Lee las historias de amor de Laura Edith, Malena, Karina, Lorena, Silvia, Delsi, Antonia, Ayelén, Fabiana, Teresa y Rosa, por el concurso de San Valentín: el premio es una estadía en Iguazú

La convocatoria para contar una historia de amor, tiene a decenas de personas contando la suya desde todo el país. Historias simples y correspondidas, historias trágicas, amores no correspondidos, amores jóvenes y amores imposibles de olvidar. El 28 de febrero se conocerá la carta ganadora.

Laura Edith contó la historia de amor de sus padres y cómo era conquistar el corazón de alguien en otras épocas: “Cada vez que abría el placard para sacar una frazada en la parte de arriba, me encontraba con la valija. Con la valija de fotos que traje del departamento de los viejos, cuando este se vendió. Fue lo único que traje. Muchas veces intenté abrirla, pero no podía, me frenaba una sensación de que la valija no era mía. Pero un día de lluvia, pensé y pensé y me aseguré que era de mi familia, entonces era mía también. La puse sobre mi cama y la abrí. Cientos, quizás miles de fotos desordenadas, sueltas, ninguna en álbum. Empecé a mirar y se me ocurrió hurgar entre ellas, no sólo había fotos, había certificados, libretas, carnets y hasta algún banderín. Toqué algo más grande que una foto, era un atado con cartas, serían unas 20 cartas que “el Negro” le había escrito a “Beatriz” desde el año 1941 hasta 1947. Obviamente me las devoré a todas, una letra hermosa y unas cartas maravillosas. Bah, a lo mejor eso me parecía porque eran de amor… No se preocupen, no es mi intención leerlas todas, la mayoría tienen el mismo encabezamiento, un mensaje parecido y una misma firma. Va un ejemplo:

“Posadas, noviembre de 1941. Señora Beatriz Fainer. Apreciada compañera…”. Ustedes se preguntarán el porqué de ‘apreciada compañera’, pero seguí leyendo y descubrí el porqué. Mis padres eran compañeros de facultad. Mi papá viajó desde Posadas a Santa Fe para ser ingeniero. Mi mamá quería ser actriz. Cuando se lo propuso a sus padres una vez terminado el Liceo ellos denegaron esa posibilidad, con todas las palabras le dijeron que ese era un oficio de p…, que buscara algo más decente. Ella se quedó pensando, pensaba el porqué la familia tenía abono en el mejor teatro de Santa Fe para ir todos los sábados a ver teatro y ballet. ¿Tenían abono para ver p…?, ¿todas esas maravillosas actrices serían p…?

Pero por suerte una amiga, Ester, que estudiaba en la Facultad de Ingeniería Química, le comentó que en su facultad un grupo de alumnos hacía teatro, y por eso ella ingresó a la facultad. Allí se conocieron. Ella lo conoció a él en una asamblea, él era dirigente estudiantil y lo conoció dando un discurso apasionado sobre la defensa de la educación pública, gratuita y laica y ahí nomás se enamoró de ese “Negro”, como todos lo llamaban, Flaco, con rulito que hablaba tan bien. Él se enamoró de ella cuando vio sus ojos negros, esos ojos que actuaban en el escenario como la mejor actriz, y el amor aparece cuando uno menos lo espera. Y se pusieron de novios, pero los problemas universitarios hicieron que la facultad se cerrara y abriera prácticamente solo para los exámenes. Así que él volvía a Posadas y seguían el noviazgo por carta.

“Espero te encuentres muy bien, al igual que tus padres y hermana!!! Tu hermanita es tan dulce”. Sus padres eran inmigrantes rusos y su hermana un año menor que ella, pero era más que una hermana, era su mejor amiga y confidente. “¿Sabés si alguien de la ratonera viene a Posadas? Necesito que me traiga los apuntes y por favor avísame si ya se sabe la fecha de los exámenes”. La Ratonera era el nombre de la pensión donde paraba él en Santa Fe, muchos muchachos de Posadas y de otras partes del interior del país paraban allí. “¿Estas estudiando? (aunque sean los libretos de la próxima obra) seguro que si. Abrazos especiales para ti, tus padres y hermana. El Negro… PD: Va cartita anexa!!!”

Al no encontrar cartita anexa, saqué todas las fotos de la valija y apareció una cajita rosada, muchas cartitas en hoja chica. ¡Había encontrado las cartitas anexas!

