En búsqueda de su segundo tiempo, Mauricio “Terminator” Macri se llevó por delante todo: rompió Juntos por el Cambio, el PRO y La Libertad Avanza gracias a un certero trabajo de destrucción política que convirtió a la oposición en un hospital repleto de heridos. En 2015 usó a los radicales como garrocha para llegar a lo más alto de la política nacional y ahora intenta repetir la jugada con los libertarios.
La carrera dirigencial del expresidente tiene una constante, nunca participó de ningún armado sin encabezar. La agrupación que conformó para disputar la presidencia de Boca Juniors, el partido político con el que llegó a ser jefe de gobierno porteño y las alianzas que integró para jugar en las ligas mayores de la política nacional, todas esas estructuras se construyeron en torno a su liderazgo y con el objetivo central de satisfacer sus ambiciones personales.
Pero este año se rompió esa seguidilla. Porque el recuerdo todavía fresco de su mala gestión presidencial lo convirtió en un candidato poco competitivo en la interna de lo que hasta la semana pasada era su propio espacio. No le quedó más alternativa que fingir un renunciamiento heroico para evitarse una humillante derrota.
Fue entonces que comenzó con su trabajo de destrucción, orientado primero a sacar de competencia a Horacio Rodríguez Larreta, a quien las encuestas mostraban como el opositor con mayor intención de voto, que además tenía gestión para mostrar y estructura para afrontar una campaña.
Utilizó a Patricia Bullrich para neutralizar a Larreta, pero en la misma noche de las PASO le dio la espalda a la recién ungida candidata de Juntos por el Cambio y bendijo a Javier Milei, con un discurso que dejó atónitos a propios y extraños.
Durante la campaña posterior a las primarias, Macri jugó todo el tiempo a dos puntas, recién al final participó de un par de actos en apoyo a Bullrich y nunca dejó de ofrendar guiños a Javier Milei.
Como buen tahúr, ocultó sus cartas hasta la última jugada y cuando ya estaba definido el balotaje Massa – Milei, blanqueó el acuerdo que mucho antes había cerrado con el libertario.
Sin consultar a ninguno de sus socios, mandó a Bullrich y a su candidato a vice, Luis Petri, a anunciar una alianza electoral con La Libertad Avanza. Fue un acto de prepotencia, un intento de arriar a los empujones no solo a los dirigentes sino también a los votantes de JxC hacia la dirección que quiere Macri para satisfacer sus caprichos, ni siquiera está muy claro si Bullrich acompañó por convicción o por fidelidad.
La noticia cayó como un bombazo entre radicales, integrantes de la Coalición Cívica y el ala larretista del PRO. Con ese acto, Macri terminó de romper JxC y al mismo tiempo provocó una grieta en el movimiento libertario.
Los seguidores de Milei que compraron el slogan de combatir contra “la casta” se sintieron defraudados por el giro inesperado que dio su candidato.
Es que la alianza con un sector del PRO no es solo electoral sino que implica un cogobierno con actores a los que el libertario siempre identificó como parte de una clase política decadente que impide el desarrollo del país.
El temor de los libertarios es que Milei sea el próximo objetivo en el plan de destrucción de Macri, hipótesis que no suena para nada descabellada especialmente teniendo en cuenta que el candidato de LLA no tiene experiencia alguna en gestión, tampoco una estructura partidaria que lo sustente, ni gobernadores y la participación de su partido en las cámaras legislativas es relativamente baja.
Macri y Milei se subieron al mismo colectivo y conociendo los antecedentes del expresidente de Boca, será difícil que el libertario siga al volante del vehículo durante mucho tiempo más.
La frase con la que Milei selló el acuerdo con Macri, “vengan que estoy solo”, encendió varias alarmas en el entorno del libertario. No solo porque su candidato los rebajó al punto de la inexistencia sino también porque fue desde el entorno del expresidente que se filtró esa frase pronunciada en el contexto de un diálogo íntimo. Todo indica que el operativo para agregar al libertario al listado de víctimas de Macri ya está en marcha.
Tres legisladores electos por el partido de Milei pegaron el portazo antes de asumir y las expresiones de descontento se multiplicaron en todo el país. Incluso en Posadas uno de los locales partidarios de los libertarios fue vandalizado con mensajes de repudio al acuerdo con Macri.
