¿Alguna vez te detuviste a escuchar realmente lo que pasa por tu mente durante el día? Investigaciones sugieren que tenemos entre 60,000 y 80,000 pensamientos diarios. Y la mayor parte de ellos se repiten una y otra vez en una especie de “ruido mental” que apenas notamos. Este flujo de pensamientos influye profundamente en cómo nos sentimos, cómo actuamos, en la vida que construimos.
Te invito a pensar, por un momento: si cada pensamiento fuese una semilla, ¿qué clase de jardín estamos cultivando en nuestra mente? Muchas veces, sin darnos cuenta, nuestros pensamientos están llenos de juicios, dudas y críticas que afectan cómo nos percibimos y cómo nos relacionamos con el mundo. Este “diálogo interno” puede ser tanto un aliado como un enemigo silencioso.
La importancia de conocer nuestro diálogo interno radica en que, al observarlo, podemos notar patrones repetitivos y automáticos que limitan nuestro bienestar.
Por ejemplo, cuántas veces nos encontramos pensando: «No soy lo suficientemente bueno», «Nunca podré hacer eso», o «Siempre me pasan estas cosas.» Estos pensamientos no solo empañan nuestro ánimo, sino que pueden llegar a convertirse en profecías autocumplidas, es decir, en realidades que nosotros mismos terminamos creando.
Pero, ¿qué significa conocer nuestro diálogo interno? Es un proceso de autoobservación consciente, un ejercicio de escucha atenta en el que comenzamos a notar las palabras que nos dirigimos, los tonos que utilizamos, y las emociones que esos pensamientos generan. Conocer nuestro diálogo interno es como encender una luz en un cuarto oscuro; de pronto, podemos ver el espacio que estamos habitando y elegir reorganizarlo. Y éste es el paso para una transformación real.
No se trata de eliminar los pensamientos negativos o de reemplazarlos con afirmaciones positivas de manera superficial. La clave está en reconocerlos sin juzgar, entender su origen y su propósito. Tal vez esos pensamientos nacieron en algún momento de nuestra vida en el que cumplían una función protectora, pero ahora necesitamos algo diferente para avanzar.
¿Qué pasaría si en lugar de dejarnos llevar por la crítica y la duda, comenzáramos a nutrir un diálogo más amable y constructivo?
Cambiar esas frases por «Estoy aprendiendo en cada paso», «Estoy trabajando en mejorar cada día…» nos ayuda a vernos con más compasión y abre un espacio para que podamos explorar nuevas posibilidades y desafíos con más seguridad.
El diálogo interno es como un músculo: podemos entrenarlo, fortalecerlo y moldearlo. Dedicar unos minutos al día para detenernos, respirar y escuchar lo que pasa en nuestra mente, puede ser una práctica liberadora y transformadora.
Imagínate vivir con un acompañante que te alienta, que te recuerda tus fortalezas y que te invita a ver cada desafío como una oportunidad de crecimiento. Ese acompañante ya está en vos; solo necesita que le des espacio y atención.
Transformar nuestro diálogo interno es un cambio gradual y es una de las inversiones más valiosas que podemos hacer en nuestro bienestar y felicidad. ¿Te animas a cultivar un diálogo más amable con vos mismo/a?
Recordá que si crees que por el momento, no estás pudiendo hacerlo solo/a, estoy para acompañarte. Pedí posibilidad, pedí coaching.
Ester Inglese
Coach Ontológico Profesional Acreditado
Coach de Prosperidad en formación
wsp 3751 660207 / ig ester.inglese