglese

 

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas