El Festival del Litoral, un ícono cultural de la región, se consagró a lo largo de sus 60 años como parte de la historia de muchos misioneros. Además, el Archivo Histórico Municipal de Posadas formalizó su historia con el objetivo de preservar el legado local. Si bien las vivencias personales ofrecen diversas interpretaciones, la documentación formal reconstruida a lo largo de los años sustenta un relato preciso y fiel de su historia.
Silvia Gómez, actual directora del Archivo Histórico, dedicó años de su trabajo a desentrañar los orígenes y la evolución del emblemático Festival del Litoral. La historiadora, relató cómo el germen de esta celebración cultural surgió en 1963, durante el regreso de una delegación misionera de su participación en el Festival Nacional de Folclore de Cosquín.
Según la respalda la investigación llevada adelante, la actuación de los artistas misioneros fue muy bien recibida, no obtuvieron ningún reconocimiento formal, ya que en aquel entonces Cosquín no contemplaba los ritmos del litoral dentro de su reglamento.
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“Esto causó molestia entre los miembros de la delegación”, recordó Gómez, quien aseguró que fue precisamente en el trayecto de regreso a Posadas cuando surgió la idea de organizar un festival propio que diera lugar a la música y las tradiciones del litoral. En ese momento, recientemente se había inaugurado el anfiteatro de Posadas, entonces fue elegido ese espacio como el escenario perfecto para esta nueva propuesta.
La iniciativa tomó forma rápidamente gracias al compromiso de figuras como Lucas Braulio Areco, funcionario de la recién creada Dirección de Cultura de la provincia, y Adhemar Ghali, un trabajador cultural profundamente vinculado a los sindicatos de la época. Según Gómez, ambos fueron fundamentales para convencer a las autoridades locales y provinciales de embarcarse en la organización, formando así la primera comisión que estaría detrás de la primera edición del Festival del Litoral.
Finalmente, el festival se llevó a cabo en noviembre de 1963, marcando así el inicio de una tradición que perdura hasta el día de hoy.
El esfuerzo artesanal de la primera edición
La primera edición del Festival del Litoral no estuvo exenta de dificultades y desafíos. Gómez destacó que la organización fue llevada a cabo “a pulmón” por un grupo reducido de personas comprometidas con la cultura, quienes, sin grandes recursos, lograron dar vida a un evento único.
Según se rumorea: “hicieron una rifa para recaudar fondos, pero no alcanzaron a vender todos los números y temían no poder pagar el premio si llegaba a salir”, relató. Además, la construcción de los equipos de amplificación y la iluminación del escenario se realizaron de manera completamente artesanal.
Los tachos de luz, por ejemplo, fueron fabricados con latas de aceite de cocina de cinco litros, pintadas de negro y equipadas con lámparas de alto voltaje en su interior. Este tipo de soluciones improvisadas dieron contexto al ingenio de aquellos organizadores.
En cuanto a los artistas que participaron en esa primera edición, Gómez subrayó que lo hicieron sin cobrar honorarios, movidos más por el compañerismo que por un interés económico. “Vinieron literalmente por la comida y el alojamiento”, detalló la directora. Esta primera edición fue, en muchos aspectos, un “chamigazo”, un encuentro entre amigos unidos por el amor a la música y la cultura del litoral.
Asimismo, en aquella oportunidad se realizaron concursos en las escuelas para elegir el logotipo que identificaría al festival. La respuesta del público fue masiva, contribuyendo al éxito del evento y dando el primer paso de una historia que aún continúa.
La masiva respuesta del público
A pesar de los limitados recursos y la organización artesanal, el primer Festival del Litoral fue un éxito rotundo en términos de convocatoria. Silvia describió cómo la población de Posadas acudió en masa al anfiteatro, curiosos y emocionados por participar de un evento de tales dimensiones.
Cabe destacar, que este tipo de eventos era muy frecuentado por el público joven, que no tenía la posibilidad de ver a sus artistas favoritos, ni escuchar su música en persona. “La gente se congregó porque era la primera vez que se hacía algo de esa magnitud”, afirmó.
A diferencia de otros festivales más comerciales, las primeras ediciones del Festival del Litoral se caracterizaron por su accesibilidad. Según cuentan las anécdotas, las entradas no se cobraron durante varios años, y cuando finalmente se implementó un precio, fue de carácter simbólico.
