Estar ocupados constantemente nos desconecta de nuestra propia esencia y de los momentos que realmente importan.
Muchas veces, no llegamos a darnos cuenta, de cómo el afán de productividad nos desvía de lo verdaderamente valioso: el equilibrio entre el ser y el hacer. Este ritmo de vida alimenta una desconexión con nosotros mismos, lo que afecta nuestra capacidad de ser auténticos, creativos y plenamente presentes en nuestras relaciones y trabajo. Al final, el estar ocupados 24/7 puede hacer que perdamos el sentido del propósito, llevándonos al agotamiento.
¿Te lo planteaste alguna vez?
La cultura del “siempre ocupado” se ha vuelto un símbolo de éxito social y profesional y ésto refuerza una mentalidad de constante competencia, lo que impacta en nuestro bienestar emocional. Vivir bajo esta presión afecta la salud mental, el autocuidado y la calidad de nuestras relaciones.
Insomnio, sobrepeso, aislamiento social, falta de actividad física y emociones displacenteras son sólo algunas de las consecuencias que padecemos cuando, casi sin darnos cuenta, la situación nos sobrepasa.
Para comenzar, surge la necesidad de redefinir el éxito, no solo en términos de logros y productividad, sino de bienestar y equilibrio interno. Te invito a que te preguntes ¿qué es el éxito para vos? ¿Cuánto estás dispuesto a dar para alcanzarlo? ¿Crees que es preciso “hacer” para alcanzarlo o lo logramos además “siendo” de una u otra manera?
Cultivar una vida más equilibrada, como la auto-observación, la planificación consciente y el establecimiento de límites saludables son algunas de las herramientas para “salir de la trampa…”
La ilusión de la productividad constante: a largo plazo, estar siempre ocupado no es sinónimo de ser verdaderamente productivo. Muchas veces, el trabajo constante lleva a la fatiga, a la baja en la calidad de las decisiones y, paradójicamente, a una disminución en la eficiencia. Un estado de agotamiento no permite el enfoque necesario para generar resultados de calidad.
El ritmo acelerado no solo afecta el cuerpo físico, sino que también tiene un gran impacto en las emociones. La falta de tiempo para procesar nuestras emociones puede generar un malestar acumulado, irritabilidad, e incluso afectar nuestras relaciones personales.
Muchas personas encuentran una forma de validación personal al estar ocupadas, como si serlo fuera un medidor de importancia o valor. Esto puede estar vinculado a creencias limitantes sobre el éxito y la identidad (Si no estoy ocupado, no soy valioso) Explorar estas creencias y cómo influyen en tus decisiones diarias podría generar un impacto profundo en tu vida.
Hacer pausas regulares para la salud mental y emocional. El descanso es clave para la creatividad, la innovación y la resiliencia emocional. Prácticas como la meditación o el mindfulness, ayudan a generar una mayor conexión con el presente y a regular el estrés.
Solicitar un acompañamiento profesional. El coaching puede acompañar a las personas a tomar conciencia de sus patrones de ocupación excesiva, a establecer límites saludables, cultivar una mayor autocompasión y redescubrir la satisfacción que surge de la pausa y la presencia para comenzar a hacer las cosas diferentes de acá en más.
¿Cuántas veces dijiste «no tengo tiempo»? ¿Cómo te sentís al respecto? ¿Qué estás sacrificando? Si crees que por el momento, no estás pudiendo sólo, estoy para acompañarte. Pedí posibilidad, pedí Coaching
Ester Inglese
Coach Ontológico Profesional. Coach de Prosperidad en formación
Ig ester.inglese wsp 3751 660207