Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «La guerra total»

El Pastor Guillermo Decena expresó que la historia de Israel es una lección viviente y poderosa para los cristianos de todas las generaciones. Las figuras que presenta nos hablan de los enemigos contra los cuales tenemos que luchar. El pueblo de Israel nació libre para ser libre, pero cuando fueron a Egipto terminaron esclavizados. Veamos lo que dice la Palabra de Dios.

«Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano…» (Éxodo 17:8-16).

La historia de Israel es una lección viviente y poderosa para todos los creyentes de todas las generaciones. Las figuras que nos presenta en su riquísima historia nos hablan de los enemigos contra los cuales tenemos que luchar. El pueblo de Israel nació libre para ser libre, pero cuando fueron a Egipto terminaron esclavizados.

Esto representa la historia de la humanidad, nacida para ser libre, pero que termina esclava y sometida a las influencias del mal. El primer enemigo simboliza a Satanás, y es representado por el faraón de Egipto, quién nunca quiere dejar ir a los cautivos, hasta que se termina pagando con la muerte de los primogénitos el precio necesario.

Así también la muerte del primogénito hijo de María en lo físico, hijo de Dios en el espíritu, Jesús nuestro Salvador, fue la que logró que la humanidad pueda ser liberada del primer enemigo. Por otro lado, la nación de Egipto representa el mundo, con su cultura, costumbres y modas, que nos impulsan a estar lejos de Dios.

La Biblia dice que, al irse de esa tierra, el pueblo de Dios se despojó de sus colgantes y amuletos, que eran usanzas de Egipto (Éxodo 33:5-7.) Aquí Dios mismo les reprende, les dice que eran “cabezas duras” y les pide que se despojen de esos atavíos traídos de Egipto, pues evidentemente ofendían al Santísimo.

Pero después que cruzaron el mar Rojo, que representa la Sangre de Cristo, ya estaba todo echo lo que Dios podía hacer, ya habían vencido con Su ayuda los dos primeros enemigos.

Sin embargo, el tercer enemigo no es menos importante, sino que es el enemigo fundamental y total, ya que depende exclusivamente de nosotros poder derrotarlo. Para vencer a Egipto y a los egipcios, Dios intervino con milagros sobrenaturales, en el desierto, Israel debía pelear cuerpo a cuerpo para llegar a disfrutar de la tierra prometida.

El Pastor Guillermo Decena, explicó que «así también, hay una batalla en lo más profundo del creyente porque la carne es contra el Espíritu y el Espíritu es contra la carne. Este conflicto nunca cesará hasta que debamos abandonar este cuerpo, y este cuerpo mortal se vista de inmortalidad. Esta lucha es bien representada en la Palabra de Dios con la guerra contra Amalec. Veamos algunos puntos».

 

• Cuando aprovecha Amalec.

La batalla contra la carne la debemos pelear nosotros contra los deseos de nuestro cuerpo que se oponen contra Dios. Y son estos mismos deseos los que le abren la puerta a los demonios a nuestra vida. Cuando Esaú desprecia la primogenitura, a su vez desprecia ser portador de la bendición de Dios. Cuando se encuentra con Jacob, quien deseaba con toda su alma la bendición de Dios y despreciaba los apetitos de la carne, le termina comprando su comida a cambio de la bendición de la primogenitura.

“Para que quiero la primogenitura si estoy por morir de hambre” dijo Esaú, mostrando con esa excusa lo que había verdaderamente en su corazón. Así de insensato es el hombre o la mujer que por los placeres de la carne desprecia la bendición de Dios. Y a partir de Jacob/Israel empieza la historia y la enseñanza.

Mientras Jacob hace pacto con Dios de darle el diezmo, Esaú se casa con las hijas de los cananeos, desobedeciendo el consejo de sus padres y uniéndose con gente sin principios y llena de pecados. Esaú se junta con una mujer de la cual nace Elifaz que es el padre de Amalec, del cual son los amalecitas, enemigo formidable de Israel. La Biblia nos dice que Jacob, en cambio, tomó su esposa de la tierra de sus antepasados. Amalec, nieto de Esaú, odia la bendición de Dios, en cambio, Jacob desprecia los apetitos carnales o sensoriales y desea fervientemente la bendición de Dios. Dependiendo de cuál eliges será tu resultado y tu salvación. El apóstol Pablo, guiado por el Espíritu lo dice así: «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis…» (Gálatas 5:16- 21).