Dentro de JxC el rechazo fue mayoritario, solo algunos referentes de los halcones del PRO respaldaron la jugada del expresidente.
Los radicales se enteraron por televisión de la decisión que tomó Macri entre gallos y medianoche, a la que arrastró a una apocada Patricia Bullrich, y la ira no se hizo esperar.
Es que humillar al radicalismo es uno de los pasatiempos preferidos de Javier Milei. En su historial de declaraciones sobran los ejemplos. “Los radicales son los grandes responsables de la decadencia argentina, que empieza con el populismo de izquierda de (Hipólito) Yrigoyen”, dijo hace un tiempo cuando lo consultaron por la posibilidad de integrar JxC.
Usualmente se refiere a Raúl Alfonsín como el “fracasado hiperinflacionario de Chascomús” y en una entrevista comentó risueño que su terapia para descargar tensiones consiste en pegarle a un muñeco con la cara del expresidente radical.
“Viejos meados”, “inútiles radicales”, “excrementos humanos socialistas” fueron algunas de las expresiones que usó el libertario para referirse a la UCR, a sus dirigentes y militantes.
Los radicales de todo el país hicieron cola para despacharse contra el pacto anunciado por Bullrich. Uno de los primeros en referirse a la cuestión fue Martín Lousteau quien dijo que “Macri es el gran responsable del fracaso de Juntos por el Cambio…por su capricho personal destruyó la candidatura de Larreta y finalmente la de Bullrich…trajo de vuelta a Cristina y al kirchnerismo en 2019 y ahora nos trae a Milei, o de nuevo a Massa con el kirchnerismo”.
En términos parecidos se manifestaron Elisa “Lilita” Carrió y los demás representantes de la Coalición Cívica.
El rechazo al pacto de cogobierno entre Macri y Milei fue mayoritario incluso dentro del PRO. Horacio Rodríguez Larreta dijo que no estaba dispuesto a votar a Milei y recordó que el libertario siempre fue extremadamente agresivo con él y con Juntos por el Cambio, fuerza a la que el libertario gustaba referirse como “Juntos por el Cargo”.
Incluso Jorge Macri, jefe de gobierno porteño electo y primo de Mauricio, reprendió a dos dirigentes del PRO porteño, Waldo Wolff y Javier Iguacel, quienes habían anticipado su voto por Milei. “Estas cosas no se deciden de manera individual”, dijo en una crítica que sonó a tiro por elevación en contra de su primo.
Vaciamiento de sentido libertario
Los principales costos que paga Milei por su alianza con Macri son la confusión en sus ejes programáticos y el debilitamiento de sus postulados discursivos más efectivos.
Con Macri adentro ya no se puede hablar de terminar con la casta y no queda más opción que adoptar el discurso perdedor de Patricia Bullrich que llamaba a destruir al kirchnerismo para iniciar a una etapa de cambio que nadie sabe explicar de qué se trata.
Con Macri adentro ya no se puede hablar de terminar con la casta y no queda más opción que adoptar el discurso perdedor de Patricia Bullrich que llamaba a destruir al kirchnerismo para iniciar a una etapa de cambio que nadie sabe explicar de qué se trata.
De acuerdo con la comunicación del eje Macri-Milei, la idea sería ganarle al kirchnerismo y después ir viendo sobre la marcha cómo resolver los problemas del país.
Esto genera dos problemas: por un lado, incrementa la sensación de improvisación y salto al vacío que ya generaba Milei cuando estaba solo y por otro lado, cambia un slogan que demostró efectividad (el de la casta) por otro que suena desactualizado.
El riesgo de abrazarse al anti-kirchnerismo como lei motiv de campaña es el de concentrar el ataque en un enemigo que ya no está en el campo de batalla.
Sergio Massa no es kirchnerista, algo que advirtió hasta el periodista Jorge Lanata que no se destaca por tener inclinaciones peronistas, su vice tampoco es K y Cristina -a diferencia de Macri- tuvo la prudencia de mantenerse al margen no solo de las candidaturas sino de todo el proceso electoral.
