La historia detrás de la recuperación del frontis jesuítico de San Ignacio

El frontis, una valiosa pieza patrimonial del conjunto jesuítico de San Ignacio, o la placa del frente del Templo del municipio, finalmente regresó a su lugar de origen después de más de un siglo de ausencia. El historiador Estebán Snihur relató la fascinante historia detrás de esta restauración histórica que representa un acto de restitución para la provincia de Misiones.

La placa del frente del Templo de San Ignacio, una obra tallada por guaraníes, ha sido testigo de la historia del lugar desde su creación en el siglo XVIII. Sin embargo, su odisea comenzó en el año 1882 cuando se intentó extraerla de la fachada del templo por primera vez. Este intento resultó en un fracaso, y la placa quedó abandonada, quebrada entre los escombros.

En un segundo intento por rescatarla en 1887, el Museo de La Plata se involucró en la misión de llevarla como una valiosa pieza de arte al sur de Argentina. Sin embargo, este esfuerzo también fracasó debido a las dimensiones, el peso y la complejidad logística que implicaba mover la placa.

No fue hasta 1901 que la placa fue finalmente trasladada a la ciudad de Buenos Aires, utilizando medios de transporte más modernos. Desde entonces, ha permanecido lejos de su lugar de origen, convirtiéndose en un tesoro lejano y añorado por la comunidad de San Ignacio.

El regreso de la placa al conjunto jesuítico de San Ignacio marca un hito en la historia de Misiones y representa un acto de restitución histórica para la provincia. Esta pieza única, tallada por manos guaraníes es mucho más que un simple objeto artístico remarcó el historiador; es un símbolo de la rica herencia cultural y patrimonial de la región.

En palabras de Estebán Snihur, «La placa vuelve hoy al sitio de origen, que es San Ignacio. Vuelve de donde nunca debió haber sido retirada».

La placa del Templo de San Ignacio es un testimonio tangible de la destreza artística de los guaraníes y la influencia de la Compañía de Jesús en la región. Su regreso marca un capítulo significativo en la historia de Misiones y un recordatorio de la importancia de proteger y honrar nuestra herencia cultural.

 

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