Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «Avergonzados de la vergüenza»

El Pastor Guillermo Decena expresó que uno de los pecados que pasan desapercibido a la vista de muchos pero no de Dios, es la vergüenza de dar testimonio de la misericordia de Dios con nosotros. Callar cuando debemos hablar y hablar cuando debemos callar, esto habla de la enfermedad del pecado.

Se constituye pecado algo que está claramente enseñado por la palabra y no se obedece o un propósito claro que no llega a concretarse. Cuando Jesús nos manda a ser y no somos, se constituye como pecado. «Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse» (Mateo 5:14NVI). «Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa» (Mateo 5:15-16).

Cuando crecemos espiritualmente llegamos a ser más conscientes de nuestro llamamiento, vocación y misión en el mundo. Por tanto no nos podemos esconder, sino que nuestra luz debe brillar.

En la humanidad se libra una batalla interminable por nuestra dignidad e identidad como seres libres y espirituales. La muerte lucha contra la vida: como nunca pretenden imponer una «cultura de muerte», intentan desdibujar el derecho a la existencia y al vivir plenamente.

Hay quienes están engañados por los demonios y prefieren «las obras infructuosas de las tinieblas» (Efesios 5: 11). En todas las épocas, esta cultura de muerte tiene un sello: ¡la matanza de los inocentes y mientras más inocentes mejor! En nuestro siglo, más que en cualquier otra época de la historia, la cultura de la muerte ha adquirido una forma social e institucionalizada de legalidad para justificar los más horribles crímenes contra la humanidad: el genocidio, las soluciones finales disfrazadas de «derechos», «quitar la vida a los seres humanos aún antes de su nacimiento, o también antes de que lleguen a la meta natural de la muerte».

En la Argentina ni la Constitución se respeta, por respetar las órdenes internacionales de los que se creen dueños de la historia. La familia natural se halla especialmente atacada. Y se niega el carácter sagrado y básico de la vida humana. En medio de estos desafíos terribles, no podemos ser débiles.

En este marco el Pastor Guillermo Decena destacó algunos puntos:

1-Proclamar sin miedo el mensaje de Cristo.

«Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (El fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad). Y comprueben lo que agrada al Señor» (Efesios 5:8-13).

Cristo nos necesita para iluminar al mundo y mostrar el «sendero de la vida» (Salmos 16: 11). La batalla será larga, debemos poner nuestra inteligencia, talentos, entusiasmo, compasión y fortaleza al servicio de la vida. En una generación que «a lo malo llama bueno y a lo bueno llama malo» debemos ser valientes y testificar confiando que «cuando abunde el pecado, abundará la gracia».

No dejarse dominar por el miedo y ser valiente para proclamar la verdad. Las perversiones impulsadas por las Naciones Unidas ya ni vergüenza tienen para proclamar su agenda 2030 para limitar el crecimiento poblacional a cualquier precio. ¿Entonces como nosotros los cristianos vamos a tener vergüenza de proclamar la verdad que libera de las garras de las tinieblas?

En esta etapa de la historia, el mensaje liberador del evangelio ha sido puesto en nuestras manos. Y la misión de proclamarlo hasta los confines de la tierra, en medio de esta generación impulsada por una agenda global de la desatada inmoralidad.

Como el apóstol Pablo, también nosotros debemos sentir toda la urgencia de esa tarea: «¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!» (1 Corintios 9:16). ¡Ay de vosotros si no logramos defender la vida y la verdad!

La Iglesia debe luchar contra el adoctrinamiento en los niños, que quiere llevarlos tempranamente a la perversidad. En un mundo que carece de luz espiritual y de ideales de la sana moralidad, la gente necesita más que nunca la santidad real del Evangelio.

No tengamos miedo a salir a las calles y a los lugares públicos, como los primeros discípulos que predicaban a Cristo y la buena nueva de la salvación en las plazas de las ciudades, y de las aldeas, a pesar de las amenazas.

2- No es tiempo de avergonzarse del evangelio.

«A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles» (Romanos 1:16-17).

Una de las maravillas que hemos visto, primero en nuestra propia vida y en la vida de muchos, es la transformación, el cambio, la liberación y la sanidad del alma de tanta gente.

Es por esto que en vez de avergonzarnos, nos enorgullecemos del más grande mensaje que puede compartir un ser humano: «hay reconciliación real con Dios, perdón de los pecados, borrón y cuenta nueva en la vida, libertad de la culpa y limpieza en la conciencia, paz de verdad, que nos lleva a la felicidad real, gozo a pesar de cualquier circunstancia».

a- Es tiempo de predicarlo desde las azoteas:»Así que no les tengan miedo; porque no hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse…» (Mateo 10:26-28).

No tengas miedo de romper con los estilos de vida que ofenden a Dios, estilos de vidas confortables y normalizadas para las pasiones desordenadas, pues el pecado jamás hará feliz a nadie y solo engendrará muerte. Seamos valientes para aceptar el reto de dar a conocer a Cristo en el lugar que Dios nos ponga. No hay que dejarse dominar por la intimidación, acordarse que el que pierde su vida por la causa de Cristo, la ganará.

b- Debemos forzarlos a entrar: «Entonces el señor le respondió: Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa» (Lucas 14:23). Este pasaje me habla de actuar con audacia e invitar a todos los que encontremos al banquete que Dios ha preparado para su pueblo. Me habla de ir más allá de lo que las personas se dan cuenta o entiendan de la dimensión de la salvación en Cristo.

No hay que esconder el Evangelio por miedo o indiferencia. No fue pensado para tenerlo escondido. Tenemos que ser proactivos, ir a buscar al perdido y no ser tan pasivos. Empezando por la casa, enseñando a los hijos activamente lo mejor para sus vidas.

3-Porque debemos ser valientes.

Por la sangre de Jesús somos perdonados y declarados justos. «Huye el impío sin que nadie lo persiga; Mas el justo está confiado como un león» (Proverbios 28:1).

«Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados» (Mateo 9:2).

a- Porque tenemos al Espíritu Santo: «Cuando terminaron de orar, el lugar en el que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban con valentía la palabra de Dios» (Hechos 4:31).

«Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Josué 1:9).

b- Por saber que el que está con nosotros es mayor que el enemigo: «Esforzaos y animaos; no temáis ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él» (2 Cronica 32:7-8)

c- Por el poder de la oración: El día que clamé, me respondiste; fortaleciste el vigor de mi alma (Salmo138:3). «Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos…» (Efesios 6:18-19).

d- Por los ejemplos de nuestros mayores: «Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor» (Filipenses 1:14)

e- Porque no hay lugar para los cobardes en el cielo: «Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda» (Apocalipsis 21:8).

Jesús vino a buscar a los hombres y mujeres que llenos de valentía trastornen la generación.

La Iglesia necesita que con la fuerza del Espíritu Santo compartamos la libertad que hemos hallado en Cristo. Hay urgencia de difundir una cultura de vida: Precisamente en este tiempo, en que la ciencia y la medicina han logrado una mayor capacidad de velar por la salud y la vida, las amenazas contra la vida se hacen más grandes. Por eso no podemos confiar en los entes internacionales que se supone que promueven la vida, pues por otro lado promueven la muerte. La humanidad jamás será feliz despreciando la vida de los más débiles. Solo el dar y el recibir el verdadero amor hace feliz al ser humano.

«Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles» (Marcos 8:38).

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

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