“Beatricita mia
Todo me invita al recuerdo… La actividad de mi espíritu parece como en suspenso, luego aparece tu imagen, tu divina imagen que me hacen recordar tiempos pasados y desear otros futuros, desearía verte, admirarte, estrecharte en mis brazos y luego un besito…. Un besito suave como únicamente tú lo puedes dar y yo únicamente deleitarme con la dulzura de los mismos que me harán pedir más y más y más.
Hasta otra oportunidad
Tu Negro, que te ama demasiado, quien es muy dichoso y está radiante de felicidad”.

Beatriz esperaba ansiosa la llegada del cartero. Subía y bajaba las escaleras. Su corazón latía fuerte. Sabía qué día llegaría otra carta del negro. Y ella quería recibir al cartero, no quería que su madre o su padre reciban la carta de su amado. Cada vez que recibía una carta corría escaleras arriba, se encerraba en su pieza, se tapaba con las sábanas y leía cada palabra varias veces. Las letras se transformaban en voz, en caricia que recorría todo su cuerpo. La distancia desaparecía, lo sentía a su lado y luego llamaba a su hermana para compartirla. A veces, se sentaba enseguida a contestar la misiva, otras, la misma emoción le impedía hacerlo y esperaba la próxima carta. Las cartas las guardaba en una cajita pintada por ella, atadas con una cinta rosa y unos pétalos rojos. Las cartas eran el tesoro más hermoso y mejor guardado que había tenido en su vida. Y después de más de 8 años, se casaron y fueron muy felices… Las cartas nunca más volvieron a la valija, yo, una de sus hijas, las encontré y fui la encargada de que viajaran y llegaran a las manos y al corazón de los tres hijos que nacieron de ese gran amor”.

 

Malena H. también nos relató su conmovedora y curiosa historia: “Buenos días queridos lectores, hoy, 13 de febrero, siendo las 10:07 de la mañana, me gustó la idea de compartir nuestra historia de amor… Uy, ya es la tercera vez que borro el comienzo, ¿cómo comienzo? Bueno, ahí va: una noche salí con un «amigo» entre comillas. Vieron como cuando para nosotras es amigo, pero quizás el otro tiene otras intenciones; bueno, yo estaba sola y me invitaron a salir. Salimos. Ya me estoy riendo, para ser más específica y típico de mujer, un viernes 20 de agosto de 2022, fuimos a tomar unas cervezas y jugar un pool y poco más tarde entramos a un bar o pub que no conocía, de acá de Posadas. A mi me encanta bailar, así que saqué mis dotes femeninos aunque nadie los viera. Pasó un rato y encontré a otro conocido adentro, el cual entre risas y charlas, me pasó su número, pero como yo soy bastante observadora, en un momento vi un grupo de tres «hombres», entre esos, un medio gordito, otro con un perfil raro de espalda o tipo de costado a quien se le acercaban algunas mujeres, y él seguía en su postura, comencé a mirarlo y no podía dejar de enfocarlo, y tambíen estaba su otro amigo que nos estaba mirando a mi y a la persona que estaba conmigo. Entonces comencé a pensar cómo podía hacer para acercarme, o para que me mire el que me llamaba la atención. Y ya me estaba poniendo nerviosa, quería que «mi amigo» se vaya al baño, ¡estaba esperando el momento! Hasta que se fue. Aleluya. Sin duda alguna esperé que se aleje y volteé a mirar hacia atrás donde estaban los 3 y me fui acercando, el que se me hacía nos miraba (pensé ¿será gay? porque a mi no me está mirando); me preguntó por mi amigo “Ese es… ¿Fulano de tal? Ah” – “Si, si, le dije andá a hablarle”, quería desviarle rápido, Y por fin me acerqué a mi presa y le dije al oído (3764…), y sacó su cel y anotó rápido. Según él dijo: «Hola, hola,». Y me fuí rápido venía el otro, vino del baño y me dijo “¿vamos?”, “si”. Al otro día me levanté súper mareada no entendía dónde estaba ni qué día era, recibo un primer sms, del que era conocido (risas), y más tarde, tipo 13 me escribe otro sujeto que no conocía su nombre. Comenzamos a mensajear, preguntas típicas de solteros, y coordinamos vernos sábado de noche, esa misma noche, yo la verdad no me acordaba bien de su cara, pero como no tenía nada que hacer y aunque tenía mis dudas, miedo, también me comprometí para ir a su departamento. Mis planes eran ir un rato, conocerlo, charlar e ir al boliche o volverme, no sabía con qué me podía encontrar; pero terminé mis cosas, me alisté y salí para la dirección que me dió. Él me esperó con una picada, un gin tonic si mal no recuerdo, yo estaba súper nerviosa, me saludó y me hablaba muy abiertamente, yo calladita, (mm, ha, jaja), y con mi celular tramando el escape, llegué como a las 22 y planeaba irme para la 1, no me estaba conectando con él, hasta que en un momento… Me levanto no sé si para ir al baño, y se me acerca y me da un beso. Y ahí cambió todo para mi, me quedé en ese momento, comencé a escucharlo y dejé el celular. Hablamos y hablamos y no nos separamos más ni un solo fin de semana, hoy hace 6 meses, de salidas juntos, cenas, almuerzos familiares, realmente no importa con quien estemos ni dónde, nos buscamos mutuamente, nos extrañamos. Al principio lo que parecían dos egos peleándose dónde el miedo y el orgullo se anteponen a la incertidumbre de esta nueva era y si era posible volver a conectar con alguien, si es posible amar sin condición después de varias decepciones amorosas; yo no quería mirar hacia atrás, pero si no saltaba lo que yo misma me condenaba jamás podría darme otra oportunidad de volver a creer (no en alguien), sino en lo que puedo llegar a ser cuando estoy con él, si él me ayuda a permanecer; entendiendo que esto es de a dos, que se necesita de dos para llorar juntos, para ponernos incómodos, para ayudarnos con los miedos «te acepto tal cual» no voy a dejarte, no voy a lastimarte. Sólo dejar que el tiempo revele lo que cada uno es mientras tanto, amemos, sólo eso porque eso nos hace muy bien. Estar enamorados. Para vos también lector, date el permiso de volver a intentar, amar y dejar que te amen a su manera”.

