Por la Lic. Lucía Buratovich, directora de Programas de Aldeas Infantiles SOS en Argentina.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la No Violencia que nos invita a reflexionar sobre el poder transformador del respeto mutuo y la no violencia como herramienta para lograr cambios sociales duraderos, basados en la justicia y la dignidad humana.
En nuestro país, las violencias es la principal causa por la cual niños, niñas y adolescentes pierden el cuidado familiar. Sin embargo, las violencias no solo se expresa en acciones físicas o verbales, sino que también está presente en actitudes de exclusión, desigualdad y falta de oportunidades, entre otros derechos que se vulneran.
En sus múltiples formas, la violencia afecta gravemente el desarrollo integral de la niñez, dado que puede privarlos de un entorno seguro, protector y afectivo. En Argentina, la cantidad de infancias y adolescencias expuestas a diversas formas de maltrato y exclusión sigue en aumento, lo que demanda acciones urgentes y coordinadas desde todos los sectores de la sociedad.
Según estadísticas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el año pasado se registraron un total de 5.391 niños, niñas y adolescentes afectados por violencias según presentaciones realizadas en Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema[1]. Sobre estas presentaciones, la mayoría fueron niños y niñas de hasta 8 años de edad (52%). Un dato alarmante es que, en el 80% de los casos, las personas denunciadas son sus progenitores (68% padres y 32% madres). Por último, los datos presentados marcaron un crecimiento respecto al año anterior (2022).
En este sentido, desde Aldeas Infantiles SOS llevamos más de 40 años trabajando para ofrecer entornos de cuidado y protección, promoviendo un cambio cultural que visibilice y combata todas las formas de violencia.
La no violencia es un compromiso activo con la paz, la empatía y la solidaridad. Implica educar y sensibilizar a las comunidades sobre la importancia de resolver diferencias de manera pacífica, y fomentar el diálogo como principal herramienta para construir un futuro mejor.
Todos y todas tenemos la capacidad de ser agentes de cambio. Desde pequeños gestos en nuestro entorno hasta acciones colectivas de mayor impacto, todos podemos aportar para romper el ciclo de violencias. Este es un llamado a la reflexión y a la acción: solo a través de la no violencia lograremos construir un mundo más inclusivo y equitativo para todos y todas.