Seis nuevos testigos, entre ellos la madre y el amante de la víctima, se sentaron frente al Tribunal Penal Dos y dieron su testimonio, bajo juramento de ley. El imputado, Martín Monzón, tuvo que ser quitado de la sala por pedido de la progenitora de Horacelia Marasca.
Con importantes testimonios, culminó este viernes la tercera audiencia del juicio oral y público que debate el crimen de Horacelia Génesis Marasca (16) en agosto del 2015. El Tribunal Penal Dos dispuso un cuarto intermedio hasta el lunes.
Sin lugar a dudas, una de las palabras más esperadas era la de Néstor Fabián Villalba, el sereno de la Polivalente Nº8 que tenía un amorío con Horacelia Marasca, paralelamente a su concubinato con el imputado Martín Fernando Monzón.
Según el expediente que se ventila en juicio, Villalba declaró en dos oportunidades ante la Justicia, en primer lugar al momento de la denuncia por desaparición de la adolescente radicada por Monzón, debido a que este último apuntó a que su pareja se habría fugado con el sereno de la Poli 8. La segunda fue luego del hallazgo de los restos de la víctima.
Ante la pregunta del presidente del Tribunal, César Antonio Yaya, de si conocía al imputado, el testigo mencionó que no, pero su respuesta se contradijo a lo declarado anteriormente. Villalba si conocía a Monzón porque la misma Horacelia le comentó que estaba en pareja con él.
En palabras del hombre, conoció a la víctima una tarde cuando ella pasó junto a una amiga por la vereda de la Institución Educativa donde se desempeñaba como sereno. “Estaba en la vereda y ella pasó con una chica, le invité un tereré y quedamos hablando un rato. Me pidió si podía venir a la noche, tuvimos una conversación y pasaron cosas con ella, ¿me entiende?”, fueron sus primeras palabras.
Mencionó que tuvieron relaciones sexuales en varias oportunidades con la adolescente, él en ese entonces, tenía 43 años. Era consciente de que la mujer estaba en pareja con Monzón pero aseguró que nunca tocaron el tema. “Ella vino un par de veces de noche a la hora que yo trabajaba. Un día vino su marido y me pidió que me aleje de ella, pero le contesté que no dependía de mí porque ella era la que me buscaba”.
A diferencia de su actitud con el resto de los testigos, a quienes miraba fijamente, Monzón estuvo cabeza gacha con la declaración del amante de Horacelia, con quien había tenido un último contacto la noche del crimen.
Según la reconstrucción de los hechos, Horacelia había tenido un encuentro con Villalba en la tarde del domingo y este último, le entregó una caja con prendas íntimas, pinturas y perfumes de regalo. Situación que fue descubierta por Monzón.
“Acá te traigo el regalito que le hiciste a Horacelia, ella no te lo quería traer porque tenía vergüenza. Ella venía atrás de él y le dijo `que haces Martin, yo te había dicho que no te amaba más´”.
El testigo afirmó que la adolescente siempre llevaba a su bebé a sus encuentros íntimos y que su pecado fue no preguntarle por su relación con su marido. “Yo nunca supe la edad de Horacelia, yo tenía 43 años. Ella físicamente era una mujer. Yo sólo quería tener relaciones con ella, nada más”.
Confesó que “Le regalé una tanga, corpiño, pinturas y un perfume. En ese momento no pensé que podía ser ofensivo para su pareja. Ella no era una persona débil, estaba físicamente bien. Nos vimos como mucho tres o cuatro veces, ella venía a la noche a estar conmigo”, cerró.
“La quería matar”
Antes de comenzar la audiencia, el Fiscal solicitó que el imputado salga de la sala al momento de la declaración de la madre de Horacelia, el defensor de negó al pedido y fundamentó que es su derecho escuchar los testimonios, por lo cual se decidió por colocar a Monzón en una sala contigua y que pudiera escuchar el relato por videollamada.
La siguiente en sentarse frente al Tribunal fue la madre de la víctima, Norma Beatriz Benítez, quien en primera instancia mencionó que nunca aceptó la relación de su hija de 16 años con Monzón, que ese momento tenía 31. “Una madre nunca va a aceptar que una persona mayor este con su hija menor. El tendría que haber sabido la edad de ella”.
Relató que Horacelia y Monzón se conocieron cuando la menor ingresó a trabajar en la casa de la madre del imputado y recordó que el día de la desaparición de su hija, su pareja se presentó en su casa y le dijo que había denunciado abandono de persona.
“Yo fui a hacer una denuncia porque Monzón vino después de tres días y me dijo `señora acá le traigo una denuncia que le hice a su hija, que cuando aparezca no va a tener derechos de reclamar nada porque ella se fugó con un hombre´. Vino a casa y me miró a los ojos”.
Al momento de intentar radicar la denuncia en contra de Monzón, la madre de la víctima no tenía muchos datos de Monzón, debido a que se habían conocido hacía poco tiempo, únicamente sabía que se llamaba Martín. “Espere cinco días y nadie sabía nada de ella. Fui a la Comisaría de la mujer para hacer la denuncia pero me decían que no le daba datos concretos, que vaya a averiguar y que vuelva. Le fui a ver a él pero no me quería atender, cuando me abrió la puerta me dijo que no sabía nada pero cambió el verso”.
En ese momento, el encartado le comentó que se había peleado con la adolescente por celos y que ella le había robado su billetera para irse con un hombre que trabajaba en una escuela, haciendo referencia a Villalba. “Cuando entre a la casa, estaban todas las cosas de Horacelia dentro de la valija”.
“Ella estaba celosa por la señora de él y porque tenían hijos juntos. Volvió a casa porque él le había agarrado del cuello, la quería matar, pero una amiga de ella tuvo que ayudarle. Era muy reservada, después de lo sucedido yo me fui enterando de como él le maltrataba a ella”, recordó.
