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Las universidades públicas estuvieron en 2024 en el centro del debate, debido a los ajustes presupuestarios del Gobierno nacional, que impactaron fuertemente en las casas de altos estudios, sobre todo en la primera mitad del año, y a las anunciadas auditorias, además de la polémica por la propuesta del cobro de arancel a los estudiantes extranjeros. Con ese contexto, y ante la carencia al menos hasta el momento de un Presupuesto nacional para 2025, el especto económico-financiero marcará a fuego también a las universidades en el nuevo año.
Según la Oficina Nacional de Presupuesto, las universidades fueron en 2024 el segundo sector donde más impactó el ajuste del Gobierno nacional, sólo superadas por los jubilados. Ante esto, los reclamos universitarios ganaron la calle a lo largo del año en todo el país, con marchas multitudinarias en defensa de la educación pública. A su vez, la complicada situación socioeconómica debido a la fuerte pérdida del poder adquisitivo de los salarios se tradujo en el ámbito de las universidades públicas en cifras récord de deserción.
La Universidad Nacional de Misiones (UNAM) obviamente no escapa a esta realidad nacional, y se debieron hacer auténticos malabares para poder mantener toda la oferta educativa y las prestaciones complementarias, como los albergues y los comedores universitarios. La situación de cara a 2025 es de incertidumbre, sin la certeza de un presupuesto asignado, aunque desde la institución se mantienen esperanzados en poder seguir brindando todas las carreras y servicios esenciales.
Alicia Borehen, rectora de la UNAM, detalló cómo los recortes presupuestarios afectaron a la universidad. “Este año tuvimos muchísimas movilizaciones primero con reclamos de gastos de funcionamiento para el sistema universitario. En el caso de la UNAM, tenemos un presupuesto prorrogado del año pasado, el cual fue aprobado en 2022 y que entró en vigencia en 2023. Con ese presupuesto tuvimos muchas dificultades para poder cumplir con nuestras necesidades operativas”, explicó la rectora. Borehen subrayó que un presupuesto prorrogado no brinda garantías de continuidad y tampoco da previsibilidad para realizar inversiones o mejoras dentro de la universidad.
La situación no mejoró hasta junio, cuando finalmente se otorgó una ampliación presupuestaria del 270% solicitada en enero debido al proceso inflacionario del año anterior. “Lo que ocurrió fue que el presupuesto aprobado en junio cubrió solo parcialmente las necesidades, pero en julio recién nos dieron el monto final que podríamos recibir hasta fin de año, y a partir de ahí fuimos trabajando en todas las unidades académicas para poder garantizar el funcionamiento de las carreras y los servicios”, detalló la rectora.
Situación compleja de cara a 2025
Frente a la incertidumbre del presupuesto para el 2025, Borehen expresó su preocupación: “No sabemos cuál será el presupuesto el año próximo, pero la Ley de Presupuestos establece que nunca podemos recibir menos de lo que estamos recibiendo este año. Sin embargo, al no haber un presupuesto aprobado, lo más probable es que tengamos que prorrogar el presupuesto de 2023. Es una situación compleja porque nos falta previsibilidad y no podemos planificar con certeza”.
Borehen también se refirió a las dificultades que enfrentó la universidad para poder mantener las carreras y el personal docente. “Una de las principales dificultades este año fue el tema de las nuevas carreras. De las cinco que comenzamos el año pasado, tres habían iniciado con contratos-programa que tienen dos etapas. La etapa 1 se cumplió el año pasado, pero recién en los primeros días de diciembre se pudo avanzar con la etapa 2 de carreras como Arquitectura, Administración Pública y Ciencias de la Educación. Esto ha sido un gran alivio, ya que permitió continuar con la planificación de estas carreras, pero muchos de los docentes que participaron en la etapa 1 lo hicieron ad honorem o con contratos temporales”, explicó.
