Matías Vázquez, quien superó el cáncer, atribuye su enfermedad al impacto de los agroquímicos en su barrio de Aristóbulo del Valle. Su historia de lucha y recuperación resalta la importancia del apoyo familiar y la necesidad de un cambio cultural hacia prácticas agrícolas más seguras.
En una entrevista cargada de emociones y revelaciones con Misiones Online, Matías Vázquez compartió su historia de lucha contra la leucemia linfoblástica aguda, diagnosticada en 2021. Su recorrido por diversos tratamientos, incluyendo quimioterapia y un trasplante de médula ósea, reflejó no solo su fortaleza personal, sino también sus sospechas sobre el impacto de los agroquímicos, principalmente el glifosato, en su enfermedad y en su comunidad.
Matías, docente de profesión, recibió su diagnóstico en 2021 y se sometió a un tratamiento intensivo de quimioterapia en Posadas. «El tratamiento fue bastante particular y extenso», explicó Matías. Durante los primeros ocho meses, enfrentó ciclos de quimioterapia invasiva que le impedían salir al exterior debido a los efectos secundarios que comprometían su sistema inmune. A pesar de estos desafíos, logró eliminar el cáncer en los primeros tratamientos, aunque tuvo que enfrentar una recaída en el sistema nervioso central.
El trasplante de médula ósea y una nueva etapa
Con la recaída, Matías se trasladó a Buenos Aires para un trasplante de médula ósea, un procedimiento que implicó radioterapia de cuerpo completo. «Tuve la suerte de que mi hermano fuera compatible», destacó. Este proceso, que se extendió por más de un año, marcó una nueva etapa en su tratamiento, demandando un tipo diferente de cuidados y ajustes en su vida cotidiana. A pesar de las dificultades, Matías afirmó que actualmente se encuentra «relativamente bien».
El apoyo de su familia y de su pareja, Luz, fue fundamental en su recuperación. «Mi familia, y principalmente mi pareja Luz, estuvieron ahí de fierro 24 horas apoyándome», afirmó Matías, quien destacó la importancia de contar con un círculo cercano que le brindara fortaleza emocional en los momentos más difíciles. Además, mencionó cómo el cáncer sigue siendo un tabú, con la percepción errónea de que «tenés cáncer y te moriste», algo que él mismo tuvo que confrontar al comunicar su diagnóstico a sus seres queridos.
Agroquímicos como el glifosato, posibles causantes
Matías compartió sus sospechas sobre la influencia de los agroquímicos en su enfermedad, particularmente el glifosato. «Yo creo que el mayor porcentaje de cáncer que se desarrolla en la población es por los agrotóxicos», afirmó. Habiendo crecido en un barrio cercano a plantaciones de tabaco y té en Aristóbulo del Valle, Matías relató cómo él y su vecina, ambos expuestos a estas sustancias, desarrollaron tipos agresivos de leucemia.
Apoyándose en estudios del Conicet y otras investigaciones científicas, Matías expresó su preocupación por los efectos nocivos del glifosato y otros agroquímicos sobre la salud humana. «Son productos que alteran nuestra genética y son cancerígenos», enfatizó, aludiendo a experimentos en los que ratones desarrollaron leucemia tras ser expuestos a niveles considerados seguros de glifosato.
La cultura de los agroquímicos y la necesidad de cambio
Matías subrayó la arraigada cultura del uso de agroquímicos en Misiones, donde prácticas como la fumigación con glifosato son comunes incluso en zonas urbanas. «Culturalmente está impuesto como algo que no es nocivo para la salud», comentó, llamando a una transformación cultural que priorice la salud pública y la agroecología. A pesar de las leyes que fomentan prácticas más sostenibles, Matías señaló que aún queda un largo camino por recorrer para reducir la dependencia de estos productos.
Aunque Matías eliminó el cáncer con los primeros tratamientos, su tipo de leucemia tiene la particularidad de «hibernar» y puede reaparecer si no se siente amenazado. Por ello, Matías continúa en constante tratamiento preventivo para evitar recaídas. A pesar de los desafíos físicos y psicológicos, ha comenzado a retomar su vida normal, incluyendo su trabajo como docente y actividades cotidianas que antes le estaban vedadas. « El mate fue lo que me rompió el alma que me habían pedido no consumir», lamentó Matías, pero actualmente «me volvieron a habilitar comer crudos… volver a andar sin un barbijo a compartir un mate».
En sus redes sociales compartió este mensaje en el día mundial contra el cáncer:
«4 de febrero (Día Mundial contra el cáncer)
Una fotito de hace cuatro años en este día…
Hoy a más de cuatro años de mi diagnóstico de leucemia linfoblastica aguda, que tuvo episodios de reincidencia, trasplante de medula y todo el yeito… Vivo rodeado de yerbales que son frecuentemente rociados con glifosatos. El agua que bebo posiblemente también contenga sustancias que producen cáncer, cómo así tambien los alimentos y depende del día, también el aire que respiro e incluso la lluvia.
Tengo latente en mi cabeza la imagen de una familia rociando glifosato en un pastizal cercano a la casita que alquilo (30 metros) y un niño de aproximadamente 2 años jugando y corriendo en el mismo lugar (y momento) que aplicaban el VENENO.
Lo que mas me aterró de la imagen del niño jugando en el pastizal húmedo de glifosato, no fue pensar que ese niño en un futuro posiblemente tenga problemas respiratorios, hijos con malformaciones, cáncer o algo por el estilo, sino el ver mi reacción ante ello: NO HICE NADA, no intercedí, no denuncié, NADA. Lamenté con dolor en el alma el hecho de que es algo que pasa en todas partes, que los gobiernos son cómplices de que esto siga ocurriendo y que es un mal estructural de este mismo sistema putrefacto que no piensa más que en la guita.
En los momentos más críticos de mi tratamiento (cuando me estuve por morir en reiteradas ocasiones) lloraba por la impotencia de irme sin poder cambiar al menos algo de lo inhumano de la sociedad, por dejar a mi familia, amigos, conocidos en un mundo tan cruel, dónde la vida no significa nada, solo importa el poder, lo material, plata, plata, y plata.
Hoy me siento vencido y no por el cáncer, sino por esta sociedad cegada por la ambición, el egoismo y la avaricia. Espero que como sociedad podamos tener revancha y que la victoria tienda hacia lo justo, que tienda hacia lo lógico, hacia la vida.»
La resiliencia como motor de vida
A lo largo de la entrevista, Matías destacó la importancia de la resiliencia y el apoyo comunitario en su recuperación. «La fortaleza emocional es clave para enfrentar una enfermedad así», reflexionó. Su historia es un testimonio de cómo la combinación de avances médicos y el soporte de los seres queridos puede ayudar a superar incluso los desafíos más abrumadores.
Un llamado a la acción
Finalmente, Matías hizo un llamado a la sociedad para que se concientice sobre los riesgos de los agroquímicos y se impulse una transición hacia prácticas agrícolas más seguras y sostenibles. «Es una transformación cultural que creo que debemos dar», concluyó, esperanzado en que su historia pueda inspirar tanto a quienes enfrentan una situación similar como a aquellos que tienen el poder de generar un cambio positivo en la comunidad.
👉 Mantenete informado siempre, estés donde estés.
Seguinos en nuestro canal de Whatsapp 📲 https://t.co/whakJNoXxh pic.twitter.com/MCb1BvpOLZ
— misionesonline.net (@misionesonline) March 18, 2024