Procrastinar: decir no puedo, no debe ser una opción

Cuántas veces te encontrás en la incómoda situación de sentir que sos un/a procastinador/a serial, de repetirte una y otra vez que no sos capaz de llevar adelante un proceso hasta el final. Poniendo énfasis en la frase “nunca termino lo que empiezo”, una declaración que habitas desde hace mucho tiempo.

 

Quizás debas preguntarte si lo que te propusiste hacer, responde a un deseo real, si lo que pretendías vivir o recorrer respondía a lo que deseabas que sucediera o simplemente estabas respondiendo a la expectativa de otro.

Habitualmente nos recriminamos aseverando, que somos un fracaso total, que todo lo que emprendemos lo dejamos a mitad de camino, atribuyendo esta situación al parecido con mamá, con papá o con algún pariente, asumiendo que “soy así y estoy condenada/o a no poder”, por falta de inteligencia, de constancia, de disciplina, por la ansiedad que me desborda, etc.

Ese es el mejor momento para replantearte qué estás haciendo. Una buena alternativa sería, asumir que estás en una dinámica de cambio permanente, fluyendo ante los desafíos de la vida, para que todo aquello, que hasta hoy te significó un problema, a partir de una nueva mirada sobre quién estás eligiendo ser, te permita ver las nuevas posibilidades para llevar adelante tu propósito. En ocasiones escucho decir que resulta muy complejo observar a futuro la concreción de un sueño. Básicamente este es el instante donde debes preguntarte si el sueño es el que soñaste o es el que soñaron para vos. ¿Sos el que está soñando? ¿Sos quién desea lograr el objetivo? ¿Para qué estás tratando de conseguirlo? ¿Para contentar a quién?

Te vas a sorprender al descubrir cuánto del deseo de los demás hay en tus objetivos. Tenemos por costumbre al observarnos distinguir todo lo que no podemos, lo que no logramos, lo que nos falta, pasando por alto, ese tan valioso reconocimiento, que es el darnos cuenta de lo que sí pudimos, lo que sí somos, lo que si logramos.

Éste es sin dudas un cambio de paradigmas. Es comenzar a escribir una nueva hoja en blanco de nuestra historia, tener en claro lo que deseo para fijarme un plan de acción e ir por ello. Es fundamental reconocer que, si habitamos la conversación del no puedo, es exactamente eso, lo que nuestro cerebro va a tomar como una orden, como dijo alguien: “el cerebro no tiene sentido del humor”. De manera que cuando hacemos una declaración desde lo que pensamos, es requisito fundamental, que partamos del sí puedo y la fuerza necesaria para llevar adelante este proceso, el impulso, las energías, que serán los recursos indispensables para lograrlo, se nutren de la confianza en una/o mismo/a.

No hay manera posible de obtener determinados resultados, aunque los desee, cuando mi declaración interior, cuando mi pensamiento, es “no puedo”, “no voy a lograrlo”, “no me va a salir”, “no soy capaz de hacerlo”. Entonces, puede interpretarse que, fortalecida/o en la certeza, construir ese futuro que deseas depende de la coherencia entre lo que pensás, decís y hacés.

Podemos decir que la tarea que tenemos por delante es descubrir cómo gestionar nuestras emociones, dado que evidentemente, cuando procastinamos, en algún punto, nuestro cerebro y/o nuestra psiquis encuentran satisfacción. En definitiva, el no logro, termina siendo una zona de confort que elegimos habitar.

Puede interpretarse como una gran paradoja, dado que el procastinar una acción, que posiblemente, genere mucha angustia, frustración, enojo con uno mismo/a, pero por otro lado, la opción de no hacer algo, nos garantiza una especie de seguridad, aquí estamos en lo que podemos denominar, un círculo vicioso. El desafío, es poder convertirlo en un círculo virtuoso.

Muchos de los objetivos que tenemos por delante nos generan estrés, ansiedad, miedo, culpa, por lo que inmediatamente preferimos no hacerlo y no llevar adelante aquellas conductas, que nos permitirían lograr el propósito. Aunque este procrastinar nos genere angustia y frustración en un futuro inmediato.

Quizás una alternativa interesante en nuestra gestión de las emociones, es fortalecer nuestras certezas, virtudes, aptitudes y aunque sea muy fuerte el miedo a fracasar, a hacerlo mal, al no lograrlo, a recibir críticas, a que observen mi accionar con dedos acusadores, podamos lograr que nuestros sueños sean más fuertes que nuestros miedos.

Cristina de Amoriza

Coach Ontológico profesional/Coach Ejecutivo

[email protected]

Procrastinar

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas