Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «Apagar el egoísmo para encender la fe»

El Pastor Guillermo Decena expresó que egoísmo son acciones realizadas por interés personal, para provecho propio, y sin mirar necesidades, opiniones o intereses de los demás. Esto dificulta la relación con el prójimo y es opuesto a valores como solidaridad, gratitud o amor. La fe y el amor puro son frutos del obrar del Espíritu Santo, así que el egoísmo apaga el amor y también la fe.

En su reflexión semanal el Pastor Guillermo Decena mencionó el pasaje de 2° Reyes 20:16-19 (RVR) «Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye palabra de Jehová: He aquí vienen días en que todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin quedar nada, dijo Jehová. Y de tus hijos que saldrán de ti, que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia. Entonces Ezequías dijo a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado, es buena. Después dijo: Habrá al menos paz y seguridad en mis días».

¿Qué es el egoísmo? De esta manera se denomina a la actitud de quien manifiesta un pensamiento centrado en sí mismo, y que solamente se ocupa de aquello que es de su propio interés y beneficio, sin atender ni pensar en las necesidades del resto. La palabra proviene del latín ego, que significa ‘yo’, y se compone con el sufijo -ismo, que indica la actitud de quien solo manifiesta interés por lo propio.

El egoísmo puede reconocerse en todas aquellas acciones realizadas por interés personal, para provecho propio, y sin mirar en las necesidades, opiniones, gustos o intereses de los demás. Los actos así realizados pueden calificarse de egoístas. El egoísmo dificulta la relación con el prójimo, pues la persona egoísta hace sentir a los demás como si no existieran, o como si sus preocupaciones o ideas no importaran. De allí que también se lo relaciona con el individualismo. En este sentido, el egoísmo es opuesto a valores tan importantes para la convivencia humana como la solidaridad, la gratitud o el amor. La fe y el amor puro son frutos del obrar del Espíritu Santo, así que el egoísmo apaga el amor y también apaga la fe.

Entonces, si apagamos el egoísmo se nos encenderá la fe. Una de las maneras más gráficas que describe la actitud de centrar todo en uno mismo es cuando queremos hacer nuestra propia voluntad y no nos queremos someter a los amorosos consejos de Dios.

“Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí” (Isaías 1:2-3 RVR).

¿Cómo podemos entender lo que Dios quiere hacer con nosotros?

Hay muchas cosas que entendemos y otras cosas no, pero lo importante es poner en práctica lo que entendemos, y Dios nos ayudará con todo lo demás.

Lo que la Biblia nos enseña es que la vida cristiana es un camino de caminar con Jesús, y Él va a ir enseñándome cuando tengo la voluntad de entender, el Señor nos va a ayudar en esto. El “yo” quiere tomar un camino propio, quiere gobernar nuestra vida, quiere hacer como se le antoja y que nadie le indique el camino o se meta con él. Pero la Biblia nos enseña a destronarlo y dejar de lado mi voluntad para hacer la voluntad de Dios. Esto es humillar el “yo”.

¿Cómo podemos destronar al ego para que reine el Señor y así mantener el poder, la fuerza y la luz de la fe? El Pastor Guillermo Decena brindó tres consejos para derrotar el egoísmo y fortalecer nuestra fe:

1- Cuando presentemos el cuerpo en sacrificio vivo.

«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional» (Romanos 12:1-2 RVR). Cuando dejamos fuera el cuerpo del proyecto de Dios entonces se nos apaga la fe. Es lo que la Biblia llama la carne. Al cuerpo hay que crucificarle, con sus pasiones y deseos junto con Cristo.

El apóstol Pablo nos enseña que, si hacemos lo que se le antoja al cuerpo, entonces se apaga el Espíritu Santo, que es el dador de la fe. Entendamos que si hago todo lo que dictamina mi cuerpo jamás voy a vencer el “yo” y voy continuar siendo egoísta, porque sigo centrado en mí mismo y voy a tratar de responder a los caprichos y obedecer al tirano de mi cuerpo. No solo es rendir nuestras almas sino también rendir el cuerpo a la obediencia de la Palabra de Dios. Si queremos conocer la voluntad de Dios agradable y perfecta vamos a tener que rendir el cuerpo a Dios, como una ofrenda viva.