Y si de destruir al kirchnerismo se tratara, a ningún ciudadano con una mínima capacidad de lectura política se le escapa que el único que está en posición de hacerlo es Sergio Massa. Porque en el peronismo los cambios siempre vienen desde adentro.
Así como el capítulo del menemismo no se cerró porque De la Rua ganó una elección sino por el empoderamiento de Eduardo Duhalde y así como el duhaldismo tampoco se terminó por mérito de los radicales sino por el crecimiento político de Néstor y Cristina Kirchner, el kirchnerismo no se va a diluir porque Milei y Macri ganen una elección. La única forma que ello ocurra es que dentro del peronismo surja un liderazgo más potente y el único con la capacidad y la ambición de hacerlo es Sergio Massa.
Pero el pacto con Macri no solo priva a Milei de su efectivo slogan anticasta, también genera confusión en torno a su plataforma de gobierno. Porque Bullrich tenía otra plataforma, el expresidente también tiene sus propias ideas y no queda claro cuáles serían las propuestas del combo Macri – Milei.
Propuestas del libertario como la dolarización, la eliminación del Banco Central, la liberación de la tenencia de armas o el sistema de vouchers para la educación fueron resistidas por Bullrich y por Macri, que tienen sus propias ideas respecto a cómo normalizar el sistema cambiario, combatir la inflación, la inseguridad y cómo gestionar la educación pública.
Antes de formalizar esta nueva alianza, ya había serias dudas en torno a la factibilidad de las propuestas con las que Milei sedujo a buena parte de su electorado, dudas que ahora son mucho mayores.
Otro punto que genera incertidumbre es la salud mental del libertario, que volvió a quedar en entredicho luego de una entrevista televisiva con el canal de cable A24 en la que tuvo serios inconvenientes para responder preguntas relativamente sencillas, se mostró incoherente y volvió a recurrir a metáforas perturbadoras de alto contenido sexual.
La oposición también se rompió en Misiones
El intento de Macri por meter a Juntos por el Cambio a los sopapos adentro de La Libertad Avanza generó en Misiones las mismas fracturas que a escala nacional. Los jóvenes que vienen militando la candidatura y las ideas de Milei, se encontraron de la noche a la mañana con la novedad de que ahora el protagonismo dentro de ese espacio es para los Puerta, Schiavoni y Goerling, representantes de “la casta” que pretendían combatir.
Les tocó experimentar en carne propia la decepción al verse desplazados por un acuerdo de cúpulas que solo responde a las ambiciones personales de un puñado de dirigentes y que va en contra de todo lo que venían militando (equivocados o no) con la esperanza de provocar un cambio no solo en la economía sino también en la cultura política.
El líder al que veneraron como si se tratara de una estrella de rock les demostró ser igual o peor que todo aquello que dice combatir.
Las bases radicales misioneras explotaron contra la decisión inconsulta de Macri, que volvió a faltarle el respeto al mismo partido que en 2015 le prestó la escalera para llegar al poder.
Los dirigentes nacionales del centenario partido ya se manifestaron contra el acuerdo y también se expidieron en el mismo sentido varios dirigentes provinciales, pero hasta ahora no hay una comunicación oficial del partido, lo que llamó poderosamente la atención.
La militancia relaciona el silencio de la cúpula de la UCR de Misiones a la buena relación con Pedro Puerta, al que en mayo le entregaron el primer lugar de la lista de candidatos a diputados provinciales. Cabe recordar que Puerta llamó a votar por Milei incluso antes de que lo hicieran Bullrich y Macri.
A pedir de Massa
Después de la remontada inesperada del domingo, Sergio Massa ni siquiera necesitó salir a hacer campaña para consolidar su posición de liderazgo frente a su contrincante directo, le bastó con sentarse a asistir la explosión del espacio opositor aplicando aquello de no interrumpir a tu rival cuando se está equivocando.
Los cambiemitas que se quedaron del lado de la alianza Milei – Macri acusan a los demás, especialmente a los radicales, de ocultar sus verdaderas intenciones de votar a Massa cuando afirman que votarán en blanco. Lo más probable es que tengan razón y el candidato oficialista lo sabe, e incluso las primeras encuestas sugieren eso.
