Día Internacional Contra la Violencia y el Acoso Escolar: “Muchas veces los propios acosadores piden que se les ponga límites”, aseguró la psicopedagoga Romina Chas

Este 3 de noviembre es el Día Internacional Contra la Violencia y el Acoso Escolar establecido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Al respecto, la psicopedagoga Romina Chas se refirió al acoso escolar y afirmó que “muchas veces los propios acosadores piden que se les ponga límites, porque luego proceden a conductas de autodestrucción”.

En este sentido, la profesional sostuvo que esta temática debería estar presente los 365 días del año, ya que se está introduciendo cada vez más en la sociedad debido a las vivencias que muchos niños y adolescentes sufren en las comunidades educativas de todo el mundo.

Por esto, explicó que la realidad virtual atravesó las fronteras comunicacionales físicas, que anteriormente limitaban ciertas experiencias. De este modo, a través de las redes sociales, el hostigamiento y el acoso trascendieron dichas fronteras, permitiendo su continuidad luego de que los niños dejaran de compartir el espacio físico en las escuelas.

Pensar en el acoso escolar implica compartir ciertos conceptos que refieren a la educación dentro de la familia, como los valores, las habilidades sociales y el aprendizaje de las normas y los límites que los niños deben aprender en el seno familiar antes de insertarse en las comunidades educativas.

En este sentido, desde la salud pública se invita continuamente a la reflexión en los hogares, para recuperar la educación que implica el respeto al otro, la aceptación de la diferencia y el aprender a convivir dentro de las comunidades. “Debemos empezar a repensar cómo transmitimos valores morales a nuestros hijos”, agregó.

 

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De igual manera, Chas aseguró que “los niños aprenden de lo que hacemos, no de lo que decimos, se puede ser muy ambiguo con respecto a nuestra conducta y a las normativas que impartimos”. Los niños suelen observar todo el tiempo, para luego aprender e imitar las conductas de los padres. Debido a esto, los adultos deben comprender que tienen que estar convencidos sobre los valores, las normas, la aceptación de la diferencia y el respeto mutuo, y no dar lugar a la hipocresía.

Además, cabe señalar que alrededor de los 7 años, los niños comienzan a desarrollar la construcción de su moral, es decir, decidir qué cosas están bien y cuáles están mal. “Esto se desarrolla a lo largo del tiempo, y los adultos tenemos que facilitarle experiencias para que los niños puedan aprender aquello que culturalmente es aceptado y no es aceptado en una sociedad”, afirmó Chas.

Sin embargo, si en la familia, que es el primer sistema social, se les enseña a discriminar, a no tolerar, a juzgar, a emitir prejuicios o juicios de valores, el trabajo que realice el segundo sistema que es la escuela, servirá de poco en el momento en que se manifiesten situaciones de violencia o de acoso. Aun así, las instituciones tienen una gran responsabilidad a la hora de ratificar y acompañar las normas convivenciales y las habilidades sociales.

Al mismo tiempo, la psicopedagoga consideró que la educación se encuentra en crisis con respecto a temáticas de las mencionadas habilidades sociales, la inteligencia emocional y, aunque las autoridades de la provincia hayan aportado su granito legislando a favor de la educación de las habilidades emocionales, esto debe ser aceptado por los padres y las comunidades en las cuales se desarrolla la primera infancia para que el impacto sea efectivo.

Por otro lado, en referencia a la delgada línea que existe entre un chiste y un acoso, Chas sostuvo que la sociedad está cambiando los paradigmas del humor gracias a una mayor conciencia social y al daño que sufren las personas con determinados “chistes”. “A través de todos los medios tratamos de visibilizar el impacto negativo emocional, físico y social que repercute en aquellos que sufren acoso”, añadió. En este sentido, existen diferencias entre la intensidad, la frecuencia y la duración del acoso, ya que no es igual el impacto que puede recibir una persona que sea víctima de bullying por un solo niño o por un grupo de niños.

Asimismo, la profesional recordó a un famoso que produce contenido en tiktok y cuenta como el daño silencioso, pero muchos chicos que hoy sufren las mismas experiencias terminan optando por quitarse la vida, abandonar el colegio, haciendo referencia a las distintas realidades y el abanico heterogéneo de las consecuencias que pueden ser provocadas por el acoso. “Creo primero debemos tener en claro las cosas que corresponden y las que no, ya que la burla, el daño al otro y el ridiculizarlo no pueden ser tomados como un chiste”, manifestó.

En esta misma línea, manifestó que tanto los adultos como las comunidades educativas deben ser tajantes si perciben que durante un chiste alguien no se ríe, ya que a partir de esa pequeña justificación los niños aprenden de esta paradoja. De este modo, la manera de formar parte activa de la solución se logrará en la medida en que la sociedad tome conciencia de que los valores de la familia deben ser la inclusión y la tolerancia: “No podemos hacer oídos sordos cuando nuestros hijos cometen actos de acoso escolar, y la sanción debe llevar a un cambio de actitud y una reflexión de los adultos”, sostuvo.

También destacó la importancia de que los adultos reconozcan cuando están en falta en referencia a la crianza y enseñanza hacia sus hijos, mientras que la sociedad debe acompañar la cosmovisión de los ideales del respeto, la tolerancia, la diversidad, para que los niños logren insertarse eficazmente en ella. “La justificación del acoso escolar remite a un empobrecimiento cognitivo”, agregó.

Por otro lado, la psicopedagoga aclaró que los síntomas de un niño que está siendo acosado y del aquel que perpetúa dicha agresión dependerá de la edad, ya que existen conductas que pueden resultar atípicas, pero al darnos cuenta que el cambio de los hábitos cotidianos como la alimentación, el sueño, el esparcimiento, es probable que el acoso sea un hecho. Asimismo, en los más pequeños las señales suelen presentarse a través dolores de panza y de cabeza ya que “son los que más les cuesta por ahí verbalizar y objetivar lo que está pasando”.

En los adolescentes esto puede verse a través de conductas internalizantes como el ausentismo escolar, de modo que las escuelas deben estar permanentemente en alerta. Al respecto, Chas consideró que en la actualidad se les quitó autoridad a los docentes a la hora de educar a los más jóvenes. “Hay mucho miedo al pensar hasta cuándo llega la autoridad desde su función como docentes”, explicó.

Para terminar, aseguró que para evitar los acosos se debe trabajar antes de que se manifiesten los primeros episodios de violencia, y si suceden, la comunidad educativa debe tener en claro cómo proceder a través de un protocolo establecido.

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