Rumbo a la soberanía textil misionera, presentaron un consorcio integrado por cooperativas de mujeres que ya tiene marca propia

Seis cooperativas y una fundación que confeccionan indumentaria, se unen para capacitarse y atender la demanda local. Crearon una marca colectiva Monte, que ya provee al INYM, el sistema provincial de salud y clientes privados. Genera más de 200 puestos para trabajadoras.

En la sala de situación de vicegobernación, se presentó en sociedad este lunes por la mañana, el Consorcio Textil Misiones, que pone en valor el trabajo cooperativo y colaborativo de más de 200 mujeres en toda la provincia.

El nuevo grupo económico de trabajo está integrado por cooperativas, cuyos talleres textiles, posibilitan la creación sostenida de puestos de trabajo, aprovechando los recursos locales y generando diseños, acorde a la realidad misionera.

Desde el flamante espacio, se creó la marca de indumentaria Monte y con la articulación de varios talleres, se expandió la producción y el Instituto Nacional de la Yerba Mate se convirtió en el primer cliente, adquiriendo ropa para los tareferos.

Presentaron el consorcio textil misionero
Presentaron el consorcio textil misionero

El gobierno provincial, con cursos de capacitación y apoyo permanente al trabajo cooperativo, “el rostro humano de la economía misionera”, como destaca permanentemente el gobernador Herrera Ahuad, ya convocó a seis cooperativas a integrar el consorcio y próximamente se sumarán dos más, para fortalecer una pequeña red de empresas locales.

Integran el Consorcio Textil Misiones, la cooperativa de Trabajo Misionerita Limitada; cooperativa de Trabajo Oré; cooperativa Idmis limitada; cooperativa Misiones con Visión de Futuro; Textil Divina providencia Fundación Artesanías Misioneras, cooperativa de Trabajo Munay Limitada y la cooperativa Eco Textil Candelaria.

La soberanía textil

La presentación del consorcio estuvo encabezada por Carlos Arce, quien destacó que “en Misiones tenemos gente capacitada, podemos tener material para que las cooperativas que van a ser 8 y una fundación, empiecen a crecer en toda la provincia, porque nos dan vestimenta de calidad y adecuada, ya sea para los tareferos o el sistema de salud”.

“Una de las cooperativistas nos contaba que fabrican 13 mil camisolines por mes, trabajando en dos turnos y semanalmente todas las mujeres se llevan el dinero por lo trabajado”, remarcó el vicegobernador.

“Siempre buscamos el producto misionero y ahora vamos a embarcarnos a que esto sea mediante fábricas que se instalen en toda la provincia”

“En la cooperativa La Misionerita, sus compañeras de trabajo fueron víctimas de violencia de género y mediante su resiliencia, ahora tienen sus trabajos y mantienen a sus hijos”, subrayó Arce.

“Uno de los grandes problemas de las víctimas de violencia de género es la parte económica. Al no tener el sostén del hogar, siguen sufriendo y les damos un espacio para que tengan un trabajo digno”, agregó

En diálogo con Misiones Online, Arce también ponderó que la acción de las mujeres, “permite que el dinero quede en la provincia y en el bolsillo de quien más lo necesita. Las capacitamos mediante talleres de la Universidad Popular de Misiones porque el gran objetivo es, así como buscamos soberanía alimentaria, también logremos la soberanía textil misionera”.

Nuevos clientes

Por su parte, la ministra de Trabajo, Silvana Giménez, aseguró que “ahora son 6 cooperativas y una fundación que vienen trabajando en producción textil misionera. Tienen una marca propia, colectiva que es Monte donde el primer cliente fue el INYM”.

“Se diseñó camisa y pantalón para los trabajadores tareferos y más allá de la alegría que representa presentar el consorcio, valoramos que se trata de una asociación de mujeres, que tienen un pago justo por lo que realizan. Tienen trabajo”, exaltó.

“Las misioneras tenemos la cultura del trabajo, vamos a crecer porque se van a incorporar dos cooperativas más y les agradecemos a las empresas privadas que confiaron en el consorcio textil”, dijo Giménez.

La ministra reveló que “hay empresas privadas que nos están pidiendo 1000 camisas, es un cliente que se incorpora, además de la atención de la ropa sanitaria y la de los tareferos. El trabajo se distribuye según la demanda. Una cooperativa por ejemplo hace el corte, otra el pantalón, otra la camisa y la idea es que siempre tengan la misma cantidad de trabajo”, explicó.

En tanto que el ministro de Desarrollo Social de la provincia, Fernando Meza señaló que “hace un tiempo que se viene trabajando en esta sinergia compartida para la generación de empleo genuino”.

“Esta red de cooperativas forma parte del consorcio textil, en base a la detección de diferentes espacios cooperativos que venían trabajando en la confección de indumentaria y ahora, en un formato unificado, con una marca propia, consolida la herramienta y permite una proyección a futuro, para que se inserten nuevas cooperativas”, expresó el funcionario.

Para el ex concejal posadeño y actual ministro, “el consorcio es algo inédito en la provincia y busca consolidar una matriz económica, fortaleciendo el trabajo. Antes este tipo de productos venían de otras partes del país. Ahora se genera con mano de obra genuina de la provincia. Preferentemente son cooperativas de mujeres, mucha de ellas con un trabajo social, víctimas de violencia de género y ahora tienen la posibilidad de comercializar”.

Según Fernando Meza, “dentro del proyecto político de la renovación sostenemos que la educación es el gran ordenador social y el trabajo dignifica. Por eso tenemos que acompañar este tipo de instancias que consolida una matriz activa, en momentos económicos complejos”.

Una cooperativa que nació en pandemia

Durante la presentación del consorcio, estuvieron presentes varias mujeres que presiden las cooperativas de trabajo que ahora integran el Cotemi. Allí estaba Victoria Vázquez, de La Misionerita, quien contó que “nosotras estamos instaladas en el barrio A 3 2, ahí yo presto el patio de mi casa donde funciona el taller textil. Tenemos 30 compañeras trabajando”.

Recordó que “la idea surgió en la pandemia. Trabajamos con mujeres que sufrieron violencia de género y en la pandemia, más compañeras estaban sometidas todo el tiempo a estar con su agresor en la casa. Nos juntamos para buscar la forma de sacarles de esa situación, comenzamos con la confección de barbijos que donábamos”.

“Más adelante”, continuó relatando, “surgió lo de trabajar con el parque Industrial, con la empresa MED y ahora le generamos a 30 compañeras, una dependencia económica. Fuimos haciendo proyectos, entregando notas, golpeamos puertas, vendimos empanadas para comprar las máquinas”.

 

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