Claudia Sartori, licenciada en genética y propietaria de la Residencia San Juan de Dios, reveló que su vida dio un giro inesperado al involucrarse en el mundo de la geriatría. Junto a su esposo, quien es médico, son propietarios de una casa de retiro para adultos mayores desde una perspectiva innovadora y humanitaria.
La Residencia San Juan de Dios lleva en funcionamiento 14 años en Candelaria y busca romper con los estigmas asociados a los geriátricos. Sartori prefiere el término “residencia” porque considera que términos como geriátrico y asilo se asocian con abandono o con “dejar tirados a los viejos”.
“La verdad, nunca fue mi idea un geriátrico, yo nunca tuve contacto ni siquiera con la palabra geriatría ni geriátrico. Me involucré porque mi marido es médico y siempre fue su sueño tener un geriátrico. Es una pasión en realidad porque es complicado, uno se involucra con el paciente, uno genera un vínculo con el paciente, con la familia, y convengamos que sabemos que es una etapa de la vida que, bueno, tiene su final”, expresó.
“Nuestra idea es que la gente piense que es un premio de la vida. Y creo que hay que pensar así hoy. Que tenemos que cambiar ese modelo, ‘¿voy a ir a un geriátrico para qué?’, ‘me dejaron abandonado’, ‘mis hijos hacen su vida y yo estoy ahí, solita’. No, no es así, no es el objetivo y no es nuestra idea”, explicó. Y completó: “Inclusive en el contrato que le hacemos firmar a la familia responsable, una de las cláusulas que tiene es que le exigimos la visita”.
Para garantizar un servicio de calidad, Sartori destacó la importancia de contar con un equipo bien preparado. “No podés brindar un buen servicio si no tenés un buen equipo”, afirmó, precisando que el personal abarca desde enfermeros y asistentes gerontológicos hasta cocineros y personal de mantenimiento. “Nosotros tenemos mi marido que es médico cirujano, pero se especializó en todo lo que es gerontología. Tenemos una médica psiquiatra, una nutricionista, una kinesióloga, un equipo de acompañantes terapéuticos”, agregó.
La formación y la dedicación del personal son ejes nodales para el buen funcionamiento de la residencia. Sartori mencionó que seleccionan personas capacitadas y que, además, su esposo, como profesor de la Cátedra de Gerontología, facilita pasantías para estudiantes de medicina, lo cual enriquece la calidad del servicio que brindan.
“Si el personal que tenemos no nos acompaña en cuanto a conocimiento, a contención y sobre todo a vocación, es muy difícil llevar adelante el cuidado de personas tan lábiles, tan sensibles. Un abuelo se cae, se fractura y puede terminar hospitalizado o terminar en la muerte”, sostuvo.
Uno de los mayores desafíos que enfrentaron fue la pandemia de COVID-19. “La pandemia fue terrible. No me voy a olvidar cuando empezó todo el tema de que iba a haber una pandemia”, recordó. Las medidas tomadas incluyeron la suspensión de visitas y la implementación de estrictos protocolos de higiene y seguridad. A pesar de la dureza de la situación, la entrevistada destacó el apoyo de los familiares y la importancia de la interacción continua.
De esta manera, Sartori abogó por un envejecimiento sano y una calidad de vida que incluya la interacción con la naturaleza y actividades al aire libre. “Lo que nosotros queremos es un envejecimiento sano pero no solamente físico, mental también”, enfatizó. De allí que la residencia no tiene televisores en las habitaciones para fomentar la socialización y la actividad física.
Tiene 66 años, cursa tercer año de Abogacía y trabaja como empleada doméstica: “Me siento feliz estudiando lo que siempre quise”https://t.co/PqaqI38ok4
— misionesonline.net (@misionesonline) September 12, 2024