Los índices de inseguridad alimentaria se dispararon en la región durante 2021. El representante de América Latina de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), Julio Berdegué, alertó este jueves que Latinoamérica ha perdido 20 años de lucha contra el hambre, pues durante 2021 unos 56 millones de personas más se vieron afectadas por este flagelo.
«La región ha perdido 20 años de lucha contra el hambre. La seguridad alimentaria esta en crisis, se registra un agravamiento de una condición que ya era desastrosa, lo que nos indica que la recuperación pospandemia no ha llegado a los hogares”, apuntó Julio Berdegué, subdirector general de FAO y representante regional para América Latina y El Caribe.
En 2020, la pandemia de la Covic-19 elevó la cantidad de personas en situación de hambre hasta los 52.3 millones, al tiempo que en 2021 llegó a 56.5 millones, cerca del 8,6 por ciento de la población latinoamericana.
También se dispararon los índices de inseguridad alimentaria, que en 2021 llegó al 40,6 por ciento de la población (268 millones de personas), un incremento de 1,1 puntos porcentuales respecto a 2020.
Berdegué señaló que este panorama indica que en 2021 la región aún no mostraba señas de recuperación de los efectos de la crisis sanitaria global que acumula más de 72 millones de contagios totales y 1.7 millones de fallecidos en el orbe.
A esta situación se suma el impacto del conflicto bélico en Ucrania. El reporte prevé que el número de desnutridos en 2022 aumente en el mundo entre 7.6 y 13.1 millones de personas.
Para la región, en 2022, esto significa un aumento de entre 350.000 y 640.000 personas, según la gravedad que pueda o no adquirir el referido conflicto en lo adelante, el cual involucra a Rusia y Ucrania, grandes productores de trigo, maíz, aceites y fertilizantes, rubros cuyos costos se incrementan.
A pesar de los progresos logrados en el mundo, las tendencias de la desnutrición infantil, en particular el retraso del crecimiento y la emaciación, las carencias de micronutrientes esenciales y el sobrepeso y la obesidad infantiles, siguen siendo motivo de gran preocupación. Además, la anemia materna y la obesidad en los adultos siguen siendo alarmantes.
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Dramático informe de FAO 2022
El reciente informe de la FAO sobre «El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022» advierte que el mundo «se está alejando del objetivo de acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición» y recomienda a los gobiernos «reorientar el apoyo que prestan a la agricultura para reducir el costo de las dietas saludables».
Según las previsiones, cerca de 670 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030, es decir, el 8% de la población mundial, igual que en 2015, cuando se puso en marcha la Agenda 2030.
Tras un acusado incremento en 2020, la prevalencia mundial de la inseguridad alimentaria moderada o grave permaneció estable en gran medida en 2021, pero la inseguridad alimentaria grave alcanzó niveles más elevados, lo que refleja un deterioro de la situación de las personas que ya se enfrentaban a dificultades importantes. En torno a 2 300 millones de personas en el mundo padecían inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021, y
el 11,7% de la población mundial se enfrentaba a niveles graves de inseguridad alimentaria.
Hasta 828 millones de personas sufrían hambre en 2021…
Por otra parte, en el informe indican que «se calcula que en 2020, en todo el mundo el 22%
de los menores de cinco años padecía retraso del crecimiento, el 6,7%, emaciación y el 5,7%, sobrepeso. Los de las zonas rurales y los de los hogares más pobres, cuyas madres no habían recibido una educación formal, eran más vulnerables al retraso del crecimiento y la emaciación. Los de las zonas urbanas y los hogares más ricos corrían un mayor riesgo de padecer sobrepeso».
En otro fragmento del informe internacional, detallaron que en los países de ingresos bajos, pero también en algunos países de ingresos medianos bajos donde la agricultura resulta esencial para la economía, el empleo y los medios de vida, los gobiernos deben incrementar el gasto en servicios que apoyen la alimentación y la agricultura de manera más colectiva y otorgarle prioridad. Esto es crucial para subsanar las deficiencias de productividad en la producción de alimentos nutritivos y para permitir la generación de ingresos a fin de mejorar la asequibilidad de las dietas saludables, aunque se requerirá una financiación del desarrollo significativa.
«La adaptación del apoyo público actual a la alimentación y la agricultura no será suficiente por sí sola. Deben promoverse entornos alimentarios saludables y debe habilitarse a los consumidores para que opten por dietas saludables mediante políticas complementarias relacionadas con los sistemas agroalimentarios», remarcaron.
Para ello, serán necesarias políticas de protección social y relacionadas con el sistema de atención a la salud para mitigar las consecuencias no deseadas de la adaptación del apoyo sobre los más vulnerables, especialmente las mujeres, las niñas y los niños. Se precisarán también políticas relacionadas con el medio ambiente, la salud, el transporte y la energía a fin de potenciar los resultados positivos de la adaptación del apoyo en los ámbitos de la eficiencia, la igualdad, la nutrición, la salud, el cambio climático y el medio ambiente.
Desde FAO consideraron que el éxito de los esfuerzos de adaptación también estará influenciado por el contexto político y social, la gobernanza, los (des)equilibrios de poder, así como las diferencias de intereses, ideas e influencia de las partes interesadas. Dada la diversidad de contextos en los distintos países, los esfuerzos de adaptación exigirán instituciones sólidas en los planos local, nacional y mundial, así como la participación y la
incentivación de las partes interesadas del sector público, el sector privado y las organizaciones internacionales.
El informe de este año debería disipar cualquier duda que quede de que el mundo está retrocediendo en sus esfuerzos por acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la
malnutrición en todas sus formas.
Actualmente, solo estamos a ocho años de 2030, el año fijado para el logro de los ODS. La distancia para alcanzar muchas de las metas del ODS 2 es mayor cada año, mientras que el tiempo hasta 2030 se acorta. Se están realizando esfuerzos para avanzar hacia el logro del ODS 2, pero están resultando insuficientes en un contexto más difícil e incierto.
Necesitamos sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles para preparar nuestro planeta para el futuro.
Fuente: con información de FAO, FIDA, OMS, PMA y UNICEF 2022