Visión Misionera 2023 | El desafío de mejorar la competitividad de las PyMEs

Desde hace más de una década, Argentina está inmersa en un proceso de inestabilidad macro cada vez más vertiginoso. Desde el 2011 a la actualidad, además de la pandemia, hemos atravesado sucesivas crisis cambiarias y financieras que han hecho de la inflación un problema persistente y cada vez más gravoso, lo que tuvo fuertes consecuencias en materia socioeconómica.

Por Dr. Gerardo Díaz Beltrán

Nuestro producto por habitante ha retrocedido más de un 10% en los últimos diez años y, como consecuencia, hoy sólo el 40% de los puestos de trabajo del sector privado se corresponden con trabajo asalariado formal. Esto tuvo, como deriva lógica, un crecimiento de alrededor de 12 puntos porcentuales de la tasa de pobreza, llegando a que hoy sean casi cuatro de cada diez argentinos los que sufran esa condición.

 

El año que está concluyendo no escapó a esta dinámica. Durante los primeros tres trimestres del 2022 se logró sostener el proceso de recuperación de la actividad iniciado tras la salida de la pandemia, con el consecuente impacto positivo en el nivel de empleo y las condiciones de vida materiales de la población. Pero la erosión de los ingresos que trajo aparejada la irrupción de tasas de inflación récord en los últimos treinta años y la fragilidad extrema de las cuentas externas, que obligaron a un ralentizamiento auto infligido del flujo de importaciones necesario para mantener en marcha los engranajes del sistema productivo, están poniendo en jaque su continuidad.

 

Ya en septiembre se registró la primera caída del nivel de actividad de los últimos seis meses, y todo indica que esta tendencia se mantuvo hasta diciembre.

Ante este panorama, quienes ejercemos tareas de representación gremial estamos obligados a hacer el esfuerzo de pensar un poco más allá de la difícil coyuntura que afrontamos día a día en la gestión de nuestras empresas.

 

Como dirigentes, tenemos la obligación de aportar nuestra visión a la cada vez más urgente discusión sobre cuál es esa hoja de ruta que necesita nuestro país para salir definitivamente de las crisis cíclicas que sistemáticamente socavan nuestras oportunidades en materia de crecimiento.

 

Más allá de los matices, hoy parecería haber un consenso bastante extendido respecto de que este cuadro de inestabilidad macro que atravesamos desde hace ya más de una década es, en última instancia, el reflejo de los problemas de competitividad estructural que acumula nuestro aparato productivo, que le impiden tener una participación más activa en la oferta mundial de bienes y servicios.

 

La gran mayoría de los altibajos económicos de los últimos años tienen un denominador común: se desataron ante la incapacidad de la economía de contar con dólares suficientes para atender las múltiples demandas que se generan por vía la comercial y financiera.

 

De allí que ampliar y dotar de mayor dinamismo la oferta exportadora del país es un objetivo que nos debe ocupar a todos y, para ello, trazar el camino debemos seguir para mejorar nuestra competitividad es una tarea insoslayable.

 

El caso de las producciones más representativas de nuestra provincia es ilustrativo. Argentina y Brasil son los principales países exportadores de yerba mate, pero nuestro país viene perdiendo terreno en el mercado mundial en los últimos años. Las exportaciones de madera, que fueron récord luego de la crisis de la pandemia, están este año cayendo con fuerza.

 

Además de factores externos, la pérdida de competitividad es un factor clave de este fenómeno: la brecha entre las distintas cotizaciones del dólar para exportar la producción y para importar los insumos necesarios para producir, las presiones impositivas nacionales y subnacionales -muchas veces superpuestas- que recaen sobre la producción y los mayores costos que significa la falta de gas natural en la región explican buena parte de la situación.

 

 

También la provincia nos dio este año testimonio de la importancia que detenta la participación dirigencial en la defensa de nuestros intereses regionales. Luego de varios años de gestiones realizadas desde distintos ámbitos de representación, hemos logrado que se sancione con fuerza de Ley el marco necesario para poder crear una zona aduanera especial en nuestro territorio.

 

Por motivos geopolíticos y por los problemas estructurales que tenemos para competir con los países vecinos, contar con esta herramienta es crucial para que nuestras empresas puedan operar en condiciones básicas de igualdad con las de Brasil y Paraguay.

 

 

Nos queda ahora una tarea igual de importante: trabajar desde nuestros espacios para que la operativización de lo logrado hasta ahora sea lo suficientemente potente como para promover un crecimiento genuino de la actividad de la región por la vía de lograr una mayor competitividad, permitiendo de este modo tener una relación mucho más virtuosa y dinámica con nuestros vecinos.

 

En definitiva, ambos casos son ejemplos claros de los desafíos que tenemos por delante, pero también de la importancia de nuestra tarea diaria como dirigentes. Siempre estuve convencido de que las entidades gremiales empresarias tenemos un rol trascendental: defender los intereses de aquellos que representamos, conscientes de que trabajar en la defensa de las PyMEs es en última hacerlo en nombre del trabajo y el empleo, único camino viable para mejorar de manera genuina las condiciones de vida de la población.

 

 

(*) Empresario

Secretario Gral. de Interior de la CAME

Ex Presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME)

Ex Presidente de la Confederación Económica de Misiones (CEM)

 

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