Hoy se conmemora el Día Nacional del Bailarín de Tango, en honor a José Ovidio Bianquet "Cachafaz", un bailarín y artista que revolucionó el tango y cuya vida estuvo llena de contrastes.
Cada 7 de febrero, Argentina celebra el día nacional del bailarín de tango, una fecha que recuerda a José Ovidio Bianquet, más conocido como «El Cachafaz», un personaje mítico que dejó una huella imborrable en la historia del tango. Su vida, tan apasionante como un tango, estuvo marcada por el talento, la valentía y un final trágico.
Nacido en el barrio de Boedo, el 14 de febrero de 1885, Bianquet fue un verdadero «guapo» que revolucionó los salones de baile con su estilo único e inimitable. Su apodo, «Cachafaz» (descarado en lunfardo), reflejaba su personalidad atrevida y su pasión por el tango.
Desde muy joven, El Cachafaz demostró su talento innato para el baile. A los 11 años, ya era un fenómeno en las veredas de su barrio, donde los mayores se reunían para admirar sus cortes y quiebres. Su fama creció rápidamente y lo llevó a recorrer los escenarios de París y Nueva York, donde compartió su arte con el mundo.
Más que un bailarín, un símbolo del tango
El Cachafaz no solo era un bailarín excepcional, sino también un símbolo de la cultura tanguera. Su vida estuvo llena de anécdotas y leyendas, desde sus peleas a puño limpio en los salones de baile hasta su amistad con Carlos Gardel y Francisco Canaro.
Su muerte, ocurrida el 7 de febrero de 1942 en Mar del Plata, conmocionó al mundo del tango. Un ataque al corazón lo sorprendió poco después de finalizar una actuación en el restaurante El Rancho Grande. La noticia de su fallecimiento fue un golpe duro para sus seguidores, quienes lo recordaron como un gran artista y un hombre carismático.
Un legado que perdura en el tiempo
El legado del Cachafaz sigue vivo en cada bailarín de tango que pisa un escenario. Su estilo, su pasión y su amor por el tango continúan inspirando a nuevas generaciones de artistas.
El Cachafaz fue mucho más que un bailarín de tango. Fue un artista que supo transmitir la esencia misma del tango: la pasión, el drama, la sensualidad y la melancolía. Su figura, con su estilo único y su personalidad arrolladora, se convirtió en un símbolo de la cultura argentina y su legado perdura hasta nuestros días.