“El Paraná acarrea cadáveres” fue la estocada del diputado nacional Juan B. Justo contra el ministro del Interior Miguel S. Ortiz, en el Congreso. Reclamaba por la “la vida y la libertad” del mensú. Corría el año 1914 y la Subprefectura de Posadas, había rescatado del Paraná 16 cadáveres en pocas semanas.
Los cuerpos flotaban a la deriva, irreconocibles y en algunos casos con evidencias de una muerte violenta y de tortura previa.
El informe oficial del subprefecto Lorenzo Sacón fue elevado al gobernador Gregorio López y repercutió a nivel nacional.
Miguel Serapio Ortiz, exgobernador salteño, tránsfuga de la UCR abstencionista, se había pasado a las filas del presidente Victorino de la Plaza. Este lo nombró ministro del Interior y el 25 de abril de 1914 asistió a su primera interpelación por los obreros del Alto Paraná, en la Cámara de Diputados de la Nación. Ortiz suplantó al presidente Roque Sáenz Peña (entonces enfermo, y fallecido en agosto de ese año).
Luego de sucesivas sesiones, se crearon ineficaces comisiones para defender al esclavizado “mensú” y el ministro Ortiz rozó la abyección y la vileza en su discurso. Los muertos a la deriva en el río, frente a Posadas, flotaban en un 70 % en aguas paraguayas, y ¡no eran responsabilidad argentina!
Corría 1914 –Argentina era de las más grandes economías de América con 7.885.237 habitantes según el censo nacional de ese año- y al Congreso llegó la discusión de un escándalo propio de países como el Congo donde miles de cadáveres infestaban el río víctimas del elegante y cruel Leopoldo de Bélgica. En Misiones el censo arrojó la cifra de 53.563 habitantes (con las debidas omisiones estimadas en 118.582 a nivel nacional), el 29,9% de la población extranjera. Hoy Misiones cuenta con 1.278.873 habitantes (Censo 2022).
En la Argentina de entonces, el gobierno nacional prometió el telégrafo entre Posadas y Puerto Aguirre (Puerto Iguazú). Carlos Gardel se afirmó por primera vez en Buenos Aires con su voz inigualable, y hasta hoy cada día canta mejor. Y en el Teatro Colón se estrenó Amalia el primer largometraje de ficción del cine argentino, adaptación de la novela de José Mármol, escrita en 1851. En 1914 Carlos Gardel cantó en el teatro Novedades de Córdoba y debutó junto a Razzano en el Teatro Nacional de Buenos Aires. Venía de triunfar en Córdoba y Rosario. Se venía su gloria, y “cada día canta mejor”.
El ministro del Interior Miguel S. Ortiz (gobernaba el Partido Autonomista PAN) fue convocado por la Cámara de Diputados de la Nación y, en las sesiones del 25 de abril y del 12 de junio de 1914 expuso sobre la situación de los trabajadores del Alto Paraná.
Allí argumentó a favor del gobierno nacional que su Departamento Nacional del Trabajo envió un inspector a los establecimientos del Alto de Paraná. La gira del burócrata insumió “cerca de medio año” y su informe estuvo listo en abril de ese año 1914.
El ministro cuestionó con poco coraje el criminal trato sufrido por el mensú y lanzó una tibia crítica afirmando que “el sistema de conchabo es pésimo. Los intermediarios de Posadas buscan, antes que nada, naturalmente, un lucro o ganancia”.
Lo que el funcionario nacional consideraba “natural” había sido denunciado por la prensa nacional y de países vecinos como un grosero sistema de esclavitud moderna. En cuanto al anticipo, acertó al definirlo como un “cebo para atraer al obrero”.
“Una parte considerable de dicho anticipo se entrega en mercaderías que el conchabador vende a precios elevados. La parte que se entrega en efectivo casi siempre es consumida en alcohol y otros vicios”. Agregó que dicha codicia patronal se cebaba en los almacenes de los obrajes.
Entre las medidas adoptadas, citó un decreto gubernamental del 15 de mayo del mismo año ’14, la creación de una “oficina de informaciones para peones” en la gobernación de Misiones, y una “libreta de trabajo” no obligatoria. Con increíble orgullo, citó que solo en la Capital Federal se proveyó de esa papeleta a “más de 3.000 menores”.
El funcionario les aseguró a los diputados nacionales que su gobierno había hecho todo lo necesario, “para garantizar la vida y la libertad de los trabajadores en el Alto Paraná, y para identificarlos en caso de muerte”. En un párrafo de realismo mágico, el ministro señaló esto como beneficio laboral, así como la necesidad de “civilizar al obrero”, además de “moralizarlo” apuntando a su festiva cultura ancestral.