La consultora Analogías difundió una encuesta realizada esta semana en la que asignan a Sergio Massa una intención de voto de 42,4% contra 34,3% de Milei con 5,8% de voto en blanco y un 17,5% de indecisos.
Con un estimado de 6 puntos de voto en blanco, a Massa le bastaría con un 47% del total de votos para ganar el balotaje, con lo cual estaría a menos de 5 puntos de llegar a ese número, mientras que a Milei le faltan 13 puntos.
Pero las encuestas han demostrado su falibilidad. Los números más sólidos son los de las elecciones del domingo: Massa ganó por 6 puntos, diferencia para nada menor, pero se quedó a 14 puntos del mínimo que necesitaría para ganar en segunda vuelta y los antecedentes recogidos en distintos lugares del mundo indican que para los oficialismos siempre es más difícil sumar votos en esta instancia.
Que lo diga Daniel Scioli que en 2015 perdió la segunda vuelta frente a Mauricio Macri después de haber ganado la primera instancia, aunque con una diferencia mucho menor a la que consiguió Massa.
Pero el mundo también nos enseñó que cuando se enfrentan en una elección mano a mano un candidato de algún extremo ideológico contra uno de centro, suele ganar el de centro porque encuentra más facilidades para captar los votos de los demás partidos.
Ejemplos recientes fueron el triunfo de Emmanuel Macron frente a la ultraderechista Marine Le Pen y el de Lula Da Silva contra Jair Bolsonaro.
En el plano de la estrategia electoral, el candidato oficialista entró al balotaje contra el candidato que le resulta más cómodo, porque es al que más le va a costar seducir a los votantes de otros espacios.
Sus antecedentes como dirigente político ubican a Massa en una posición ideal para proponer una campaña de contrastes frente a un contendiente como el libertario.
Después de normalizar una economía que estaba al borde del estallido, el candidato-ministro está en condiciones de ofrecerse ante el electorado como garante del orden y la previsibilidad en oposición al candidato de LLA que propone un salto al vacío.
Su propuesta de gobierno de unidad frente a la apuesta por la profundización de la grieta que hace la dupla Macri-Milei es otro eje en el cual el tigrense juega con las cartas ganadoras.
En ese punto, Massa está mejor parado que su rival para buscar el voto extrapartidario, porque ya en su campaña previa a las generales había convocado a un gobierno de unidad nacional. La mencionada encuesta de Analogías indica que más del 52% del país está a favor de esa propuesta de unidad nacional y solo un 23% está en contra.
Opera a favor del ministro de Economía el hecho de que una propuesta de gobierno de unidad que procure consensos amplios resulta creíble puesta en su boca porque tiene buen diálogo con dirigentes de prácticamente todas las fuerzas políticas, mientras que Milei se encargó de incendiar puentes durante toda su corta carrera política y no se privó de insultar a prácticamente ningún dirigente, salvo a Macri por quien profesa una inocultable admiración.
La moderación y templanza de carácter de Massa en oposición al candidato libertario que da la sensación que está siempre al borde de estallar es otro factor que opera a favor del oficialista. La incorporación de Macri y de Bullrich al espacio de ultraderecha no ayudan mucho a LLA en ese apartado.
Es que la política suele desafiar a la matemática. En política hay sumas que restan y la de Milei + Macri es una de ellas.
En campaña
El domingo a la noche empezó la nueva campaña con dos candidatos buscado los votos que quedaron huérfanos después de la primera vuelta. Entre los radicales, los del PRO y los de Schiaretti está la mayor parte de los sufragios que terminarán definiendo la elección del 19 de noviembre.
Milei salió decididamente a buscar el voto de la candidata a la que había acusado de poner bombas en jardines de infantes. Cambió a su enemigo que dejo de ser “la casta”, ahora es lisa y llanamente el kirchnerismo. Adoptó el mismo discurso de JxC en un intento por atraer a sus votantes.
En las redes sociales libertarias los votantes cambiemitas dejaron de ser “viejos meados” para convertirse en valientes militantes del cambio.
La necesidad de buscar el voto ajeno obligó a Milei a un giro discursivo que se percibe un tanto forzado. El hombre que se caracterizó por criticar con violencia a todos los que no adhieren a sus postulados, ahora se encuentra ante la ingrata tarea de pescar afuera de la pecera.
