El Pastor David Decena hace hincapié en 2° Samuel 24, donde se destaca el 2° gran error de la vida del rey David. Pero esta historia esconde una gran revelación: el error de David dio a luz a un altar de adoración que terminó afectando a muchas generaciones. Veamos lo que dice la Palabra de Dios.
En resumidas palabras, en el libro de 2° Samuel 24, el Pastor David Decena explica que Dios puso a prueba a David en cuanto a su confianza, y lo tentó a realizar un censo. El rey no resistió la prueba, y su actitud dio lugar a consecuencias que afectaron a toda la nación de Israel.
Pero esta historia también esconde una gran revelación: tenemos la oportunidad de levantar un altar sobre los errores que cometimos, cuya bendición será aún más grande que la maldición que provocó nuestra equivocación. El error de David hizo esto mismo: dio a luz a un altar de adoración que terminó afectando a muchas generaciones.
Veamos todo lo que nos enseña esta historia, porque en David siempre podemos vernos reflejados para crecer en nuestra vida espiritual.
– Sin importar lo que ya hayamos vivido con Dios, necesitamos ser probados para para ser perfeccionados (2 Samuel 24:1).
Las pruebas son una parte inevitable de la vida cristiana. Si Dios nos llamó, como al rey David, hasta el final de nuestras vidas trabajará para perfeccionarnos. En Cristo, estos desafíos tienen el fin de llevarnos a ser más parecidos a Él. Porque si Dios nos prueba, es porque nos quiere mejores.
La prueba en el hijo de Dios es un impulso para crecer. Pero la clave para que eso suceda, es cómo respondemos a lo que estamos viviendo. Por eso el apóstol Pablo dijo, en 1° Corintios 10:13 (NVI) que no permitirá que seamos tentados más allá de lo que podamos soportar, y que, con la prueba, viene “también una salida a fin de que podamos resistir”.
– Toda muestra de autosuficiencia, es una evidencia de independencia (2 Samuel 24:8 y 9).
El problema en la actitud de David es que no respondió como Dios esperaba. ¿Cuál fue el problema con que hiciera un censo? El censo fue un pecado porque fue decirle a Dios: “con nuestras fuerzas humanas podemos ante cualquier enemigo”.
Y el pueblo de Israel, como todo hijo de Dios, tiene su seguridad en depender de su Creador. David con esta actitud mostró autosuficiencia, y ser autosuficiente es ser independiente, pero además desconfiado de lo que Dios es para nosotros.
La independencia no solo acarrea desconfianza, sino desobediencia. Ya no buscamos caminar el sendero que Dios nos trazó, sino que transitamos nuestro propio camino. Cuando eso sucede, y tomamos decisiones con independencia, las consecuencias negativas son inevitables. No lloremos por las consecuencias si no dependimos de Dios para nuestras decisiones.
-Conocer la naturaleza de Dios nos permitirá volver a levantarnos a pesar del error (2 Samuel 24:10).
y 14 «Después de caer en sí respecto a lo que había hecho, David mostró arrepentimiento. Jamás podremos arrepentirnos sino tenemos una revelación de la naturaleza de Dios. David mismo lo describió en el Salmo 103:8 como “clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor”. En otras palabras, mientras más conozcamos la naturaleza de Dios, más sencillo será levantarnos de cualquier error. Para eso debemos aprovechar cada minuto que tengamos en Su presencia, y amar su palabra con toda nuestra fuerza.
El justo puede equivocarse, pero la gracia del Señor lo sostendrá ante su arrepentimiento, como muestra Proverbios 24:16. Dios jamás se olvida del corazón que cultivamos por su presencia, y el corazón de David era hermoso en ese aspecto. Por eso, el Salmo 132:3 al 5 recuerda lo mucho que el rey David amó la presencia de Dios:
«No gozaré del calor del hogar, ni me daré un momento de descanso; no me permitiré cerrar los ojos, y ni siquiera el menor pestañeo, antes de hallar un lugar para el Señor, una morada para el Poderoso de Jacob».
Más allá de que todos podemos equivocarnos, si lo hacemos, debemos levantarnos por la gracia de Dios, no nos tomemos licencia para pecar.
Antes bien, en todo busquemos ser perfectos, porque la revelación que tenemos en Jesús nos permite vivir en un nivel de santidad que ni siquiera el rey David conoció.
– Al justo la palabra de Dios lo alcanza aún en su error (2° Samuel 24:11 y 18).
Así como nuestro pecado provocó consecuencias, nuestra confianza en el Señor hará que Él nos dé una salida. Por eso Dios usó a Gad, el vidente, para mostrarle las consecuencias de su pecado, pero también para guiarlo en cuanto a cómo arreglar el asunto.
Entendamos que cultivar la justicia, es decir, buscar hacer la voluntad de Dios, nos hace acumular puntos a nuestro favor, que tarde o tempranos serán de gran ayuda.
La palabra de Dios visitando a David, como cuando se equivocó con Betsabé, evidencia la importancia que tiene el lugar en el que hayamos puesto en nuestra vida a la presencia de Dios.
– Dios usará nuestro arrepentimiento como un altar para bendecir a las próximas generaciones (2° Samuel 24:18 y 19).
Dios tiene la capacidad de tomar lo peor de nosotros y transformarlo en algo bueno. El libro de 2° Samuel termina mostrando cómo David, guiado por Dios, levantó un altar para revertir su error, y ese altar fue el inicio de un templo que contuvo a la presencia de Dios y fue de bendición para muchas generaciones.
2° Crónicas 3:1 muestra que en la misma parcela de Arauna, el rey Salomón levantó el templo, tal como había querido David. Por lo tanto, tenemos la oportunidad de levantar un altar de adoración en donde hubo desobediencia, y convertir el lugar de nuestro error en un altar de adoración.
Las consecuencias de nuestros pecados pudieron maldecir a muchos, pero las consecuencias de nuestra obediencia bendecirán aún a más.
Levantar un altar nos puede costar, porque siempre una ofrenda a Dios es sinónimo de sacrificio. Por eso David no aceptó la parcela como regalo, y estuvo dispuesto a pagar por ella. No temamos a los sacrificios. Porque Dios usará nuestro arrepentimiento como un altar para bendecir a las próximas generaciones.
La maldición de nuestros errores puede durar 3 días, pero la obediencia de nuestras decisiones puede dar a luz siglos de bendición.
Un gran y poco conocido hombre de Dios, llamado Poimén, dijo: «Cuando una cisterna exhala un olor infecto, es necesario que su propietario, ayudado por obreros, la cure y la limpie al precio de mucho trabajo y fatiga. Aquellos que la limpian se manchan y soportan un gran hedor, un olor fétido y sucio; pero, cuando han agotado lo que olía mal y arrojado el fango, entonces la cisterna recibe un agua nueva y pura. De la misma forma, aquel que se convierte, debe primero revelar las faltas que ha cometido; arrojar los pecados de su corazón, uno a uno; recurrir a alguien que lo escuche, al que cubrirá con un gran hedor y, cuando haya extirpado todo minuciosamente, entonces la nueva agua, que es el temor de Dios, se instalará en su corazón. Pues la cisterna es el corazón del hombre, donde están el fango y el pecado; el amo de la cisterna es el alma; los obreros son la lengua y el espíritu; y aquel que vierte el agua pura, ése es el Padre Celestial”.
Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!
Pastor David Decena
Victory Church