Asimismo, la historiadora explicó que “la entrada nunca fue suficiente para cubrir los elevados costos del festival”, situación que aún continúa sucediendo.
Las partes alrededor del Festival del Litoral: los simposios, la feria y el evento
El Festival del Litoral desde sus orígenes estuvo compuesto por tres pilares fundamentales: el festival artístico, la feria artesanal y el simposio.
El simposio, según explicó la historiadora, representaba el componente más intelectual del evento, un espacio donde se presentaban trabajos de investigación relacionados con el folclore y los ritmos del litoral. Estos encuentros permitieron enriquecer las discusiones y ampliar la comprensión del sincretismo cultural que caracteriza a la región. Asimismo, se debatieron ejes que no eran tratados en la época: la negritud y las raíces nativas.
No obstante, el simposio enfrentó momentos de tensión, como la intensa discusión sobre si el chamamé debía considerarse un ritmo misionero. Además, la tensión se marcó con las discusiones entre chamaméceros y galoperos. Gómez explicó cómo estas diferencias de opinión llegaron a niveles de “falta de respeto”, lo que obligó a los organizadores a intervenir para reencauzar el debate. “Tuvimos que hacer entender que el límite era el respeto”, afirmó.
Otro tema ríspido fue la invención del “gualambao” por Ramón Ayala, lo que generó acaloradas discusiones en varias ediciones. “Pero te digo que eran ataques feroces. Por mucho menos que eso seamos una denuncia por discriminación”, señaló con ironía.
Asimismo, la feria artesanal siempre fue uno de los tres pilares del Festival del Litoral. Desde sus inicios, se caracterizó por la participación de artesanos que llegaban con las diferentes delegaciones de las provincias del litoral, enriqueciendo el acervo artístico del evento.
Sin embargo, según relató la directora, la directora durante la década de los ‘90 la feria artesanal sufrió un periodo de declive. “En ese momento, empezó a mezclarse lo que era la venta de productos con la verdadera artesanía”, explicó. Esta situación motivó la necesidad de impulsar una ley provincial que definiera con claridad qué se entendía por artesanía y quiénes podían ser considerados artesanos, con el objetivo de preservar la calidad y autenticidad de los productos que se ofrecían en la feria.
A pesar de las dificultades, Gómez destacó que con el tiempo se logró revitalizar la feria artesanal, que se mantuvo como una parte esencial del festival. Ya que, según explicó, este evento no solo brinda una plataforma para que los artesanos vendan sus productos, sino que también permite al público conectarse con la rica tradición artesanal de la región.
La organización municipal y la evolución del festival
Por otro lado, la directora fundamentó que, con el tiempo el Festival del Litoral creció en magnitud y complejidad, pero siempre contó con un componente fundamental: la participación del personal municipal. “Han cambiado las autoridades, han cambiado los artistas, han pasado casi todos los artistas en la esfera nacional y regional, pero lo que se ha mantenido constante es el empleado municipal”, enfatizó.
Asimismo, la historiadora describió el proceso de montar el evento no es sencillo, añadiendo valor a la organización en el ámbito público. “No hay empresa, no hay firma y no hay grupo humano rentado que soporte la organización de un festival, como es el Festival de la Litoral”, sentenció.
También explicó que la organización empieza muchos meses antes de su realización, con equipos de trabajo que comienzan a planificar desde abril o mayo de cada año. “Para que vos y yo nos sentemos a ver el festival, hay meses de trabajo detrás”, explicó. Desde la selección de los artistas hasta la adecuación del anfiteatro y la logística de los prefestivales, todo requiere una meticulosa planificación.
La organización del Festival del Litoral es un proceso complejo que demanda meses de planificación y coordinación. Según detalló Silvia Gómez, directora del Archivo Histórico Municipal de Posadas, el trabajo de organización comienza alrededor de abril o mayo de cada año, cuando se empiezan a definir los equipos que llevarán adelante las distintas etapas del evento. Uno de los primeros pasos es la selección de los artistas que conformarán la grilla, la cual incluye talentos nacionales, regionales y locales. Este proceso requiere no solo la negociación con los artistas, sino también la preparación de un escenario adecuado.
“El estado del anfiteatro es un tema crucial: se revisan las instalaciones eléctricas, sanitarias, y se organiza todo un sistema de seguridad que permita que el público disfrute con tranquilidad”, explicó Gómez. Asimismo, se debe garantizar la logística para la circulación del público, lo que incluye prever desde la seguridad hasta los accesos y servicios.
