“Estoy colonizando a todos a base de mate y dulce de leche”: Amador Abiuso, el posadeño que cambió Misiones por Tanzania

Amador tiene 19 años, es de Posadas, pero hace tiempo se embarcó en un viaje que lo llevó hasta la tierra donde nació la humanidad: África. En un intercambio estudiantil, el misionero se encuentra residiendo en Tanzania, país al este del continente. Conocé su historia.

“Estoy acá hace seis meses, llegué a inicios de agosto y ya serían seis meses ahora en febrero. Me enteré de esta oportunidad educativa gracias al Comité de la Argentina sobre una organización que se llama ‘Colegios del Mundo Unido’”, comentó en díalogo con Misiones Online.

Según explicó el joven misionero, esta organización conecta a jóvenes de todo el mundo de la misma edad y los pone a estudiar juntos en distintos colegios que están repartidos en todos los continentes.

“A mí me tocó el campus que está en Tanzania, pero hay campus en América, en Europa, en África como el mío, en Asia. Eso es lo más lindo, que intentan unir a todos los chicos con la misión de hacer de la educación una herramienta para unir a las naciones y a las culturas por la paz de un futuro sostenible”, indicó.

Amador destacó que, si bien se encuentra en Tanzania, no ha tenido la oportunidad de experimentar a fondo cómo es vivir dentro de su sociedad, puesto que se encuentra residiendo dentro del campus educativo.

“Como somos chicos de todo el mundo, tenemos que tener una lengua que nos pueda permitir a todos comunicarnos. Es muy distinto de la vida en Tanzania donde se habla Suajili y que es una cultura súper distinta a la Argentina, que a su vez también es distinta a la del campus”, explicó.

En su caso particular, el misionero comparte habitación con otros dos jóvenes de China y Tanzania, respectivamente.

“Al principio fue un poco difícil porque la diferencia entre la cultura de un argentino, un chico de China y un joven de Tanzania es absolutamente distinta. Pero son cosas que uno aprende a lidiar y también aprende a apreciar un poco tanto la cultura propia como la ajena, que creo que es una de las cosas más ricas de este tipo de oportunidades”.

Como parte de esta integración cultural, el misionero reveló que está llevando a cabo su propia “colonización” en el campus.

“Estoy colonizando el campus a base de mate y dulce de leche a diestra y siniestra”, comentó entre risas.

“Tengo unos videos de sus reacciones, porque no importa que sean de Europa, de África o de Asia, todos se vuelan la cabeza por el dulce de leche. Al principio estaba contento, pero ahora tengo que ser más reservado porque se me acaba, así que no puedo compartir tanto”, contó.

Pensando a largo plazo, el posadeño señaló que esta experiencia le cambio su manera de pensar, y deberá reflexionar acerca de hacia donde quiere continuar su camino educativo y laboral.

“Lo que sí quiero hacer es poder volver para plantearme bien qué quiero hacer con mi vida, porque gracias a esto, a esta oportunidad que accedí, se me abrieron muchas puertas y estaría lindo poder conservar la posibilidad tanto de estudiar en el extranjero como en Misiones o en la Argentina”, expresó.

Es en este sentido que destacó la importancia de su familia durante este viaje, de la cual recibió un apoyo incondicional.

“Por suerte tengo una familia que es muy abierta, que me apoya mucho y siempre me impulsa este tipo de oportunidades de viajar y de conocer lo que hay después del mar, de alguna manera”, resaltó.

“Gracias a ellos tengo la fuerza para estar acá, porque siendo joven es un poco difícil para mí No había salido nunca antes del país, mucho menos vivido fuera. Fue un shock, pero gracias a que los tengo me dan la fuerza para seguir estando acá”.

El factor nostálgico se hace presente y es por eso que Amador mantiene su agenda repleta de actividades para no extrañar su hogar.

“Tengo ocupado todo el tiempo gracias al colegio. Ellos nos dan la oportunidad de ir a excursiones como la que estuve hace poco y también muchas actividades extracurriculares”.

“Justamente mi colegio tiene un departamento que se llama Aprendizaje experimental, que lo que hace es sacar a los estudiantes de las aulas y llevarlos a Tanzania en su zona más salvaje, como son las montañas o los parques nacionales, o hasta la playa que desemboca en el Océano Índico”, relató.

“La última que excursión de la que formé parte fue la del Monte Kilimanjaro, que con el colegio nos llevaron hasta la cima del “techo de África”, la montaña más alta del continente”, agregó.

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Por último, dejó un mensaje para todos los jóvenes que se encuentran en la dicotomía de estudiar o no en el extranjero:

“Lo único que les puedo decir es que cuando llegue el momento de dar el salto, hay que hacerlo, porque si no, uno se termina quedando en el mismo lugar”.

“Si uno tiene curiosidad por saber que hay más allá, si tiene curiosidad por saber cómo es afuera de lo que está acostumbrado y cómo son las personas distintas a uno y quiere ver el mundo, que es lo que a mí me pasaba y me sigue pasando todavía, hay que dar el salto. El tren no pasa muchas veces y que hay que aprovechar cuando lo hace”, completó.

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