Vivimos en una sociedad donde el estrés se ha normalizado. Frases como «es parte de la vida» o «todos estamos ocupados» resuenan en conversaciones cotidianas. Sin embargo, ¿cuándo fue la última vez que escuchaste lo que tu cuerpo y mente intentaban decirte a través de ese estrés?
El estrés, aunque muchas veces lo percibimos como un enemigo, tiene un propósito fundamental. Es una respuesta natural del cuerpo que nos alerta frente a situaciones desafiantes. Sin embargo, cuando esta se prolonga, comienza a ser una carga que afecta nuestra salud, nuestras relaciones y nuestro bienestar emocional. Pero ¿qué pasaría si en lugar de ignorarlo o combatirlo, decidiéramos escucharlo?
El lenguaje del cuerpo: ¿qué nos dice el estrés?
El cuerpo humano es una red compleja de señales y respuestas. Cuando sentimos tensión en el cuello, dolores de cabeza constantes o insomnio, nuestro cuerpo nos está enviando mensajes. Tal vez hemos ignorado esos pequeños recordatorios de que algo no está funcionando como debería. Pero, como bien señalan expertos en psicología, «el cuerpo siempre habla, incluso cuando no queremos escuchar».
Aprender a identificar estas señales es el primer paso. Podrías preguntarte: ¿por qué siento esta tensión? ¿Qué situaciones me provocan ansiedad? Porque muchas veces el estrés no es más que la alarma de un desequilibrio entre lo que hacemos y lo que realmente necesitamos.
La mente también pide ayuda
Al igual que el cuerpo, nuestra mente también se expresa. Pensamientos acelerados, dificultad para concentrarnos o una sensación constante de agobio son algunos de los signos más comunes. Pero en lugar de taparlos con «productividad» o distracciones, ¿podemos enfrentarlos?
Victor Frankl, reconocido psicólogo, decía que «cuando no somos capaces de cambiar una situación, nos enfrentamos al desafío de cambiarnos a nosotros mismos». En este sentido, el estrés puede convertirse en una herramienta de autoconocimiento si nos permitimos observar qué pensamientos lo desencadenan y cómo podemos manejarlos de manera más saludable.
Estrés como maestro: cómo escucharlo y transformarlo
Transformar el estrés en un maestro requiere intención y práctica. Aquí te dejo algunas estrategias que pueden ayudarte:
- Conexión con la respiración: La respiración es una de las herramientas más poderosas para calmar el sistema nervioso. Dedica unos minutos al día para respirar profundamente, enfocándote en el aire que entra y sale. Este simple acto puede ayudarte a reducir la sensación de alarma.
- Escucha activa del cuerpo: Practica la «exploración corporal». Cierra los ojos y recorre mentalmente cada parte de tu cuerpo, identificando tensiones o incomodidades. Pregúntate qué podrías cambiar en tu rutina para liberar esa carga.
- Cuestiona tus pensamientos: Muchas veces, el estrés es causado por pensamientos catastróficos o exigencias irreales. Cuestiona esas ideas: ¿Es esto realmente tan grave como parece? ¿Qué podría hacer diferente?
- Encuentra tu ritmo: No todos vivimos al mismo compás. Identifica qué actividades te nutren y dedica tiempo a ellas. Quizás sea caminar, leer, bailar o simplemente estar en silencio. Dale prioridad a lo que te hace bien.
- Habla sobre lo que sientes: Compartir tus preocupaciones con alguien de confianza puede ayudarte a liberar tensiones y, además, obtener una perspectiva diferente.
De la lucha al aprendizaje
Dejar de luchar contra el estrés y comenzar a escucharlo es un acto de valentía. Nos invita a pausar, reflexionar y, en muchos casos, redefinir nuestras prioridades. Tal vez ese proyecto que tanto te agobia no es tan urgente, o quizá necesitas replantearte cómo distribuyes tu tiempo.
Recorda, el estrés no es el enemigo. Es un maestro que, si le prestas atención, puede ayudarte a reconectar con vos misma/o y encontrar un camino más pleno y equilibrado.
¿Estás listo para escucharlo?
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Ester Inglese
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