Las emociones displacenteras, como la tristeza, el enojo o la frustración, son inevitables en nuestra experiencia humana. Muchas veces, intentamos ignorarlas, creyendo que de esta manera desaparecerán por sí solas. Sin embargo, no desaparecen, se almacenan en algún rincón de nuestro ser, esperando su momento para salir a la superficie. La clave para atravesarlas reside en aprender a gestionarlas de manera efectiva, y es aquí donde los recursos juegan un papel crucial.
Los recursos son las herramientas internas y externas que tenemos a nuestra disposición para atravesar lo que sentimos. Estos pueden ser habilidades personales, como la capacidad de autorreflexión o la práctica de la empatía hacia uno mismo, o pueden provenir de nuestro entorno, como el apoyo de amigos, un libro inspirador o la guía de un profesional. Tener acceso a estos recursos, nos proporcionan la fuerza y el espacio necesario para atravesarlas sin quedar atrapados en ellas.
Un recurso interno clave es la autocompasión. A menudo, nos juzgamos por sentir ciertas emociones. Pensamos que no deberíamos estar tristes o que es débil sentir miedo. La autocompasión nos invita a abrazar lo que sentimos, reconociendo que es parte de nuestra experiencia humana. No hay emociones correctas o incorrectas; todas ellas son válidas y tienen algo que enseñarnos.
Otro recurso fundamental es la conciencia corporal. El cuerpo es el espacio donde se manifiestan nuestras emociones. Muchas veces, cuando experimentamos algo displacentero, sentimos una presión en el pecho, un nudo en la garganta o tensión en los hombros. Aprender a identificar estas señales físicas y a permitirnos sentirlas, en lugar de reprimirlas, es una forma poderosa de conectar con nuestras emociones de manera saludable. A partir de ahí, existen numerosos recursos para aliviar el cuerpo y poder “sacarlo” para mantenernos saludables.
El diálogo interno también es un recurso valioso. ¿Cómo te hablas cuando experimentas tristeza o enojo? ¿Te culpas o intentas restarles importancia? Cambiar el tono de nuestro diálogo interno transforma la manera en que las enfrentamos.
En cuanto a los recursos externos, el apoyo social es fundamental. A veces, compartir lo que sentimos con una persona de confianza puede aligerar la carga emocional. El simple acto de hablar de nuestras emociones puede ofrecernos nuevas perspectivas y alivio.
Además, la terapia, el coaching, el acompañamiento holístico especializado nos ofrece un espacio seguro donde exploralas y aprender a gestionarlas desde una perspectiva más consciente y efectiva. Esto nos va a permitir identificar los recursos que ya tenemos y a desarrollar nuevos para fortalecer nuestra resiliencia emocional.
Con los recursos adecuados podemos aprender a convivir con ellas de manera más sana y enriquecedora. Porque, al final del día, las emociones, incluso las más incómodas, nos enseñan algo sobre nosotros mismos y nos invitan a crecer.
Es en este aprendizaje donde reside el verdadero valor de los recursos: nos permiten enfrentarnos a nuestras emociones desde un lugar de fortaleza, aceptación y autoconocimiento, transformando lo que antes era displacentero en una oportunidad de crecimiento personal.
Si crees que por el momento, no estás pudiendo solo/a, estoy para acompañarte. Pedí posibilidad, pedí coaching.