Tras el reciente caso del joven que agredió a un árbitro y luego se suicidó, remarcan la necesidad de pedir ayuda y priorizar la salud mental en la población joven

El reciente caso del joven que agredió a un árbitro y luego se quitó la vida pone de relieve la preocupante problemática de los suicidios en Argentina. Nicolás Aranda, director provincial de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública, enfatizó en la necesidad de promover la apertura, el diálogo y la búsqueda de ayuda especializada para abordar este tema.

Nicolás Aranda – República

¿Qué está pasando con los suicidios en Argentina? 

Realmente es muy lamentable lo que ha sucedido con esta persona que se suicidó, independientemente de los hechos previos, y además siempre es algo a lamentar que alguien decida tomar este tipo de decisiones, eso en un principio. Después, esta es una problemática que se desarrolla y se presenta en toda la Argentina, con particularidades, obviamente, porque no todos somos iguales en nuestras formas culturales y demás, pero que es un tema acuciante para nuestra área, que es la área de salud mental.

Yo creo que acá se pone en manifiesto un poco cómo afectó la post pandemia en el sentido de generar vulnerabilidad en los lazos que tenemos con los otros. Entonces, cualquier situación de estrés mayor o de angustia, de sufrimiento, se vuelve fácilmente intolerable.

¿Cuál es tu opinión sobre el joven de 24 años que, lamentablemente, tomó la decisión de suicidarse?

Es muy lamentable. Encima entra dentro de lo que es la población que nos tiene más preocupados, que son los varones de 15 a 30 años, que es donde tenemos los números más pronunciados a nivel país. Eso se replica también en la provincia de suicidios consumados.

Es una población a la que tenemos que prestar atención, te lo digo como varón, y que tenemos que ver y empezar a darnos lugar a permitirnos ser vulnerables, poder hablar de lo que nos pasa y aceptar que podemos recibir ayuda más allá de nuestros pares, sino también ayuda especializada y ayuda profesional.

La provincia de Misiones, según el informe de la UCA, el año 2022 fue un año negativo en relación al bienestar psicológico desde 2010.

Sí, nosotros vimos como la post pandemia incrementó muchísimo la demanda y la percepción de malestar, que nosotros lo vemos como efecto de lo que fueron las medidas de aislamiento por un lado y por el otro lado, el efecto de la crisis económica y de la alta inflación. Entendemos que el malestar de salud mental se ve influenciado por múltiples factores, y eso deriva en ciertas presentaciones, como son, por ejemplo, la ansiedad, la depresión, los intentos de suicidio.

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¿Qué es lo que entra en juego acá?

Siempre decimos que es multicausal, es como un combo en donde se dan, por ejemplo, ciertas situaciones, dificultades económicas que resienten nuestra capacidad de tolerar frustración ante problemas que se nos presenten en nuestro ámbito de los afectos, es decir, en nuestra familia, en nuestra pareja o en nuestro entorno.

Todo esto se va acentuando, la sensación de incertidumbre que generó la pandemia también, y que recién ahora parece que el mundo se empieza a ordenar un poco, porque después de la pandemia tuvimos guerra, tuvimos sequía, tuvimos un montón de otros efectos que son cuestiones sociales que inciden sobre las personas, y si las personas están pasando un mal momento o están vulnerables o les sucede algo puntual genera vulnerabilidad, la persona está frágil ante eso que le sucede.

También algo que se está empezando a charlar, es la iniciativa de empezar a ver cómo se relacionan cambio climático y salud, estamos empezando a verlo y es algo que tenemos que seguir investigando. Yo creo que debe haber algún nexo también en este tipo de cuestiones. Desde la provincia hemos participado con Nación para empezar a charlar de estas cuestiones.

Según la OMS, la salud mental es una parte fundamental del ser de la persona para poder tener un bienestar y poder ser un equilibrio para el tema de las relaciones, para vincularse, ¿es así?

Sí, está íntimamente vinculado. Nosotros hablamos de un modelo de salud integral, donde la salud mental sea un elemento más de la salud, no un elemento aparte como ha pasado muchas veces a lo largo del rango, y que desde hace un tiempo, desde 2010 en adelante, se viene hablando de que salud mental es parte de la salud integral.

Hoy día, por estas cuestiones de que hay muy alta demanda y hay mucho malestar, está en la agenda social y la gente lo entiende así, sobre todo la población más joven, los adolescentes lo tienen súper incorporado como parte de su salud, y que debe ser atendido y pensado con estrategias que sean acordes a los tiempos de corre.