Karina G., por su parte, compartió su historia de amor: “Mi amor comenzó en pandemia, nos conocimos en invierno solo mirándonos a los ojos porque usábamos barbijo. Pasada una semana nos juntamos y ahí no nos separamos más hasta ahora, y seguimos proyectando juntos siempre. Lo loco de todo esto es que nunca fuimos novios, ¡directamente en la semana de conocernos nos juntamos! Él es porteño y yo misionera-cordobesa. Gracias a Dios somos muy felices y me encantaría ganarme el premio así lo disfrutamos juntos. Nos vinimos a vivir a Posadas: está hermosa, hermosa provincia”.

 

Antonia A. nos conmovió con su relato: “Quería contarles mi historia de amor, fue en el año 2017, en secundaria cuando lo vi a él, único chico con el que no hablaba, tampoco tenía muchos amigos, siempre quería hablarle pero nunca se daba la oportunidad hasta que llegó un día que pude saludarle y me sonrió. Fue muy lindo, no llegamos a ser amigos porque llegó la tristeza poco después, él se fue del colegio, no estuve con nadie hasta casi 4 años después que lo volví a ver. Le escribí y me respondió, pensé que no se iba a acordar de mí, pero no fue así, me volvió todo el sentimiento de la secundaria y mediante nuestras charlas nos pudimos volver a encontrar, y ahora él me cuenta que siempre sintió cariño por mi cuando me veía, y más cuando yo le saludé por primera vez, él no se animaba, era lógico, pero sí quería comunicarse conmigo, ahora estamos de novios y es como si nos conociéramos hace muchos años, sentimos el mismo amor del primer día, nos llevamos tan bien que nunca nos avergonzamos el uno del otro, ojalá todas las parejas sean así de tener siempre presente el mismo cariño del primer día, les mando besos y siempre den mucho amor”.

