Una frase atribuida a Deng Xiaoping refleja su enfoque: "El socialismo no es pobreza. Ser rico es glorioso". Este pensamiento impulsó el sistema que transformó a China en una potencia económica en tiempo récord. Además de generar riqueza, redujo la pobreza y distribuyó equitativamente los beneficios entre la población manteniendo un control público y cooperativo de la economía.
Esta semana se conmemora el 120° aniversario del nacimiento de Deng Xiaoping, el líder chino que jugó un papel crucial en la modernización y apertura de China al mundo, cambiando el curso de la historia para su país y para el mundo.
Deng Xiaoping, nacido el 22 de agosto de 1904 en Guang’an, Sichuan, fue una figura central en la política china desde la década de 1950 hasta su muerte en 1997. Aunque nunca ocupó formalmente los cargos de jefe de estado o jefe de gobierno, su influencia como líder supremo del Partido Comunista fue incuestionable, especialmente durante el periodo de reformas económicas que impulsó a partir de 1978.
Deng es conocido por haber implementado las «Cuatro Modernizaciones», un conjunto de reformas que buscaban modernizar la agricultura, la industria, la defensa nacional y la ciencia y la tecnología de China. Este proceso de apertura económica es comúnmente referido como «socialismo con características chinas». Deng justificó su enfoque pragmático con la famosa frase: «No importa si el gato es blanco o negro, siempre que cace ratones».
Además, repitió con vehemencia que tal apertura no significaba que China deje de ser socialista: «Aunque una economía de mercado socialista es similar a una capitalista en cuanto al método,» dijo, «también existen diferencias entre ellas. La economía de mercado socialista regula principalmente las interrelaciones entre empresas de propiedad estatal, entre empresas de propiedad colectiva e incluso entre empresas capitalistas extranjeras. Pero, en última instancia, todo esto se hace bajo el socialismo, en una sociedad socialista. No podemos decir que la economía de mercado existe solo bajo el capitalismo. La economía de mercado estaba en sus etapas embrionarias ya en la sociedad feudal. Seguramente podemos desarrollarla bajo el socialismo».
Bajo su liderazgo y gracias a sus teorías económicas, China pasó de ser un país aislado y predominantemente agrario a convertirse en una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo. Su visión transformó el país, sentando las bases para el milagro económico que ha sido admirado y estudiado por economistas y líderes mundiales. En las décadas siguientes, más de 800 millones de personas salieron de la pobreza gracias a las reformas chinas (un 75% de la reducción de la pobreza a nivel mundial), y China se estableció como una potencia económica y política a nivel global.
Uno de los aspectos más significativos de su legado fue la creación de Zonas Económicas Especiales (ZEE), comenzando con Shenzhen. Esta ciudad, que pasó de ser un pequeño pueblo pesquero a una metrópolis próspera, se convirtió en un símbolo del éxito de las reformas de Deng. Estas zonas fueron diseñadas para atraer inversiones extranjeras y experimentar con políticas de mercado, lo que aceleró el crecimiento económico de China y la integración del país en la economía mundial.
Además de su enfoque en las reformas económicas, Deng también promovió una política exterior más abierta y cooperativa, estableciendo relaciones diplomáticas con Estados Unidos en 1979 y fomentando la participación de China en organismos internacionales. Esta apertura fue fundamental para la inserción de China en el sistema internacional y para su desarrollo como un actor clave en la globalización.
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