“Hay que pasar a otra etapa de la industria, generar a través de la ciencia, la tecnología, y el conocimiento”, manifestó Gerardo Grippo del MIM

La restricción externa es un problema cada vez más notable en las economías de los países en desarrollo. El presidente del Movimiento Industrial Misionero (MIM), Gerardo Grippo, consideró que la dificultad para adquirir divisas provoca una inestabilidad continuada en la economía.

Grippo continuó su análisis al opinar que Argentina tiene una “estructura productiva desequilibrada”. El agro, por una parte, se logró perfeccionar a lo largo de los años, beneficiado por la larga trayectoria que supuso tener una presencia afianzada en el territorio nacional desde la época colonial: “El agro tiene mucha demanda internacional, y es la base de la economía hoy en nuestro país, pero genera una limitada capacidad de trabajo”, sostuvo.

Por otro lado, está la industria, a la cual definió como desbalanceada y desequilibrada. “Nosotros tenemos una industria que pierde competitividad, porque los activos son provistos por las potencias mundiales”, agregó. Esa inhabilidad por cubrir la necesidad de activos supone una exacción de divisas que afecta al funcionamiento y crecimiento de la economía, además del nivel de competencia que el país tiene en el plano internacional.

“No se puede competir con el mundo porque somos caros en la producción de manufactura de origen industrial. Esto es porque no tenemos las mejores máquinas o tecnologías, y por eso no tenemos la mejor producción. Todo eso impacta en el costo”, reflexionó Grippo.

Necesitando herramientas para continuar la producción, Argentina se ve obligada a importar bienes de capital e insumos para producir, pero, por su naturaleza, ninguna de estas cosas es apta para la exportación, generando una especie de callejón sin salida. “No hay generadora de divisas. Mientras el primer mundo tiene como base la generación de divisas por parte de la industria, en nuestros países funciona al revés: la gran generadora de divisas es el agro”, afirmó Grippo.

 

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El agro demanda divisas, pero no es sin embargo, una generadora muy práctica de ellas. “Por ejemplo, para la industria automotriz tenemos que importar muchas autopartes. Somos dependientes de todo el complejo electrónico y el químico. En los últimos años se comenzó a importar parte de la energía y combustible necesarias para funcionar. Todo esto va hacia la extracción de divisas, produciéndose en el corto plazo un desequilibrio”, manifestó.

El desequilibrio, según Grippo, se debe al subdesarrollo de la industria nacional, cuyo crecimiento trae consigo un aumento de salarios, un mayor consumo, y una mejor distribución de la riqueza. En la actualidad, una mayor producción de la industria supone una mayor importación, lo que a su vez contribuye a la fuga de divisas. “Estas divisas son las que provee el gran sector exportador, que en Argentina es el agro. Estamos restringidos al resultado de la balanza comercial: cuando se nos acaba eso, y porque tenemos pocas reservas, no se puede financiar el crecimiento desde otro lado”, comentó.

Grippo cree que esto es comprendido por los sucesivos gobiernos nacionales, pero, dada la complejidad del problema, muchos piensan en soluciones completamente diferentes. “Es un problema muy complejo por la cantidad de variables”.  La desconfianza generada por la situación económica, causada, entre otras cosas, por esta fuga de divisas, empeora aún más el problema. “Eso hace que toda la población tenga una inercia a ahorrar en dólares, y se produce una exigencia de cubrir las divisas”, explicó.

Esta exigencia se hace cada vez más complicada de cubrir, alimentada por la estructura de producción usada por Argentina. “Los países que han logrado desarrollarse no han podido hacerlo sin una industria de base fortalecida”, dijo. A pesar de que Argentina se vio obligada, desde hace poco, a importar energía para continuar produciendo, la energía era anteriormente abastecida internamente, Grippo afirmó que esto sucede también en otros países más desarrollados, como Alemania y Corea del sur, pero bajo unos términos.

“Puede ser necesario importar energía, pero teniendo una industria propia. No podemos tener energía sin industria. La industria es fundamental para el desarrollo, para tener más más manufactura de origen industrial exportable”, analizó el presidente del MIM. Actualmente, Argentina tiene un fuerte foco en la industria liviana. Según Grippo, es necesario desarrollar una industria pesada y, con ello, cambiar la matriz estructural: “Hay que pasar a otra etapa de la industria: generar a través de la ciencia, la tecnología, y la frontera del conocimiento”, expresó.

Debido a esto, los proyectos realizados por la Gobernación de Misiones son un ejemplo a seguir. Con su Escuela de Robótica o el nuevo Silicon Misiones, la provincia se encuentra a la vanguardia del avance tecnológico a nivel nacional: “Hay que aumentar el concepto de desarrollo. No como se entendía el siglo pasado, el desarrollo como el avance de las fuerzas de producción, sino que agregarle también el bienestar humano”, remarcó.

La variable del bienestar humano supone prestar más atención a un cumplimiento más universal de los derechos básicos, como la vivienda. “Todos tienen que poder acceder a cosas como la vivienda o la infraestructura, protegiendo al medio ambiente. Nuestra concepción del desarrollo son estas cuestiones, porque el desarrollo por sí mismo, sin atender a los aspectos sociales-ambientales, no lo concebimos”, concluyó Grippo.

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