Lorena J. contó su historia de amor: “Es un amor de la infancia, lo conocí siendo muy chica, él era el amigo de mis hermanos, yo tenía 9 años y él 15, siempre iba a mi casa con mis hermanos, y un día se largó la lluvia y estábamos en la sala mis hermanos, él, mi hermana y yo, en lo que de la nada, entre juegos y charla, él me dice algún día tú serás mi novia y todos se reían porque parecía raro, yo era muy chica todavía… Pasó el tiempo, y mi familia y yo nos fuimos a vivir a Paraguay, vivimos casi tres años allá… Después volvimos, ya era en el 2007, yo ya tenía 13 y él casi 19. Vinimos al mismo barrio a vivir y él siguió siendo amigo de mis hermanos y siempre iba a mi casa con ellos, yo solo lo miraba, hasta ya se me había olvidado lo que un día me dijo de broma tal vez, en eso él estaba de novia con una chica que era conocida mía y un día lo vi a él con ella en la casa de mi hermano, solo pasé de largo, igual él a mí ya me gustaba pero siempre pensaba que yo era muy chica para él seguramente, piensa que soy una nena, y así pasó como un año y medio. Hasta que faltaban dos meses para mis 15, y él ya le había hablado a mi hermano mayor por mí, quería que él nos haga el aguante, en lo que mí hermano le dice “Hablale, encaralo”, eso me lo contó mí hermano mucho tiempo después, según mi hermano él nunca se animó. Y un día de frío y llovizna, él va a lo de mi hermano y juegan al truco, todos tenían pareja menos yo, y él ya en ese entonces había terminado con su novia, y entre las chicas abrazaban a sus novios para dar suerte, entonces yo me acerque a él, lo tomé del hombro pero era broma, solo para la suerte, y él me tomó la mano, ya no me soltó, después terminó todo, y salieron afuera los demás. Quedamos él y yo solos en la sala, en lo que él me besa, después me propuso ser su novia y me dijo “Contestame mañana”. Esa noche no dormí de la alegría y emoción, fue una noche hermosa hasta el otro día: él volvió y le dije que sí. Pasaron los días hasta mis 15, que tuvimos que decirle a mi mamá pero había un problema: mi mamá no quería saber nada de que yo tenga novio porque era muy chica todavía. Entonces, con miedo, se lo dije yo, y me dijo que le pida que venga y hable con ella, hasta que se animó y hablaron: él pidió mi mano y desde ese día estamos juntos. Al año de novios vino mi nena, que ahora tiene 11 años, pasamos de todo juntos fuimos al sur a vivir un año, luego volvimos y a los dos años de volver tuve a mi otra nena que ahora tiene 3. Y seguimos juntos, ya vamos por los 13 años, él tiene 33 y yo 26, con una familia feliz”.

Silvia Mabel nos compartió su increíble historia de amor: “Lo conocí cuando yo tenía 14 años. Él llegó a mi casa para hablar con papá. Yo lo miraba mientras hablaba y sus ojos verdes oscuros largaban chispas de alegría, me enamoré a primera vista. Lo veía de vez en cuando pasar con su auto y mi mundo se llenaba de luz. Meses después coincidimos en un lugar donde él me dijo que quería ser mi novio. Me visitaba en mi casa los sábados y los domingos, en navidad del 1977 cenamos en casa y él me cortó un pedazo de carne en mi plato, lo amé más por ser tan amable y dulce conmigo. Recuerdo que él me levantaba en sus brazos fuertes y me daba vueltas en el aire, que caminábamos al atardecer los domingos por las calles de mi pueblo, y yo mirando al cielo agradecía a Dios por tenerlo de mi mano. Que una vez, en la iglesia, se arrodilló muy junto a mí y yo le pedí a Dios que Kike siempre estuviera conmigo… Pero me dejó unos meses después sin explicación, no me saludaba ni me miraba, y yo no me animaba a preguntar porqué. Sufrí mucho al año siguiente porque lo veía con otras chicas, sufrí tanto que me costaba estudiar, entonces mis tíos de Alem me llevaron a vivir con ellos: “Allá vas a olvidarlo” me dijeron. Al otro día de finalizar el 3° año de la secundaria me fui. Traté de olvidarlo con nuevos amigos, nueva escuela y muchas actividades, pero todas las noches pensaba en él y deseaba verlo, caminaba sola y pensaba en él, recordaba cada minuto vivido con él al detalle. Dos años después, al iniciar 5° año, por casualidad, él llega a la casa del frente de donde yo vivía. Nos miramos pero no nos saludamos. Yo me fui adentro a llorar. Una semana después él llegó nuevamente y me dice :-“Silvia , tenemos que hablar”. Caminamos hasta la plaza cercana y sentados en un banco él me explicó que me había dejado porque mi hermana le había dicho que yo tenía otro novio en Alem, y él lo creyó porque “las hermanas no calumnian, son las mejores amigas” me dijo. Se había sentido muy ofendido, por eso no me habló ni me saludó más. Aclaramos todo y mientras me daba cientos de besos diciendo “Para que no te olvides de mi” yo tocaba el cielo con las manos. Me dijo que tenía que hacer un viaje a Buenos Aires, y que el próximo domingo lo espere ahí en ese lugar, que iríamos a hablar con papá y mamá para casarnos. Yo le creí y lo esperé, pero no volvió, lo seguí esperando durante 3 años. Me imaginaba que venía, lo buscaba entre la gente en la iglesia pero nunca más lo vi. Un día la vecina del frente, que viajaba habitualmente a mi pueblo me dijo: “Kike se casó”, y contó con quién y demás. El mundo se tornó oscuro para mí, no quería despertarme más, se habían muerto mis esperanzas: se olvidó de mí y de su promesa. Me repetí miles de veces: “Me olvidó”, traté de hacer lo mismo. Años después conocí a un joven muy bueno, una persona muy bella y decidí casarme con él para tener hijos en un hogar bien constituido, no sin antes decirle que Kike estaba en mi corazón y que si un día lo volvía a ver no sabía que iría pasar. Así pasaron 40 años. Siempre lo recordaba, en los brindis de navidad y Año Nuevo le pedía a Dios que lo cuide y lo haga feliz, el día de su cumpleaños también. Guardé la única fotografía que teníamos juntos en el álbum familiar, muchas veces la miraba y me perdía en mis recuerdos. Cada vez que viajaba a mi pueblo buscaba su imagen entre la gente, pero nunca lo volví a ver y nunca pregunté por él. Durante la pandemia pensé que nos moriríamos, entonces le pedía a Dios que me permitiera verlo tan solo una vez para saber cómo estaba. Una amiga me regala un duende nórdico y me dice que le ponga un nombre y que le hable si no me extraviaría las cosas. ”¿Qué nombre?”, pensé, y Kike vino a mi mente otra vez. Puse al duende entre unas flores y le hablaba como si hablara con él.

