Durante nuestra vida, la mayoría de nosotros, vamos cumpliendo objetivos, en muchos casos, impuestos por los demás. Colegio, amistades de acuerdo a unos criterios que no son propios, definir la universidad, casarse, tener hijos. Siempre con el deber y el tener, sin detenernos a pensar si es lo que queremos realmente.
Responder en función de lo que se espera de nosotros, de lo que dicta la moda, lo que desean nuestros padres. Pasa a estar entre los primeros lugares en la lista de lo que “tengo que hacer” y en el caso de que tengamos otros objetivos diferentes, los nuestros, durante nuestra vida, van quedando para después.
Muchas veces, sin darnos cuenta, comenzamos a vivir en automático, obteniendo a cambio lo que esperábamos pero sin que nos produzca ningún tipo de satisfacción. La vida se nos pasa y vamos viviendo de acuerdo a creencias que no son propias o ignorando las propias al punto de olvidarlas.
Vamos llenándonos de frustración, cumpliendo sueños ajenos, sintiendo que nada de lo que
logro tiene sentido. A medida que va sucediendo esto suele crecer en nosotros un malestar emocional, síntomas físicos que se van acentuando y ya nada nos interesa.
Pero, cuando nos atrevemos a parar, surge la pregunta que desde hace tiempo, lentamente, viene creciendo y palpitando en nuestro interior: ¿Para qué estoy haciendo todo esto? ¿Cuál es realmente mi propósito?
Ese es el momento clave, para pararse justo acá, detenerse y observar, que desde el fondo del corazón viene una llamita, que depende de nosotros, reconocerla, valorarla y hacerla crecer. De nadie más.
Quizás tengamos más de un propósito, quizás vaya cambiando a lo largo de la vida, la invitación es a mirarnos, y darnos permiso para hacer las cosas diferentes, porque estamos creciendo, madurando, evolucionando.
Lo ideal es estar abiertos para ver la mayor cantidad de posibilidades, muchas veces nuestra propia estructura mental es la que nos aleja de nuestros deseos, desafíos, proyectos…
Si sentís que es lo que te está pasando, te invito a que te preguntes; ¿qué te gustaba hacer cuando eras niño/a? ¿A qué jugabas? ¿Qué es lo que más te gusta hacer hoy? ¿Qué te emociona?
Si no precisases el dinero, ¿harías el trabajo que hacés o elegirías otro? ¿Haciendo qué cosa, sentís que sos buena/o?
¿Cuál es tu mayor virtud?, ¿qué te apasiona?, ¿sabés cuál es tu misión en ésta vida?, ¿y tu vocación?
¿Qué soñabas que ibas a hacer cuando seas grande?, ¿cómo te va con eso?, ¿es lo que estás haciendo ahora?
No importa si no tenés todas las respuestas juntas, pero podés comenzar a conectar con tu
propósito hoy. Estás a tiempo de cambiar lo que no te gusta y reemplazarlo por lo que vos quieras.
No te rindas. Da lo mejor de vos, no te des por vencido/a, al paso que puedas, pero sin
detenerte, seguí avanzando. Buscar, utilizar tu intuición en lugar de escuchar tu mente limitante.
Festejar tus triunfos, aunque sean pequeños, mantener la disciplina, conectar con vos misma/o son algunas de las claves. Y si precisás un acompañamiento, no dudes en pedirlo, puede ser el primer paso, para salir desde donde estás.
El compromiso es con vos mismo. Yo, estoy para acompañarte.
Ester Inglese
Coach Ontológico Profesional Acreditado MP 6580
Coach de Prosperidad en Formación.
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