Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «Siembra con sacrificio y cosecharás con alegría»

El Pastor Guillermo Decena destaca esta semana que "esforzarse para sembrar a pesar de cualquier circunstancia adversa y seguir haciendo la tarea con fe, a pesar de los problemas, es lo que Dios premiará, coronándolo con el sobrenatural gozo de Su Espíritu. No hay mejor triunfo que el que se logra con mucho esfuerzo y sacrificios".

«Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas» (Salmo 126: 5-6 RVR).

Esforzarse para sembrar a pesar de cualquier circunstancia adversa y seguir haciendo la tarea con fe, a pesar de los problemas, es lo que Dios premiará, coronándolo con el sobrenatural gozo de Su Espíritu. No hay mejor triunfo que el que se logra con mucho esfuerzo y sacrificios.

El Pastor Guillermo Decena resaltó algunos puntos para tener en cuenta:

I) Sembrar con lágrimas:

“Los que sembraron con lágrimas, con alegría cosecharán” (Salmo 126:5). Esta es una de las declaraciones más sorprendentes de la Palabra de Dios.

Es una promesa, un principio de vida y una declaración de fe poderosa.

Es una promesa porque revela que cuando se siembra con sacrificio en el reino de Dios, nuestro Padre se agrada de sus hijos esforzados. «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Josué 1:9 RVR).

Es una declaración de fe maravillosa, pues está pronunciada cuando el pueblo de Israel estaba en cautividad y esclavitud babilónica. No la estaban pasando bien, pero en medio de semejante sufrimiento viene el Espíritu Santo soplando esta poderosa promesa.

Es por el entorno histórico de este salmo que la historia del pueblo de Israel es tan preciosa para la iglesia del Nuevo Pacto. En sus errores nos reflejamos, pero en sus victorias nos inspiramos. ¡Recordemos la historia y aprendamos con una unción fresca del Espíritu de Dios! Es un principio de la ley, porque ninguna siembra y cosecha es fácil y no está libre de luchas y problemas. «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33 RVR).

“Yo he vencido al mundo” quiere decir que Él estaba capacitado para ayudar a la humanidad, porque el mal no pudo desanimarlo ni vencerlo, sino que Él venció todos los problemas, siguiendo la consigna del Padre, sembrando obediencia hasta el final, aun entregando su vida en este mundo.

Ya que debemos pasar aflicciones, es preferible que las aflicciones vengan por hacer el bien y no por hacer el mal. La Biblia enseña claramente que hay dos causas generales de sufrimiento. Se puede sufrir por hacer lo bueno y por hacer lo malo.

1. Sufrir por hacer el bien:

Hay un poder tremendo que se desata al sembrar en la adversidad, a pesar de la oposición, la difamación, las burlas o los ataques desde muchos frentes.

Jesús mismo lo demostró: «Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados» (1Pedro 3:17-19 RVR).

El Padre Celestial sabe que es bueno pasar por un proceso de pruebas y que es allí que debemos declarar que “todo nos ayuda para bien”.

La entrega de Jesús de “el justo por los injustos” es la misma tarea del cristiano de hoy en día que, siendo ya perdonado, trabaja para la salvación de los que están en tinieblas espirituales. El caso más sublime de sufrimiento “por hacer lo bueno” lo experimentó el propio Jesús. Por ese sufrimiento injusto fue vivificado en espíritu, y esto es lo que también nosotros debemos experimentar.

No podemos ser vivificados sino transcurrimos por el mismo camino. Es por ello que no nos debemos entristecer. Tenemos que pregonar libertad a los cautivos.

Nosotros no podemos ayudar a los espíritus encarcelados si no estamos dispuestos a sembrar a pesar de cualquier sufrimiento, esto es seguir las pisadas de Jesús. «Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec» (Hebreos 5:7-10 RVR).

Debemos ser sacerdotes según el orden celestial y no terrenal, y nunca lo lograremos si volvemos atrás por las pruebas de la vida. Nuestro camino entonces es tomar la cruz cada día, e imitar a Jesús.

 

2. Sufrir por hacer lo malo:

El ejemplo perfecto de esto es Israel como pueblo de Dios. La primera cautividad de Israel fue en Egipto, infligida por los egipcios, pero en la segunda cautividad ellos fueron responsables directos de su propio sufrimiento, o sea auto-infligida. Ellos fueron idolatras, conociendo al Dios de misericordia, lo cambiaron por otros dioses, siendo infieles. Cuando cambiamos a Dios por personas, cosas materiales o hábitos, el resultado es siempre el mismo: muerte espiritual y cautividad, y todo esto conduce siempre al sufrimiento.

«Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus manos. Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios, grande y chica, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia. Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables. Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los persas; para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos» (2° Cronica 36:17-21 RVR).

Cuando dejamos a Dios y lo cambiamos por ídolos en nuestro corazón, primero trae muerte espiritual, una separación profunda entre nosotros y Dios. Además, también trajo la pérdida de todo lo material en lo que confiaban y por lo cual se enorgullecieron.

Los israelitas se dieron cuenta que los objetos religiosos al final no les ayudarían. Sumado a esto, también cayeron en vergüenza cuando por su pecado llegaron a ser siervos del enemigo. Y, más allá de todo eso, sufrieron el desarraigo de su tierra, pasando un tiempo doloroso y a su vez un proceso de purificación de la misma.

En medio de semejante panorama, interminable y desolador, surge una luz de esperanza, surge un modelo de oración y una tremenda declaración de fe de parte del Espíritu de Dios. Esto fue para que nos veamos reflejados todos los que confiamos en Dios a pesar de las dificultades, sabiendo que, si seguimos sembrando aún en medio de las pruebas, Dios se hará cargo. Dice el salmo completo: «Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, Seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos. Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres. Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová, Como los arroyos del Neguev. Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas» (Salmo 126:1-6 RVR).

¡Podríamos personalizar las declaraciones de este salmo precioso y declarar nuestra victoria en medio de las pruebas! En este caso eran sufrimientos que ellos mismos buscaron por desobedecer a Dios, a pesar de las reiteradas advertencias del Altísimo.

Pero, aun así, Dios les inspira fe, pues Él les daría otra oportunidad. Es importante buscar conocer y analizar el origen de todo nuestro sufrimiento, aunque muchas veces no nos quede claro.

Y Jesús le dijo: «Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios» (Lucas 9:62 RVR).

No mirar atrás significa dejar la vida de pecado, el viejo hombre y la vieja mujer que ignoraba el mundo espiritual, tomando conciencia de la lucha espiritual, valorando el precio del sacrificio que se tuvo que pagar por nuestros pecados, para que podamos ser perdonados.

Así es que no te aflijas por los ataques del enemigo, por más que estos vengan de los seres más queridos, mira hacia delante sigue sembrando la palabra de Dios, palabras de ánimo y actitudes para promocionar el reino de Dios. La clave fundamental es que tomemos el arado mirando hacia delante, sin retroceder, y seguir sembrando.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

Centro Familiar Cristiano «Victory Church»

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