Este martes, Claudia Sheinbaum hizo historia al convertirse en la primera presidenta de México, un país con más de 200 años de independencia y considerado uno de los más machistas de la región. Con su asunción, Sheinbaum marca un hito no solo para la política mexicana, sino también para la lucha por la igualdad de género.
Su mandato comienza en medio de grandes expectativas y con el desafío de enfrentar los problemas estructurales que aquejan al país.
De formación científica y con una amplia trayectoria en la administración pública, Sheinbaum asume el cargo tras la salida de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien gobernó durante seis años y dejó el poder con una notable popularidad del 68%.
Sheinbaum es vista como la heredera política de AMLO, dado que ambos pertenecen al partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Sin embargo, la nueva presidenta dejó en claro que su gobierno buscará imprimir una impronta personal, más allá de la continuidad de políticas que la vinculan a su mentor.
Un poder absoluto y desafíos complejos
Con Morena controlando ambas cámaras del Parlamento y gobernando en 25 de los 32 estados de México, Sheinbaum inicia su mandato con un poder político casi absoluto. Este respaldo le permitirá avanzar en una serie de reformas y proyectos que quedaron pendientes durante el gobierno de López Obrador, como la polémica incorporación de la Guardia Nacional bajo control militar, una reforma electoral y el fortalecimiento de un sistema de vigilancia anticorrupción en las esferas del Estado.
Entre los principales retos de la nueva mandataria se encuentra la economía, que atraviesa un período complejo marcado por un déficit público récord. A esto se suman las tensiones en la relación bilateral con Estados Unidos, el principal socio comercial de México.
Esta relación estará en juego en las elecciones presidenciales estadounidenses del próximo 5 de noviembre, donde se decidirá entre la continuidad de Joe Biden, representada por la candidatura de Kamala Harris, y el regreso de Donald Trump, quien mantiene un discurso hostil hacia México, especialmente en temas migratorios.
La crisis migratoria, un frente urgente
La crisis migratoria es precisamente uno de los puntos más sensibles en las relaciones entre México y Estados Unidos. Con una retórica de línea dura, el candidato republicano Donald Trump prometió, de volver al poder, llevar a cabo una expulsión masiva de migrantes indocumentados, lo que generó preocupación tanto en el gobierno mexicano como en los sectores más vulnerables de la población.
Sheinbaum, por su parte, se mostró más alineada con la visión de Kamala Harris, quien defiende una postura más humanitaria y comprensiva hacia los migrantes.
«La elección en Estados Unidos será crucial para definir nuestra política migratoria y los próximos pasos en la relación bilateral», mencionó un asesor cercano a la presidenta, quien espera que una posible victoria de Harris alivie las tensiones entre ambos países.
La violencia y el crimen organizado, los desafíos más grandes
Uno de los temas más críticos que Sheinbaum deberá enfrentar es la creciente inseguridad en el país. México sigue siendo uno de los países más violentos de América Latina, con una tasa de homicidios alarmante y la actividad de cárteles del narcotráfico que se extiende a lo largo y ancho del territorio.
La nueva presidenta prometió continuar con la política de «abrazos, no balazos» de AMLO, que busca atacar las raíces de la violencia mediante programas sociales que aborden la pobreza y la falta de oportunidades. Sin embargo, Sheinbaum reconoció que esta estrategia necesita ser complementada con un mayor esfuerzo en inteligencia y una mejor coordinación entre las fuerzas de seguridad y el sistema judicial para combatir al crimen organizado.
Analistas coinciden en que esta será la prueba más difícil para Sheinbaum, quien deberá enfrentarse a una guerra por el poder entre los cárteles, que además del narcotráfico, están involucrados en el tráfico de combustible y personas, especialmente migrantes que buscan cruzar hacia Estados Unidos.
Continuidad en el horizonte político
Pese a los grandes desafíos que afronta, Sheinbaum cuenta con un entorno político favorable. AMLO dejó un legado de popularidad y poder que la nueva presidenta podrá aprovechar para consolidar su liderazgo y avanzar en sus reformas.
Además, en su último mensaje como mandatario, López Obrador manifestó su respaldo a su sucesora: “Me voy muy satisfecho por el cariño de muchos mexicanos y confío en que Claudia Sheinbaum continuará este diálogo auténtico con el pueblo. Estoy seguro de que será una gran presidenta”.
Sin embargo, la sombra de López Obrador seguirá presente. Aunque AMLO prometió retirarse de la vida política y descansar en su rancho «La Chingada», en Chiapas, pocos creen que el exmandatario se mantendrá completamente alejado de los asuntos del país. De hecho, su hijo, Andrés López Beltrán, ya ocupa un lugar clave en la dirección de Morena, lo que sugiere que la influencia de la familia López Obrador seguirá vigente en el escenario político mexicano.