Usted lo debe entender, pues el demonio ha sido vencido en la cruz del calvario y debemos confiar en Jesús porque Él aun ha vencido al mundo. «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).

Y es en Refidim dónde Amalec hace su gran ataque. Refidim simboliza el desierto de la vida, con sus problemas, desafíos y sufrimientos. Refidim representa las pruebas de nuestro peregrinar en la vida, momento perfecto dónde la carne quiere tomar lugar, y es ahí cuando los hombres usan excusas para justificar sus enojos, sus iras, contiendas y pecados sexuales y pretenden después tener la bendición de Dios. Pero la Palabra es clara, y dice que los que practican tales cosas “No heredarán el reino de Dios”. Podemos agrupar las pasiones de la carne en tres:

– Los pecados sexuales: adulterio, fornicación, lascivia. El pecado sexual es el que más ama el demonio, porque involucra todo lo profundo del ser: cuerpo, alma y espíritu.

– El pecado de “safar” como sea: idolatría, hechicería.

– El pecado contra el prójimo: no amándolo, sino todo lo contrario, despreciándolo, o despreciándose a sí mismo, como la borrachera o los vicios.

El diablo usa los pecados de la carne para destruirlo aquí y por la eternidad. ¡Tome conciencia! Esta es la lucha que se librará por siempre. Es por ello que el pedido de Dios es el siguiente: «Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto…» (Romanos 12:1-2). Esta es la batalla más grande de nuestra vida.

 

• ¿A quien ataca Amalec?

«Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios» (Deuteronomio 25:17-19).

A los rezagados ataca Amalec. Dijo Dios “no dejes de congregarte, como algunos tienen por costumbre”.

No te separes física ni mentalmente, únete al ejército y mentalmente únete al sistema de trabajo, no te quedes atrás porque vas a ser presa fácil de las tentaciones carnales y tu llama se terminará apagando.

 

• ¿Cómo enfrentar a Amalec?

Primero, no olvidándote que en el pasado el dar rienda suelta a la carne te trajo destrucción, enfermedad y aflicción. La carne adormece el poder de razonar, haciéndote olvidar las consecuencias de los pecados carnales y engañándote otra vez.

Segundo: siendo absolutamente drástico, “borrar la memoria de Amalec de debajo del cielo” significa no andar con argumentos a favor de la carne. A esto se refería Jesús cuando dijo: «Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno» (Mateo 5:29-30).

No haga como Saúl el Rey, que tuvo la oportunidad de reinar y no lo logró, porque Amalec es muy tentador. «Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? Y Jehová te envió en misión y dijo: Vé, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes…» (1° Samuel 15:17-26).

Hermano querido esta es la razón por la que muchos cristianos que han sido separados para reinar no lo logran. La carne los domina y ellos justifican de alguna manera su proceder. ¡Sea drástico! Corte de raíz los pecados recurrentes de la carne porque destruirán el propósito de Dios en usted.

Tercero y fundamental: La comunión continúa con Dios. «Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano» (Éxodo 17:9-16).

¡Velad y orad para no caer en tentación! ¡La carne es débil, pero mientras tengas las manos levantadas hacia el cielo, Amalec será destruido! Usa la oración juntamente con la vara, que significa la autoridad que Dios nos ha otorgado. Entonces las manos levantadas al cielo, la vara de la autoridad y subir al monte.

«¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón» (Salmo 24:3-4). Todo será suficiente para derrotar a nuestro gran enemigo. La responsabilidad que tenemos es orar permanentemente y no bajar las manos delante de Dios, es importante que nos ayudemos en la oración.

Pero, finalmente, nadie más puede rendir la carne, solamente usted. Es por ello que Dios ya dividió el mar rojo por medio de la sangre de Cristo, ya hizo todos los milagros para que fueses salvo del demonio y del mundo, pero de la carne es usted el único que puede tomar la decisión de vencer y alejarse de los pecados que le separan de la bendición del reino de Dios.

Que tengas un feliz domingo, Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

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