También es interesante que se hable de la generación de cristal, yo trato de no dejarlo en ese nombre, sino pensar un poco qué lleva a esta dificultad en la tolerancia, en la frustración, en dificultades para proyectarse en el largo plazo. Nosotros desde la dirección trabajamos mucho, por ejemplo, con la UNaM porque hemos visto y ellos ven también dificultades en esto, una carrera universitaria es algo que va a pensarse a largo plazo, y hoy vemos que a los chicos realmente les cuesta.

Yo creo que también se relaciona con empezar a cuestionar los roles impuestos, de cómo debe ser la crianza y demás, por ahí ha dejado a algunas personas sin herramientas, o con herramientas muy fragmentadas a la hora de abordar una crianza. Y eso tiene repercusiones.

Por otro lado, el cambio en el mundo del trabajo por el tema de la informatización mediante los celulares, hace que muchas veces las personas estén o muy agotadas a sus casas y no puedan prestarle la atención que quizás prestaban otra generación de padres, por ejemplo, los padres que me tocaron a mí. La crianza es un proceso que lleva tiempo, hoy en día los padres por ahí llevan muy agotados, o el trabajo nunca se termina, están en la casa pero siguen en el teléfono, contestando y viendo opciones para poder ganarse el mango, y que hace que no se les pueda prestar esa atención.

¿Cómo ves el rol de las instituciones, las escuelas por ejemplo?

Creo que nuestras instituciones están en un momento de mucha fragilidad, la escuela y los otros espacios, los clubes, etc. Parece que no están encontrándole la vuelta para generar la contención que en otros momentos generaban y cómo te ordenaban. Entonces tenemos una generación que está muy frágil, que hay que ver cómo acompañarla y darle herramientas para tolerar la frustración, manejar de otra forma el sufrimiento, el dolor. Son cosas con las que inevitablemente todas las personas nos encontramos a lo largo de nuestra vida. El tema es qué hacemos con esa situación.

Según un informe, 4 de cada 10 adultos evidencia estar en una situación como la que está planteándose en este momento con sus palabras. Y lo peor, desde nuestra provincia, hablan de llegar a intentos de suicidio de 3 a 4 jóvenes cada fin de semana.

Sí, eso viene siendo así y se sostiene. Entonces nosotros podemos brindar desde el Estado, especialistas y demás, para lo que es la atención de esas personas pero tenemos que pensar, porque la persona que llega al intento, como llega a ser el volcán que hizo erupción, es decir, hubo toda una serie de factores previos que llevan a decir ¿por dónde viene la mano?.

En eso estamos tratando de generar encuentros con otros espacios, como es educación, como son las fuerzas de seguridad, ver también de trabajar con los barrios, para ver qué le pasa a esta gente, digamos, para que llegue a esa situación de que piense que la única solución para lidiar con el dolor es hacerse daño.

Su enfoque desde el inicio es que la población mayormente afectada son los hombres, los varones. ¿Por qué es así?

Eso tendríamos que ver después en números, pero es como una idea instalada. En los números duros, quienes lo concretan siempre son mayormente varones. Hay teorías al respecto, lo que dicen es que los varones tienen más acceso a herramientas que les facilita consumar un suicidio, por ejemplo, armas de fuego.

Después hay otra cuestión que hay que ver, ahora en los números se ve así, que aparentemente las que presentan mayores intentos son las mujeres. Es decir, quizás la mujer lo intenta, pero después hace un tratamiento, se acerca a una consulta y con los varones tenemos esa dificultad. Cuesta hablar de nuestras cosas, entonces hay que trabajarlo.

En relación a lo que pasó con este joven que se suicidó y que tomamos hoy, lamentablemente, como tema para hacer el seguimiento, ¿usted cree que es porque algo estaba pasando hace mucho rato en él?

Sí, yo creo que sí. También invito a que todos empecemos a ser más responsables con lo que decimos en las redes porque no sabemos el efecto que pueden tener sobre una persona. Yo en eso quiero ser muy tajante, la modalidad del escrache social vía redes sociales es muy dañina porque hay mucha facilidad de hacer un comentario que queda impune y que no sabemos qué repercusión puede tener sobre el otro.

Invito a que todos nos miremos con cuidado, que entendamos que el otro es una persona que también puede sufrir o puede estar sufriendo, por más que haga algo que no nos guste, de eso se encargarán las autoridades competentes, quienes tomen las decisiones, que sea el personal autorizado quien se encargue de juzgar. Yo creo que tenemos que suspender un poco el juicio, no arrebatarnos de comentar con malicia, ser responsable de lo que estamos compartiendo en nuestras redes, qué mensaje damos y qué le transmitimos a la otra persona. El otro es una persona que también puede estar pasándola mal.

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