No se puede ser egoísta y presentar en sacrificio, y no se puede sacrificar siendo egoísta, las dos cosas son incompatibles. No podemos levantar vuelo si no vencemos el egoísmo y dejamos de hacer solo lo que es mi voluntad propia.

Los padres y abuelos sacrifican su libertad para criar a sus nietos, los misioneros evangelistas- como los Nielsen, sacrifican su comodidad para ir a otro país, y Jesús sacrificó su vida por nosotros: esto es vencer el egoísmo.

Debo obligar a mi cuerpo a sacrificarse. No voy a hacer lo que yo quiero sino lo que Dios me pide. Logrando este verdadero culto de entrega y sacrificio, empezamos a romper el egoísmo y podemos tener la revelación de Dios y el influjo de la fe milagrosa.

La fe de muchos se apagará, porque tienen el tropiezo del cuerpo, siempre le termina dominando, por eso Jesús nos enseña el camino del ayuno como una de las maneras de someter al cuerpo.

 

2- Cuando nos apartamos de los criterios del tiempo presente.

«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Romanos 12:2 RVR).

Nosotros somos seres sociables, y esto es muy bueno y sano. Pero ¡cuidado! que debemos tener firme y clara la ciudadanía del reino de los Cielos, pues cuando la sociedad en donde debemos vivir, nos influencia, nos condiciona y nos dirige en contra de los valores del Reino de Dios, entonces debe haber un alerta, porque no todas las costumbres, las culturas y las practicas que están en el mundo nos ayudan a acercarnos a Dios. «Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica» (1Corintios 10:23- 24 RVR).

La vida de Jacob fue muy interesante, él lo que más anhelaba era la bendición de Dios, es lo que buscó y lo que obtuvo.

Lo que el padre les pidió a sus hijos es no casarse con las mujeres de los hititas de la región, por una razón espiritual: eran idolatras y les contaminarían espiritualmente. Jacob le obedeció, pero Esaú, quien despreció la bendición de Dios, se casó con dos mujeres idólatras. Y seguramente habrán sido muy lindas, pero deberíamos ver mucho más allá de la carne, tenemos que tener en cuenta los demonios que se mueven detrás de costumbres y culturas, tener discernimiento espiritual, revisar lo que la Biblia dice.

Por ejemplo, Salomón empezó bien y terminó muy mal, ¡porque las mujeres idolatras torcieron su corazón hacia los demonios! Se le apagó la luz. Habiendo conocido a Dios se le apagó la fe, ¿cómo? Diciendo con sus hechos: “hago lo que todos hacen, alianzas con mujeres de reinos paganos e idolátricos, es lo que YO quiero”, y así le fue. Mientras que de Jacob tenemos una prospera nación, que lleva su nombre: Israel, nunca más escuchamos de Esaú.

Ezequías hizo alianza con Babilonia y esta llevó cautivo a todo el pueblo de Judá y destruyeron Jerusalén. Así mismo cuando no discernimos a la Babilonia espiritual, nos termina llevando cautiva y destruye el templo de Dios, esto significa que perdemos la comunión con el Señor, es decir, se apaga nuestra fe. Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; (Filipenses 2:15).

 

3- Cuando cambiemos la manera de pensar.

«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Romanos 12:2).

Vencemos al egoísmo, enemigo de la fe, cuando cambiamos la manera de pensar y dejamos el famoso “yo opino”, y aceptamos la Palabra de Dios. De esta manera, nuestra mente se va renovando por la palabra del Espíritu Santo. El Profeta Isaías representa la palabra inspirada para el rey Ezequías, la cual vino después de todo lo que había hecho el rey, pues no preguntó, sino que el ego le dirigía y dominaba.

«No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios» (2 Corintios 3:5 RVR).

Aquí está la importancia de que nos expongamos ante la presencia del Espíritu Santo y a su Palabra para que nos cambie la mente y los pensamientos. Para vencer al ego hay que reconocer que no conocemos las cosas como debemos conocerlas y que, a pesar de la tecnología, necesitamos seguir siendo guiados por Dios.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

 

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