Visión Misionera 2023 | Dólar, inflación y crecimiento: interrogantes de cara a un año electoral atípico

En 2022 Misiones consolidó el crecimiento iniciado en plena pandemia. La demanda de bienes y servicios se mantuvo en alza, también la generación de empleo privado. Pero las inconsistencias de la economía nacional y mundial agregan incertidumbre a los pronósticos. La inflación, el atraso cambiario y las dificultades para importar insumos están entre las mayores preocupaciones del sector privado.

Cuando el mundo todavía no terminaba de recuperarse del mazazo que significó la pandemia, Rusia invadió Ucrania y generó un efecto dominó que volvió a poner patas para arriba a la economía global. Para enfrentar al coronavirus todos los países incrementaron su gasto público, con ello volvió la inflación a casi todas las economías desarrolladas, fenómeno que se acrecentó con la guerra en Ucrania, con especial foco en alimentos y energía.

Países que desde hace décadas tenían precios estables cierran 2022 con niveles de inflación de dos dígitos y los que venían arrastrando problemas precedentes llegaron a porcentajes bastante más elevados.

A ese contexto internacional complicado por la guerra, Argentina le sumó sus propios desequilibrios y terminará el año con un alza de precios que superará los 90 puntos. Para evitar que la inflación se gane el nefasto prefijo “híper”, el Gobierno nacional sostiene un tipo de cambio oficial bajo con crecientes restricciones en el acceso a las divisas y “aspira” el excedente de pesos con toma de deuda.

El dólar oficial barato se convirtió en un dolor de cabeza para los exportadores, cuyos márgenes de rentabilidad se redujeron significativamente. En Misiones los más afectados son los tealeros, que venden al exterior el 95% de su producción y no tienen posibilidad de colocarla en el mercado interno, también los madereros y tabacaleros.

Las limitaciones al acceso de divisas llegaron al punto de dificultar el acceso a insumos importados, lo que llevó a que fábricas debieran interrumpir su producción en distintos puntos del año.

Pese a estos desequilibrios, el país registrará en 2022 un crecimiento de 4% de acuerdo a las estimaciones de organismos internacionales y uno de entre 1% y 3,5% en 2023, de acuerdo a estimaciones de organismos internacionales. Con ello logrará hilvanar tres años consecutivos de crecimiento, algo que no ocurría desde hace 15 años, que a su vez llegan después de otros tres años consecutivos (2018-2019-2020) de recesión.

Pero el principal problema para la economía argentina no pasa por las variables macro sino por la política. El Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner estuvo marcado por una fuerte interna que encontró su pico con la renuncia del exministro de Economía Martín Guzmán, blanco usual de las diatribas mediáticas del kirchnerismo.

Su salida intempestiva sacudió los endebles cimientos de la economía nacional, el establishment le retiró al Gobierno la poca confianza que hasta entonces le reservaba y los tipos de cambio no oficiales se dispararon junto a la dinámica inflacionaria.

Tras un breve interinato de Silvina Batakis, asumió Sergio Massa al frente del Palacio de Hacienda y en pocas semanas logró conjurar el riesgo de una nueva corrida contra el peso e inició una nueva etapa en la que el kirchnerismo parece más dispuesto a avalar un ajuste ortodoxo.

A pesar de enfrentarse a un Gobierno nacional fracturado desde adentro y por momentos paralizado por esa interna, la oposición no logró construir una opción. Enfrascados en sus propias disputas intestinas, los referentes de Juntos por el Cambio no consiguieron articular nada parecido a una propuesta y su único argumento fue la oposición destructiva.

Llegar a acuerdos por vía del diálogo es una práctica que quedó en desuso en el plano de la política nacional, lo que llevó a Argentina a terminar 2022 con un enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Poder Judicial (altamente politizado) y con el Poder Legislativo paralizado porque los diputados nacionales del FdT y JxC no consiguen compartir un mismo espacio sin adoptar comportamientos propios de un barrabrava.

 

Microclima

Misiones volvió a ofrecer un escenario completamente distinto, tanto en lo político como en lo económico.  A pesar de las limitaciones que impone un contexto nacional volátil, la provincia se las arregló para ofrecer un horizonte de certidumbre que favoreció la llegada de nuevas inversiones y permitió que prácticamente todos los sectores trabajaran a capacidad plena.

La construcción atraviesa un período de auge con un incremento interanual de 33% en la cantidad de personal empleado (datos de octubre suministrados por el IERIC), el comercio vendió como nunca y ciudades como Posadas y Puerto Iguazú se convirtieron en imanes para las principales franquicias del país y el mundo y las ventas en supermercados aumentaron 3,1% en términos reales.

La demanda de bienes durables en Misiones se mantuvo alta durante todo el año. El patentamiento de vehículos 0 km aumentó 3% en términos interanuales, pero según las concesionarias ese porcentaje hubiera sido mucho mayor si las terminales no retacearan la entrega de unidades. “Vendemos todo lo que tenemos y nos manejamos con listas de espera. Si nos entregaran el doble de los autos y camionetas que recibimos, los venderíamos a todos sin problemas”, explicó un concesionario de Volkswagen.