“Ahora es un verdadero alivio que finalmente podamos contar con los cargos para estos proyectos, y con ello hemos podido completar los planes de estudio”, destacó la rectora. Sin embargo, Borehen aclaró que hay carreras en las que todavía queda trabajo pendiente, como algunas del área de Ciencias Sociales y Tecnología. “En algunos casos, los proyectos de nuevas carreras se encuentran en una etapa de incertidumbre, ya que no tenemos certeza de cuándo se podrán concretar, por la falta de presupuesto”, agregó.
No obstante, señaló que “no hay carreras en riesgo en principio”, aunque como “no sabemos cuál va a ser el presupuesto del año que viene, complejiza la situación, porque al no tener previsibilidad no podés planificar».
Deserción del 30% entre los nuevos ingresantes
El impacto de la situación económica también se sintió directamente en la deserción estudiantil. “Este año tuvimos una deserción importante, especialmente entre los estudiantes de primer y segundo año. Aproximadamente un 30% de los nuevos ingresantes abandonaron sus estudios, lo que es un dato alarmante”, comentó Borehen.
La rectora atribuyó esta deserción a las dificultades económicas que enfrentan los estudiantes. “Muchos se inscriben, pero luego no pueden afrontar los costos de alquileres, comida y transporte. Los servicios que ofrece la universidad, como los albergues y comedores, están al tope de la demanda, pero a pesar de eso, hay estudiantes que no pueden continuar”, agregó.
En cuanto al funcionamiento del comedor universitario, Borehen explicó que al principio del año, debido a los recortes, se tuvo que reducir el número de bandejas ofrecidas, pero luego se normalizó. “Al principio, los comedores funcionaban con una capacidad muy reducida, pero cuando finalmente recibimos el presupuesto, pudimos ampliar las becas y asignamos recursos propios de la universidad para garantizar que los estudiantes pudieran acceder a una comida adecuada”, señaló.
Las carreras más demandadas
Sobre las carreras más demandadas, Borehen destacó que algunas áreas siguen siendo muy atractivas para los estudiantes. “Carreras como Trabajo Social, Comunicación, Enfermería, Bioquímica, Farmacia, Agronomía y Arquitectura continúan siendo muy demandadas. Sin embargo, en ingeniería, que es una de las áreas más complejas, hemos notado una disminución, aunque los estudiantes provenientes de las escuelas técnicas siguen siendo una parte importante de la matrícula”, explicó.
En cuanto a la oferta educativa en Misiones, Borehen resaltó la diversidad de opciones disponibles en la UNAM, tanto en Posadas como en el interior de la provincia. “Tenemos una oferta educativa muy amplia. En Posadas, Oberá y Eldorado, tenemos carreras permanentes. Además, hemos implementado programas de expansión territorial, llevando carreras a localidades como Puerto Rico, San Pedro, Virasoro y Santa Ana, lo que ha permitido acercar la educación a más estudiantes”, afirmó.
A pesar de los múltiples desafíos que enfrenta la universidad, Borehen confía en que la UNAM podrá superar la crisis, en medio de nuevos desafíos para 2025. “Estamos trabajando fuertemente en evaluación externa de la Universidad Nacional de Misiones, que hemos suscrito con la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria). Esto nos permite ordenar y transparentar todas las acciones y actos administrativos de desarrollo de la universidad, que va a ser evaluado y mirado por pares, donde no se aprueba ni desaprueba, sino que se hacen recomendaciones. En ese marco también vamos a acreditar nuestro sistema de educación a distancia, así que este es nuestro desafío puntual y que tiene que ver con el año, un año importante porque yo termino el mandato en julio y es un proceso para dejar un poco la casa en orden en este sentido”.
Así, la Universidad Nacional de Misiones y las demás universidades públicas del país siguen enfrentando una crisis económica que afecta tanto a la oferta educativa como a la calidad de los servicios que brindan, pero a pesar de la incertidumbre, la comunidad universitaria continúa luchando para garantizar la educación pública, gratuita y de calidad para todos los estudiantes.