Por cercanía ideológica está mejor ubicado para quedarse con los votos de Bullrich, especialmente entre aquellos que la eligieron en primera vuelta, son 17 puntos. El presidenciable de LLA también apunta a los votantes de Juan Schiaretti, candidato con el que comparte el antikirchnerismo, pero con quien se diferencia por falta de moderación.
En la búsqueda de sumar, Milei llevo sus contradicciones al paroxismo al tentar a la izquierda con el ministerio de Desarrollo Humano, con lo cual sólo consiguió poner de manifiesto su desesperación.
Con M de milagro
Parece que fue hace un siglo, pero hace solo seis días y contra todos los pronósticos, Sergio Tomás Massa se impuso en las elecciones generales y estuvo a menos de cuatro puntos de resolver la elección en primera vuelta. El candidato de UP creció 9 puntos porcentuales respecto a las PASO, mientras que Javier Milei se quedó clavado en los casi 30 puntos de las primarias y Patricia Bullrich no consiguió retener los votos de Rodríguez Larreta.
El sorprendente crecimiento del candidato oficialista encuentra más razones en los desaciertos de la oposición que en la buena recepción que hayan tenido las medidas de gobierno adoptadas en las semanas previas. El voto castigo que se impuso en las primarias, fue superado el domingo por un voto que apunta más a la autopreservación frente a un candidato cuyo discurso abunda en metáforas de destrucción masiva.
Milei fue a las generales con la misma receta que le dio 30 puntos en las PASO: un discurso agresivo de tono confrontativo con argumentos copiados de la alt right estadounidense. En algún punto de su derrotero de campaña confundió el respaldo electoral con adhesión plena a sus postulados ideológicos y se desbocó.
Pasó por alto que el tercio de votos conseguidos en las PASO eran más un castigo para el gobierno fallido de Alberto y de Cristina que una muestra de respaldo a la agenda de extrema derecha a la que él adhiere a pies juntillas.
Embriagados por el triunfo de las primarias, los libertarios cometieron el recurrente pecado de la soberbia. Sobregiraron sus discursos en un éxtasis delirante que llegó a puntos épicos con propuestas de la talla de privatizar el mar para proteger a las ballenas, romper relaciones diplomáticas con el Vaticano, habilitar la venta de órganos o permitir que los varones puedan renunciar a voluntad a la paternidad.
En un intento de ganar en primera vuelta sin medir las consecuencias, Milei buscó desembozadamente desestabilizar la economía. Pasó de pronosticar un estallido inminente a prender la mecha de la bomba con declaraciones públicas para nada inocentes. Mientras el país se sumía en la incertidumbre por una nueva corrida del dólar, el libertario festejaba la pulverización del poder adquisitivo de la gente porque así le resultaría más sencillo dolarizar.
La borrachera de agresividad desbocada tuvo otro punto alto con la acusación disparatada a Patricia Bullrich de poner “bombas en jardines de infantes” (todo en plural, como si se tratara de una conducta habitual de la derrotada candidata de JxC).
Mucha gente entendió que un piromaníaco tal vez no sería la persona más indicada para apagar el incendio y empezó a mirar con más cariño a los candidatos que se plantaron en discursos más racionales y menos violentos. Eso benefició a Massa, pero también a Juan Schiaretti que prácticamente duplicó su caudal de votos respecto a las PASO.
Milei era el candidato que no tenía techo, pero el domingo parece haberlo encontrado.
Milei era el candidato que no tenía techo, pero el domingo parece haberlo encontrado.
Así fue como Milei se convirtió en eslabón indispensable en la cadena de sucesos que terminó con el milagro de Massa. Porque la elección que hizo UP el domingo no puede calificarse de otra manera: consiguió crecer mucho más que todas las opciones opositoras en los mismos dos meses en los que la inflación acumuló 25 puntos. Todo eso proponiendo como candidato a presidente al ministro de economía que debería controlar esa inflación.
Juntos por el Cambio también prestó colaboración para la enésima resurrección del peronismo. Propuso una candidata que claramente no estaba a la altura del cargo al que aspiraba y que nunca consiguió disimular sus inconsistencias.