Además de la grilla artística, la organización abarca otras áreas fundamentales, como los prefestivales, que buscan nuevos talentos en toda la región. Estos prefestivales permiten descubrir voces y artistas que, tras competir en sus respectivas categorías, obtienen un lugar para presentarse en el evento principal.
Otro de los grandes desafíos es el montaje técnico del escenario, que incluye la instalación de equipos de sonido, iluminación y pantallas gigantes. Gómez destacó que la topografía del anfiteatro, con sus numerosas escalinatas, complica el transporte de los equipos, lo que incrementa la necesidad de reforzar la mano de obra, encareciendo los costos.
A su vez, se deben adecuar los camarines para los artistas, organizar espacios para la prensa y el servicio de catering. “Hay otro grupo que trabaja exclusivamente en la atención de los artistas, coordinando su traslado, alojamiento y las pruebas de sonido”, mencionó Gómez.
Finalmente, la logística detrás del escenario también incluye la preparación de la “peña”, un espacio más informal donde los artistas pueden presentarse en un ambiente distendido, tal como sucedía en los primeros años del festival en las peñas espontáneas de la Plaza 9 de Julio.
Esta carpa ubicada en la esplanada del anfiteatro permite a los asistentes disfrutar de música en vivo mientras toman algo o comen, replicando la tradición de la peña folklórica. “Todo esto es invisible para el público, pero involucra a cientos de personas que trabajan para garantizar que cada edición del Festival del Litoral sea un éxito”, cerró Gómez.
La historia viva del festival respaldada por material histórico
El Festival del Litoral no solo vive en la memoria de quienes lo presenciaron o participaron en él, sino que también quedó registrado en los archivos históricos de la ciudad. Silvia Gómez destacó el arduo trabajo que ha realizado el Archivo Histórico Municipal para reconstruir la cronología de todas las ediciones del festival, especialmente después del devastador incendio de 1994 que destruyó gran parte del patrimonio documental de Posadas.
“Perdimos una parte fundamental de nuestra memoria cultural y documental”, explicó Gómez, refiriéndose a cómo se perdieron documentos esenciales que narraban la historia de Posadas y de sus eventos más importantes, incluyendo el Festival del Litoral. Ante esta pérdida, dos años después se creó el Archivo Histórico Municipal con la misión de reconstruir, en la medida de lo posible, el patrimonio cultural perdido. En ese contexto, surgió la necesidad de documentar de manera precisa las primeras ediciones del festival, y fue ahí donde comenzaron a rastrear testimonios y materiales que habían sobrevivido al desastre.
Uno de los momentos clave en este proceso fue cuando, en 1997, apareció Daniel Solís, un vecino de Villa Sarita y colaborador de la primera edición del festival, quien se ofreció a contribuir con recuerdos y materiales históricos. Solís no solo proporcionó recortes de diarios, fotografías y documentos, sino que también escribió un relato detallado de la primera edición del Festival del Litoral, basándose en su experiencia personal.
El texto de Solís fue sometido a una rigurosa revisión por parte de otras figuras pioneras en la organización del evento, como María Elisa Smith, responsable de una de las primeras peñas folclóricas, Zayda Zampaca, miembro de la comisión organizadora, y Ricardo Ojeda, otro actor importante en los inicios del festival. Según Gómez, tras la lectura de este relato, solo se hicieron correcciones menores, lo que demostró la fidelidad del testimonio de Solís.
Este relato escrito por Solís, junto con los documentos aportados por otros pioneros del festival, permitió al Archivo Histórico Municipal reconstruir de manera precisa la cronología de las primeras ediciones del evento hasta el año 2010. Ese año fue el último, porque posteriormente que a partir de esa fecha la información está disponible en internet.
La labor realizada para rescatar la historia viva del festival y preservarla para las futuras generaciones, creó el material necesario para que el evento formalice su historia. Además, ante el relato de diversas interpretaciones del inicio del evento, la historiadora enfatizó en que “casos como el Festival del Litoral posee la documentación histórica y no hay forma de discutirla porque está escrito. Pero la interpretación, la explicación de cada uno, pero básicamente el recuerdo afectivo de cada uno, de la manera que cada persona atesoró o vivió este hecho”.
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— misionesonline.net (@misionesonline) March 18, 2024