Día del odontólogo | “Un consultorio odontológico es lo más parecido a la cabina del transbordador espacial”

Sebastián Lomanto no es astronauta ni estuvo en una nave espacial pero sí montado sobre las alas de sueños juveniles que lo acercan a un abuelo, y posó en la ciudad de Posadas, donde que brinda un servicio fundamental para la vida humana, como el cuidado de la salud bucal.

Junto a sus colegas de todo el país y un puñado más de países hermanos en Latinoamérica, este lunes 3 de octubre celebra su día, trabajando, como forma de honrar aquellos designios familiares que asociaba el trabajo a la dignidad, responsabilidad y esmero.

Los dueños de instrumentos tan odiosos como necesarios tales como el torno, las pinzas y un sinfín más de accesorios festejan cada tercer día del décimo mes del año desde 1925, cuando durante el Segundo Congreso de la Federación Odontológica Latinoamericana (FOLA) celebrado en la República Argentina y a propuesta del delegado anfitrión, Ubaldo Correa, se eligió la fecha como el Día del Odontólogo en Latinoamérica. Esta definición tuvo su correlato unos años antes, en la misma fecha de 1917, en Santiago de Chile, donde el primer paso fue la creación de la Federación Odontológica Latinoamericana.

En otros países, los profesionales lo celebran cada 9 de febrero, en homenaje a Santa Apolonia, considerada por la Iglesia católica como “la mártir de la odontología y las dolencias dentales” y caracterizada como una joven virgen que tiene en la mano unas tenazas. La festividad apunta a rendir homenaje a las víctimas del Emperador Decio, quien se dedicó a perseguir cristianos en el siglo III, entre ellos a Apolonia, torturándolos y rompiéndoles los dientes con piedras y puntas de hierro caliente.

La actualidad nos induce a entender el trabajo del “dentista” no como una tortura, sino como un especialista en salud, específicamente orientada a las cuestiones bucales. En el caso de Lomanto, las técnicas manuales y las decisiones profesionales se realizan con ayuda de instrumental tecnológico todavía no muy conocida en la provincia. Así, después de las entrevistas iniciales, junto al paciente, decide técnicas, procedimientos y propuestas, según las necesidades de cada caso.

En oportunidad de celebrar su día, el odontólogo describió sus orígenes, comienzos y cambios de destino: “Me llamo Sebastián Lomanto, nací en Pergamino, provincia de Buenos Aires, en el año 1973. Estudié allí todos o casi todos los ciclos, a excepción de 4 años de primaria, en la Patagonia, más exactamente en Trelew. Durante la secundaria trabajé de pintor, heladero y armador en la parte de diseño e impresión del único periódico que había en Pergamino”.

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De expresión pausada, calma, pero de tono firme, rememora cada vez que puede las épocas en que “casi fue periodista” y reconoce a la profesión de la gente de medios como su segunda pasión. Pero respecto de la decisión que lo llevó a probar otros caminos, hasta el actual que lo transformó en lo que lo distingue en este presente confuso en todo el país, Lomanto explica: “como siempre tuve cierta rebeldía con trabajar en relación de dependencia por el resto de mi vida decidí que iba a continuar con los estudios universitarios para poder ser independiente y no tener jefes que me den órdenes (cosa que a la larga me di cuenta era imposible). Por eso comencé la carrera de Ingeniería en Informática en la UBA, carrera que quedó rápidamente truncada… épocas difíciles cuando trabajar y estudiar una carrera como ingeniería era casi imposible; pero no bajé los brazos y al año siguiente me trasladé a la ciudad de Rosario para comenzar Odontología, otra profesión que me atraía, quizás por pasar mi infancia jugando en el taller de mecánica dental de mi abuelo. Mucha cera, yesos y pequeñas herramientas para jugar así como aromas extraños y agradables. Esta vez sí me enganché, por no decir enamoré de la carrera y no paré hasta tener el título de la UNR en el año 1999”.

día del odontólogo

Como en cada profesión, con la finalización de la formación universitaria, el despertar a la realidad inmediata se vuelve una bisagra hacia un futuro distinto: “Ahí me di cuenta de que comenzaba un nuevo desafío, aún más difícil que el anterior; poder subsistir a expensas del trabajo de uno mismo en especial en esa época cuando se iba Menem y venía De La Rúa y la economía estaba paralizada”.