A inicios del 2021 mi matrimonio ya estaba deshecho, planeaba irme a vivir sola apenas me jubilase. El 6 de marzo un amigo de Aristobulo me invitó a su cumpleaños. Cuando entro al salón al primero que veo es a Kike sentado solo. Mis piernas se aflojaron, mi corazón empezó a latir aceleradamente, mis emociones afloraron todas, tuve miedo que todos se dieran cuenta.Traté de fingir naturalidad, pero el corazón me traicionaba. Nos sentamos a cenar, y él frente a mí no dejaba de mirarme con picardía y sus ojos largaban esas chispas que yo tanto recordaba. En un momento él elige un pedazo de carne para mí, la pone en mi plato y la corta como aquella noche de navidad; la única que habíamos pasado juntos. Las emociones me invadían y golpeaban fuerte mi cuerpo, fue difícil fingir mi sentir y me di cuenta que seguía enamorada de Kike. Nuestro amigo de cumpleaños nos dedica una canción y me toma una mano. Nuevamente sentí que tocaba el cielo, y mirando las estrellas le agradecí a Dios por darme esa oportunidad. Después nos sacamos una fotografía juntos: ya no podía pedirle más a la vida, ya tenía más de lo que había deseado. Kike estaba bien y era feliz. Cuando terminó el cumpleaños lo miré alejarse y pensé que nunca más lo vería. Pero al día siguiente me llamó por teléfono y a partir de ahí mantuvimos un contacto telefónico muy fluido que nos permitió volver a conocernos. Unos meses después, apenas me jubilé, en agosto, me fui a vivir con él al pueblo del que una vez me fui para olvidarlo y nunca lo logré. Hoy estamos juntos, bien, seguimos aprendiendo uno del otro, con dificultades y con alegrías. Pero yo, con la convicción de que Kike es mi lugar en el mundo”.

También Delsi nos relató su historia, que dice así: “Nos conocimos por Badoo, él es brasilero y yo argentina… En la época estábamos en plena pandemia. Conversamos por casi un año por internet, hasta que me propuso conocerme en persona. Viajó de San Pablo para verme en San Vicente y si, lo “contrabandié” plena pandemia, puentes y aduanas cerradas así que pasó ilegal, tomando todos los cuidados para verme. Lo vi y fue amor a primera vista. Una semana después me pidió matrimonio. Hoy estamos casados y vivimos en San Pablo, tenemos un hermoso bebé de un año”.

