A meses de su partida, los corazones se unieron para honrar la memoria del insigne cantautor, escritor, poeta y pintor misionero, Ramón Ayala. Reconocido como uno de los más grandes representantes de la música del Litoral, su legado resonó una vez más en un sentido homenaje que culminó este domingo con un emotivo acto en la Bajada Vieja de Posadas.
El tributo inició con solemnidad desde Iguazú, marcando el inicio de un recorrido que llevó la memoria de Ramón Ayala por los cuatro puntos cardinales de la Tierra Colorada. Puerto Esperanza, Eldorado, Montecarlo y Puerto Rico se sumaron al trayecto, recibiendo con fervor el legado del «Arandú Mayor».
Hoy, la comitiva continuó su viaje, visitando Panambí y Garupá, para finalmente cerrar el recorrido con broche de oro pasadas las 18 horas en la Bajada Vieja, donde se realizó un homenaje final cargado de emociones.
La ciudad de Posadas también dejó su huella en esta conmovedora jornada, con el descubrimiento de una placa que inmortaliza el nombre de Ramón Ayala en la avenida de ingreso al puerto. Pasadas las 17:30, este gesto simbólico marcó el reconocimiento eterno a su legado. El cierre del homenaje, digno de su grandeza, se llevó a cabo en la Bajada Vieja, resplandeciendo con todo su esplendor casi una hora después.
El Mensú
La noche del jueves 7 de diciembre marcó el adiós de Ramón Ayala, el venerado músico misionero, en el Sanatorio Güemes de Buenos Aires. Tras una ardua batalla contra una neumonía, Ayala, de 96 años, dejó un legado perdurable que ha sido un pilar en la música folklórica argentina.
Ramón Ayala, nacido el 10 de marzo de 1927 en Garupá como Ramón Gumercindo Cidade, no solo fue un virtuoso músico, sino también un talentoso poeta y artista plástico. Su influencia trascendió las fronteras geográficas y estilísticas del Litoral argentino.
Con obras inmortales como “El jangadero”, “El mensú”, “El cosechero” y “Canto al Río Uruguay”, Ayala dejó una marca indeleble en la escena musical argentina. Estas composiciones no solo resonaron en su voz, sino que también fueron abrazadas por otros destacados artistas como Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, Horacio Guarany y Liliana Herrero.
En una entrevista con la agencia Télam, Ayala reveló la esencia única de su música: “He bebido mucho de la música clásica, no me quedo en lo rutinario. En el folclore, hay repeticiones que, en lugar de enaltecer el género, lo empequeñecen; es cuestión de evitar esos ‘virus interiores’”.
En los años 50, Ayala formó parte del trío Sanchez-Monjes-Ayala junto a Arturo Sánchez y Amadeo Monjes. Juntos exploraron un amplio espectro musical, desde guaraníes hasta temas más porteños, sin dejar de lado incursiones en los boleros.
Hacia 1960, Ayala innovó al crear el ritmo del gualambao con el propósito de otorgar a su provincia un estilo musical único. Este ritmo, caracterizado por dos polcas encadenadas con una síncopa constante, se escribía en un compás de 12/8, destacándose por su estructura singular.