Benítez dijo que Horacelia le había pedido a alguno de sus hermanos que vaya a vivir con ella y Monzón en la vivienda de la Chacra 150. “Yo le dije que me dé tiempo que junte mis cosas para poner un local de comida ahí donde ella estaba viviendo”.
Expresó que los vecinos del mencionado barrio dieron fe de que la adolescente era una buena madre para su bebe, en ese entonces de cinco meses. “Ella desde que fue mamá tomo el rol, el mejor testimonio que tuve fue el de sus vecinos, me comentaron que era una excelente madre, que siempre estaba en su casa con el bebé”.
A medida que fue pasando el tiempo, la mujer se fue enterando del calvario que vivía su hija en la casa junto al imputado y que inclusive, aquel domingo del crimen, oyeron gritos y pedidos de auxilio, mencionaron un golpazo y desde ahí, se calmó.
Una vecina me dijo que el domingo ellos discutieron y se escuchaba como ella pedía auxilio, se escuchó un golpazo y desde ahí más nada. “Después de la muerte de ella, vino mucha gente a comentarme de cómo él le trataba, cuando él se enojaba le dejaba sin comer, ella tenía que ir al comedor. A pesar de lo que dicen de ella, no justifica lo que él le hizo. Yo dejé que ella tome sus decisiones pero le amaba a mi hija”.
Golpes, llantos y pedidos de auxilio
El primer testigo de la jornada fue el oficial de la Policía de Misiones, Carlos Alberto Benítez, quien tomó la denuncia por desaparición de persona y averiguación de paradero radicada por Martín Monzón.
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“Se presentó entre las 8 y las 9 de la mañana en la seccional séptima. Dejo constancia que tuvo una discusión con su pareja y que ella se fue de la casa. Le manifesté que lo correcto sería establecer una denuncia por desaparición y averiguación de paradero de una persona. Dijo que el incidente fue por una infidelidad con un sereno, lo buscamos y prestó declaración”.
Pasadas 72 horas de la desaparición de la adolescente, desde la policía difundieron la fotografía y los datos de Horacelia Marasca para que se hiciera eco en los medios de prensa. Los uniformados se presentaron en casa de Monzón y comenzaron la investigación.
“Se mostraba consternado por la situación que acababa de vivir, nos manifestó que encontró a su pareja en una relación sentimental con un sereno, discutieron y ahí la mujer se retiró. Se produjo entre las 1 y las 2 de la mañana la supuesta desaparición y él se presentó entre las 8 y las 9, junto con el bebé que estaba todo sucio”.
Mónica Ester Gunther fue la cuarta testigo en sentarse frente a los magistrados César Antonio Yaya, Gregorio Augusto Busse y Fernando Luís Verón. La mujer alegó que conocía a Monzón desde hacía tiempo atrás pero que luego se mudaría debajo de su departamento.
“Esa noche era domingo, día del niño, escuché golpes en las paredes, son huecas entonces retumba todo. Escuché el llanto de Horacelia, supuse que él estaba golpeando el cuerpo de ella contra la pared, después escuchamos un golpe fuerte y se corta todo el ruido”.
Continuó “Escuchar que Horacelia lloraba y se lamentaba fue en varias oportunidades. Escuché una vez que estaban en el patio y ella le pedía a él que no se vaya, que seguro se iba a estar con otras chicas y él le dijo que sí, `porque a ella no la tocaba ni con un palo´. En ese momento ella estaba con la pancita”.
La testigo adjetivó a la relación de sus vecinos como tóxica y que continuamente tenía las ventanas de su departamento cerradas porque Monzón se reunía con la gente del barrio a fumar marihuana en la planta baja. “Nosotros sabíamos que esa gente no era de buena vida. Martin cuando estaba con nosotros nos hablaba amablemente, pero a su pareja le trataba mal”.
Por último se lamentó y dijo “Me arrepiento de no haber llamado a la policía cuando escuchaba los ruidos y los llantos de Horacelia. Yo tenía que ir corriendo a hacer la denuncia”.
Otro vecino en declarar fue Claudio Alejandro Antúnez, quien atendía un kiosco frente al domicilio de la víctima y de Monzón y que vio a este último, deshacerse de algunas bolsas de consorcio en la madrugada del domingo 16 de agosto. Esas bolsas contenían nada menos que los restos de Horacelia Marasca.
Por último ingresó en la sala de debates Cristina Villalba, madre de la mejor amiga de Horacelia, quien también falleció. “Compartían tereré o venía a almorzar. A veces me decía que Horacelia no había comido y me pedía por favor si le podía invitar algo, siempre estaba con el bebé. Un día eran como las 4 de la tarde y vino a lavar la ropa a casa, me pidió si le podía dar de comer”.
Aseguró que Monzón jamás fue a su casa y que la víctima almorzó allí el día del asesinato. “Le contó a mi hija que había discutido con su pareja y ella le ofreció que vengan a dormir con su hijo, pero nunca más volvieron. Me contaba que Monzón no le daba de comer ni a ella ni a su hijo y que le pegaba. Mi hija me contaba que él le pegaba, una vez él le pegó a ella enfrente de mi hija y ella le tiró una botella para defenderle a Horacelia”.
Detalló que la menor siempre visitaba su casa en compañía de su hijo y que al otro día de la desaparición de Horacelia, Monzón fue hasta su domicilio y le aseguró que su pareja se había ido y lo dejó a él junto a su hijo.
Leandro N. Amen | Su hijo es adicto a las drogas y pide ayuda: “Hoy me dio un sopapo y me tuve que ir de casa”https://t.co/yDJwKeIfJW pic.twitter.com/DWTvEQQhoV
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