Ayelén nos contó la historia de amor de sus padres: «Esta es la historia de amor de mis padres, Pedro y Lucia. Mi mamá es del interior de un lugar llamado Colonia Tacuara, ella vino a estudiar y trabajar a Posadas. Un día asiste a una fiesta de 15 a la que también asiste mi papá. Él había ido, como quién dice, “de colado” a ese 15, ahí se conocieron pero mi mamá tenía novio. Entonces mi papá comenzó a enviarle cartitas a la escuela y ella no hacía caso. Un tiempo después ella se separó de quien era su novio, mi papá se enteró e intentó nuevamente conquistarla y lo logró. Triunfó el amor, desde ese día nunca más se separaron. Hoy llevan 34 años de casados y dos hijas. Son el reflejo del amor más puro y sincero de que nada es imposible”.

Fabiana F. relató su interesante historia de amor: “Nos presentó una amiga, él era cadete de la escuela de policía, yo estudiante de secundario. Se animó a ir a visitarme y a tomar interminables tererés. Fueron muchas visitas y nunca nos pusimos de novios, pero nuestros ojos delataban el amor inocente (eran otras épocas). Él se recibió y fue a despedirse de mí y a decirme que le habían destinado en San Antonio y tenía que hacer 3 combinaciones de colectivo. No había celulares y no todos teníamos teléfonos en el hogar. Ese día me dio un solo beso en la boca y me dijo “No sé cuando voy a volver”. No lo volví a ver más durante 23 años. Cada cual hizo su vida, formamos familias, y divorcios. Veníamos con historias similares. Y nos encontramos por Facebook. Llevamos casados 5 años, más 2 años de prueba, para ver si realmente era el verdadero amor. Una vez Marcelo, mi marido, me dijo: ¡El amor verdadero da revancha, esta vez no te dejo ir! Y acá estamos, mateando y compartiendo nuestra historia, sólo hay que creer en el amor”.

Teresa también contó su linda historia con su ser amado: “La historia que lleva 44 años de encuentro, donde hemos pasado tantas etapas, de mucho trabajo, de mucha pobreza, de muchos cambios de lugares y hogares, siempre con esperanza, siempre pisando el camino firme aunque todo se diluya, fortalecidos en el amor y en un mejor futuro por nosotros y nuestros hijos. La vida nos premió y estamos agradecidos por ello. Ya con hijos y nietas. Y nuevamente, como en aquel inicio de hace tantos años, estamos solos, trabajando como siempre en un emprendimiento juntos, superando dificultades, respetando nuestros tiempos, nuestros pensamientos, pero juntos, eligiendonos cada día para compartir este mundo, en su pasado y en su presente, en los proyectos y en las ganas de disfrutar cada momento, viendo y viviendo cada atardecer. El amor y sus miles de atardeceres y la esperanza en cada amanecer”.

Rosa nos contó su emotiva historia: “Vine de lejos, a estudiar a Posadas. Nos conocimos en la Facultad de Humanidades, un día de lluvia. Nos recibimos y formamos familia, tenemos una nena y un varón, conocimos la alegría y también la angustia a veces, pero siempre juntos. Aprendimos a cocinar, a inventar cosas, crecimos juntos. Ahora, lo extraño todos los días porque fue al cielo por un accidente. Alguien se olvidó de cuidar las copas. Así como me abrazaba y acompañaba a donde quiera que fuese, sé que me da fuerzas para seguir adelante, lo veo en las cosas simples de todos los días. Él no está, pero su corazón se que me está esperando allá arriba donde lo veré otra vez, cuando un amanecer me despierte a su lado, y seremos nuevamente inseparables”.

Estas historias participan por el concurso de San Valentín

Podés ganarte una estadía en Iguazú para dos personas con la posibilidad de conocer las Cataratas del Iguazú, una de las siete Maravillas Naturales del Mundo.

El 14 de febrero fue el día de los enamorados, ¡y queremos celebrar el amor con historias que emocionan!

Seleccionaremos las que serán publicadas y sortearemos un ganador, que será anunciado el próximo 28 de febrero.

El premio para celebrar el mes del amor es una estadía para 2 personas en Puerto Iguazú e ingresos para recorrer las Cataratas, una de las 7 Maravillas del mundo.

¡Anímate!

Los que creemos en el amor, queremos conocer esa historia que anida en tu corazón o en tu memoria.

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