La llegada de compradores de países limítrofes volvió a ser una constante que dinamizó especialmente al comercio e inyectó fondos frescos a la economía provincial. La venta de combustibles aumentó 46,5% interanual impulsada principalmente por la demanda de extranjeros.

Con la caída de las últimas restricciones por la pandemia, el turismo de Misiones exhibió este año todo su potencial. Llegaron a la tierra colorada casi 1,6 millones de turistas que registraron más de 6 millones de pernoctes y dejaron más de 30 mil millones de pesos.

Puerto Iguazú atrajo inversiones multimillonarias en hotelería, como el proyecto que lleva adelante la cadena Marriot, y en gastronomía y esparcimiento con iniciativas como la llegada del local más grande de Latinoamérica de la cadena Hard Rock Cafe.

Para las agroindustrias hubo una demanda muy sólida en el mercado interno, pero dificultades para exportar.

El tipo de cambio oficial atrasado, los incrementos desmedidos en los precios de algunos insumos como los fertilizantes y una logística internacional que no termina de normalizarse después de la pandemia, conspiraron contra la rentabilidad de los exportadores.

El sector tealero fue el más afectado por esta situación, la forestoindustria también se vio perjudicada pero lo pudo compensar gracias a una fuerte demanda del mercado interno impulsada en buena medida por el boom de la construcción.

Para la actividad yerbatera, el año que termina deja buenos resultados por el lado que se lo mire. Los productores recibieron buenos precios por la materia prima, la demanda del mercado interno se mantuvo alta y también se incrementaron las exportaciones.

Gracias al buen desempeño en términos generales de los principales rubros de la economía misionera, el empleo registrado en el sector privado en la provincia volvió a aumentar por encima de la media nacional y se despega cada vez más de las demás jurisdicciones del NEA.

Durante los primeros tres trimestres de 2022 Misiones tuvo un promedio de 106 mil trabajadores registrados en el sector privado, Chaco 75 mil y Corrientes 77 mil.

 

Proyecciones

Las estimaciones de organismos internacionales coinciden en que la economía Argentina continuará creciendo en 2023, pero lo hará a un ritmo más lento que en los dos años previos. La CEPAL proyecta un crecimiento de 1% del PIB, el Banco Mundial un 2% y el FMI un 2,5%.

La desaceleración se explica por un contexto internacional en el cual las principales economías del planeta seguirán resignando actividad a cambio de bajar la inflación, por la reducción del déficit fiscal que deberá aplicar el Gobierno nacional para cumplir con los objetivos acordados con el FMI y por los desbarajustes propios de la economía nacional.

Una buena noticia para Misiones es que para Paraguay se proyecta un crecimiento superior al 4% y que Brasil también crecerá, lo que garantiza un incremento en el comercio fronterizo que en las condiciones actuales favorece a Argentina.

Por otra parte, el sector privado sigue con mucha expectativa la posibilidad de que finalmente se concrete el área especial aduanera para la provincia. Según lo anticipó el secretario de Hacienda, Adolfo Safrán, se avanza en una instrumentación por etapas que en una primera instancia beneficiaría directamente a los sectores exportadores como el tealero, el tabacalero y la forestoindustria.

La inflación y el dólar son los dos mayores interrogantes que encuentran los analistas a la hora de proyectar escenarios.

El hecho que 2023 sea un año electoral no ayuda a despejar dudas. Si bien el ministro de Economía, Sergio Massa, se muestra firme en su postura de sostener los objetivos planteados en el acuerdo con el FMI, muchos dudan que el Gobierno se resigne a ejecutar un ajuste del gasto público en plena campaña electoral.

El que inicia será un año electoral atípico, con un Gobierno nacional seriamente limitado en sus posibilidades de expandir el gasto para mejorar sus chances en las urnas.

De que el Gobierno se abstenga de darle a la maquinita de imprimir billetes como mecanismo de campaña depende en buena medida la posibilidad de sostener en el mediano plazo el camino de desaceleración de la inflación iniciado en noviembre.

Otro enorme desafío para la administración de Sergio Massa pasará por sortear los enormes vencimientos de deuda en pesos que deberá afrontar a lo largo de 2023. Si no consiguiera renovar completamente esa deuda y obtener nuevo financiamiento, correría el riesgo de que el excedente de pesos presione los precios, disparando la inflación y las cotizaciones paralelas del dólar.

En lo que respecta al tipo de cambio, la duda pasa por saber hasta qué punto el Gobierno corregirá el atraso cambiario, de qué manera lo hará y si habrá nuevas devaluaciones sectorizadas como las dos versiones del dólar soja.

Las opciones son las de siempre: un shock devaluatorio o microdevaluaciones sucesivas que necesariamente deberán correr más rápido que la inflación para corregir el atraso cambiario.

Tratándose de un año electoral es muy difícil que el Gobierno opte por un shock devaluatorio porque tendría un efecto directo en la inflación, lo más probable es que se continúe con el crawling peg con microdevaluaciones que podrán superar a la inflación solo en la medida en que esta se mantenga a raya.

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