 

La “nave espacial”

Especializado en estética dental, la tarea de Lomanto no es fácil, ya que tiene que lidiar cotidianamente con los deseos personales de cada paciente y las posibilidades concretas de ofrecer los resultados deseados. Y en esa tarea se concentra, hasta encontrar las soluciones que contemple deseos, posibilidad y costos, principalmente en una época en que las coberturas de las obras sociales dejan por fuera los mejores tratamientos para sus afiliados.

Sobre su lugar de trabajo, el odontólogo graficó: “Un consultorio odontológico es lo más parecido a la cabina del transbordador espacial. Muchas maquinitas, instrumentos, etc. ni hablar del costo y tiempo que lleva equipar uno”. Y precisamente, quien nunca viajó en una nave espacial podría perfectamente hacerse la idea de un paseo por otros espacios mientras el “doc” trabaja: butaca especial, almohadilla para relajar los nervios en las cervicales de quienes se ponen bajo la lupa que utiliza para llegar a los detalles más ocultos de la dentadura de sus pacientes. Y les saca fotos…y escanea cada paso, para buscar las mejores respuestas para cada problema.

 

La llegada a la Tierra Colorada

“Ya con una familia establecida, con una bebé de 2 años y gracias a colegas que me dieron una mano decidí probar suerte en Misiones, provincia que nunca en mi vida había visitado. No fue fácil al principio, una cultura particular, un clima violento, pero de a poco me fui adaptando. Hoy día soy un misionero más y adoro esta bella provincia.

Profesionalmente ejercí desde el año 2001 en diferentes domicilios, me capacité permanentemente en distintas áreas, aunque profundizando en rehabilitación oral, prótesis, implantes dentales y durante los últimos años en la odontología moderna, la que llamamos ‘odontología adhesiva’ y ‘odontología digital”, agrega Lomanto en este entretejer hechos, fechas y acontecimientos celebrativos.

Como parte fundamental de su tarea, cada paciente representa un desafío profesional que requiere dedicación y esfuerzo. “Desgraciadamente vienen con mucha frecuencia pacientes que han recorrido a lo largo de su vida numerosos consultorios y recibido todo tipo de tratamientos y aun así se encuentran descontentos. Lo que intento realizar y comunicar a cada uno de mis pacientes es que los tratamientos hay que abordarlos en forma integral, porque si bien tenemos 32 piezas dentales, cada una de ellas está para cumplir una función y si nos detenemos a arreglar sólo las piezas que vemos con caries o a mejorar la estética de los dientes de adelante sin dar importancia a los problemas de atrás o ausencias de dientes que ‘no se ven para la foto’ y no tratamos a la boca como un una unidad funcional, los problemas van a ser frecuentes y los pacientes vivirán más en los consultorios que en otras partes”.

Sobre esta cuestión, el profesional reflexionó: “Cuando mis pacientes comprenden esa filosofía de trabajo y acceden a realizar los tratamientos de rehabilitación bucal logramos juntos un mejor resultado a largo plazo. Es importante saber que nuestro bienestar se refleja en una sonrisa y sin boca sana no hay sonrisa y si no hay sonrisa no hay bienestar. Somos seres sociables y nuestra boca es parte de nuestra carta de presentación, de expresión de nuestros sentimientos. A veces un problema dental nos limita tanto en nuestras relaciones laborales como sentimentales”.

Con el deseo de buen trabajo y buena vida para pacientes y colegas, Lomanto cerró con una recomendación dirigida “sobre todo a aquellas personas que sólo acuden al consultorio cuando están con fuertes dolores y no dan más”, a quienes recordó: “Una consulta preventiva cada 4 o 6 meses detecta problemas en sus estadíos iniciales, cuando a veces ni siquiera es necesario utilizar anestesia para un tratamiento y especialmente son muchísimo más económicos que cuando los problemas son grandes. En definitiva la prevención es el tratamientos más barato que existe”.

“En resumen –concluyó- soy muy agradecido a la vida, a mi familia que me ayudó a estudiar esta noble profesión, a Misiones, una provincia y sociedad maravillosa, lugar donde me pude establecer y progresar como odontólogo. Hoy puedo decir que la mayor gratitud que recibo de parte de mis pacientes es una sonrisa y su plena confianza en los tratamientos que les ofrezco. A los largo de estos 23 años he adquirido mucha experiencia, pero a la vez muchos amigos, una mujer que me acompaña y 3 hijos maravillosos”.

 

 

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