El Papa Francisco pasó una noche tranquila en el hospital Gemelli de Roma, donde permanece internado desde hace cinco días a causa de una infección pulmonar. Según informó el Vaticano, el pontífice se despertó y desayunó, aunque su estado de salud sigue siendo complejo debido a una infección polimicrobiana que complica el tratamiento.
Francisco ingresó la semana pasada con un cuadro de bronquitis, pero una tomografía reveló que había desarrollado neumonía bilateral, lo que requirió terapia antibiótica con corticoides. Su cuadro clínico se ve agravado por bronquiectasias y bronquitis asmática, afecciones que afectan su sistema respiratorio.
El pontífice ya había enfrentado problemas pulmonares en su juventud. A los 21 años, se le extirpó parte del pulmón derecho tras desarrollar pleuresía, una infección grave que puso en riesgo su vida. Ahora, la neumonía diagnosticada en los últimos días es resultado de una infección respiratoria polimicrobiana, lo que podría prolongar su tratamiento por tiempo indeterminado.
Debido a su estado, el Vaticano suspendió su audiencia del sábado y su asistencia a la misa del domingo, aunque aún no se ha confirmado si podrá dirigir la tradicional oración del Ángelus. La nueva crisis de salud encendió las alarmas en la curia romana, ya que se suma a una serie de problemas médicos que han afectado al Papa en los últimos años. Desde 2021, Francisco ha sido sometido a cirugías de colon y de hernia, y sus problemas en la rodilla lo han llevado a recurrir al uso de silla de ruedas en múltiples ocasiones.
A pesar de su delicado estado, el pontífice ha mantenido momentos de oración y lectura. Según el Vaticano, recibió la eucaristía y ha alternado el descanso con la lectura de textos religiosos. También expresó su gratitud por los mensajes de apoyo recibidos desde distintas partes del mundo y pidió que continúen rezando por él.
Su hospitalización, la cuarta en menos de cuatro años, reavivó el debate sobre su estado de salud y su capacidad para afrontar los compromisos previstos para este año, en particular el Año Jubilar de 2025, un evento clave para la Iglesia católica que contempla una amplia agenda de actividades encabezadas por el Papa.
Francisco ha mencionado en varias ocasiones la posibilidad de renunciar si su salud le impide continuar con sus funciones. Sin embargo, en un libro publicado el año pasado, aclaró que considera esta opción solo en caso de un impedimento físico grave. En la Santa Sede, esta declaración ha tomado relevancia, ya que su predecesor, Benedicto XVI, renunció en 2013 por problemas de salud, un precedente que podría influir en una eventual decisión del Papa si su estado empeora.
Por el momento, el Vaticano no ha informado cuánto tiempo permanecerá internado ni cuándo podría retomar sus actividades. Mientras tanto, sigue recibiendo tratamiento bajo estricta supervisión médica en el hospital Gemelli, centro de referencia para la atención de los pontífices desde el papado de Juan Pablo II.
FUENTE: Infobae.