Ni Bullrich ni su equipo de campaña encontraron los argumentos ni el tono adecuados para hablarle a la gente después de las PASO. La candidata que desde sus inicios en política hizo culto de la confrontación y denostó la tibieza de quienes reniegan de los extremos, se vio obligada a la moderación para marcar diferencias con Milei, que claramente la superó en ese terreno.
Para despegarse del estigma de ser “segunda marca” del libertario, la más temeraria de los halcones del PRO intentó imitar costumbres propias de las palomas, pero lo hizo con torpeza y en varias apariciones públicas ni siquiera supo explicar sus propias propuestas.
En buena parte gracias a los desaciertos y las falencias de sus contrincantes, pero también por haber adoptado medidas que aliviaron temporalmente los efectos de la crisis económica a buena parte de la población, Massa terminó construyendo una remontada que nadie supo pronosticar (salvo la consultora Atlas Intel).
El tigrense logró diferenciarse de sus principales contrincantes mostrándose como un político profesional (profesión de la reniegan los libertarios), como un dirigente moderado y llamando a un gobierno de “unidad nacional” al mismo tiempo en que Milei y Bullrich proponían la destrucción del que piensa distinto.
Con todos los méritos que se le puedan atribuir al ministro de Economía, quien tal vez mejor resumió el análisis electoral fue su candidato a vice, Agustín “el Chivo” Rossi, quien parafraseando al gran Juan Román Riquelme dijo: “seremos menos malos que los demás”.
Amplio triunfo renovador
En Misiones la gente volvió a votar por la opción que le otorga más certeza y confianza. El Frente Renovador ganó con más del 65% de los votos positivos emitidos en la categoría senadores y diputados.
Eso permitió que el oficialismo provincial se quedara con tres de las cuatro bancas de Diputados que estaban en disputa y con dos de las tres bancas de Senadores. Los restantes legisladores saldrán de las listas de Juntos por el Cambio que hizo en Misiones su peor elección desde que esa alianza compite en la provincia.
En diputados, el oficialismo renovaba una sola banca, la de Diego Sartori que el domingo resultó electo parlamentario del Parlasur, con lo que en la nueva conformación de la Cámara baja tendrá dos representantes más. Los que entrarán por esa fuerza serán Daniel “Colo” Vancsik, Yamila Ruíz y Alberto Arrúa.
Juntos por el Cambio renovará la única banca que ponía en disputa, la que ocupaba Alfredo Schiavoni, que ahora irá para Emmanuel Bianchetti.
El peronismo kirchnerista de Misiones que renovaba dos bancas, las de Cristina Brítez y Héctor “Cacho” Bárbaro, no tendrá representantes en la nueva conformación de Diputados.
En Senadores la renovación ponía en disputa las bancas de Maurice Closs y Maggie Solari que ahora serán ocupadas por Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, ambos de la misma fuerza.
Mientras que por el lado de JxC, la banca que hasta el 10 de diciembre estaba en manos de Humberto Schiavoni, después de esa fecha será de Martín Goerling.
La aplastante victoria renovadora provocó un cruce de acusaciones dentro de JxC. Radicales como Rodrigo De Arrechea atribuyeron la estrepitosa derrota a la “soberbia” de los dirigentes del PRO que no cedieron lugares en las listas para representantes de los demás espacios políticos que integran la alianza, lo que provocó que la campaña fuera apática.
Martín Goerling salió a responder a los radicales. Les recordó que sí tuvieron lugar en las listas, pero todos ellos eligieron respaldar a Horacio Rodríguez Larreta, que resultó perdedor en las PASO.
Más allá de las explicaciones de la oposición para tan llamativo resultado a favor del oficialismo, lo que quedó en evidencia nuevamente es el respaldo de la ciudadanía al proyecto del Frente Renovador.
Casi 7 de cada 10 misioneros que votaron en las categorías de diputados y senadores eligieron la boleta que encabezaban el Colo Vancsik y Carlos Arce.
El agradecimiento del presidente de la Legislatura y conductor de la renovación, Carlos Rovira, a todos los ciudadanos y las felicitaciones a los opositores que resultaron electos fue entendido como un gesto de preservación de la tranquilidad social que contrastó con lo que pudo observarse a escala nacional y fue muy valorado por el misionero que siempre prefiere la paz.