Con respecto a “la cuestión de los cadáveres aparecidos en el Alto Paraná”, citó los informes del gobernador de Misiones el 2 de abril de 1914 a al director general de territorios nacionales, denunciando la aceleración estadística de cuerpos sin vida arrastrados por el Paraná, frente a Posadas.
El subprefecto de Posadas había informado que en tres meses habían recogido 16 cadáveres “que no fue posible identificar”. Sincero, el gobernador mencionó que -al menos en un caso- se sospechaba de muerte violenta porque el finado “tenía atada a sus pies una parrilla de fierro, de fogón de caldera a vapor”.
El ministro puso en dudas lo informado por el diputado acerca de cuerpos mutilados o con heridas mortales. El asunto pasó, dijo, al Ministerio de Marina y que el director de Territorios Nacionales viajó a Posadas e hizo un informe luego de entrevistarse con el gobernador, el juez letrado, el subprefecto y otras personas.
Las gestiones nacionales derivaron en la retractación del subprefecto Lorenzo Sacón, quien atribuyó a “propio error” el recuento de cadáveres rescatados del río en aguas posadeñas. El juzgado logró reducir a cinco los casos que investigaba.
Todo resultó ser “un error del empleado Molina” al redactar la nota. Cuestión que, solo se recogieron 5 cadáveres, y “los 11 restantes fueron vistos en aguas de jurisdicción paraguaya”.
Lo raro es que según partes de Subprefectura “cuatro, sobre siete cadáveres vistos, la muerte no fue producto de hechos criminales. La gobernación se sumó a esta autopsia de expedientes, señalando que en muchos casos se trató de ahogados que “confiados en su habilidad de nadadores se arrojan al río” y son arrastrados por la correntada o atrapados en remansos.
El gobierno de Misiones también le echó la culpa a otros peones que perecen en el río “por rehuir un compromiso y se fugan de los obrajes”. El absurdo se completó con otra afirmación del ministro, negando la acción de los “capangas”, a los que elevó al grado de capataces o mayordomos”, incapaces de tocar un pelo de 50 o 60 peones.
“Menos ante hombres que andan constantemente armados… como se ve en fotos de peones con su cuchillo a la cintura y algunos hasta con revólver”. Los patrones tienen miedo, concluyó y los peones que dejan los obrajes por maltrato y falta de comida son apresados por la policía y la justicia los encausa por defraudación.
También cruzó a Justo quien denunció el secuestro de cuatro peones transportados en el vapor Edelina, propiedad de Domingo Barthe.
Justo se burló del ministro, “no voy a hacer estadística mortuoria del Alto Paraná, pero mi visita parece haber tenido como consecuencia, si no de resucitar a los muertos, la de reducir el número de cadáveres recogidos”.
También dijo Justo que le sorprendía la retractación de Lorenzo Sacón, subprefecto de Posadas. Negando lo que había firmado de su puño y letra, lamentó que se felicita por la reducción de muertes a cinco y lamentó que los otros 11 cuerpos aparezcan siempre flotando en el río, aunque sea en aguas de otra jurisdicción.
“No me tranquiliza del todo que la línea divisoria sea respetada por los cuerpos inertes que flotan en los ríos”, se burló Justo. El ministro retruco que entre los muertos había dos patrones.
“De todos modos queda sentado que el Alto Paraná, esa gran corriente argentina, que no debería arrastrar sino riquezas para bien del pueblo todo, es un río que acarrea cadáveres”.
“Posadas es el gran mercado de esclavos blancos en el Alto Paraná. Y atacó a los conchabadores, intermediarios entre los empresarios yerbateros y obrajeros y los pobres peones que ellos engañan”. Estas fueron las estocadas que lanzó Justo en su discurso, pero el resultado verificó que “donde manda capitán no manda marinero”.
Los naipes estaban en manos del gobierno nacional, Misiones era una dependencia más como Territorio Nacional y la investigación había caído en manos del Ministerio de Marina, a cargo de Horacio Sáenz Valiente. La crema de la oligarquía que solo dejó el gobierno -no el poder- en 1916 con la primera elección nacional de voto secreto y obligatorio (sin voto femenino), en la que triunfó el radical Hipólito Yrigoyen.
(El Diario de Sesiones fue consultado en la Biblioteca de la Universidad de California, Los Ángeles)