Análisis periodístico: con estilo propio

El gobierno de Misiones funciona de manera opuesta a lo que se observa a nivel nacional: se privilegia la gestión y la cercanía con la ciudadanía, en lugar de las disputas internas de poder o por futuras candidaturas. La búsqueda de soluciones prima por sobre la pelea de egos.

Por Fiorella Del Piano

La prioridad política de los dirigentes misioneros que tienen responsabilidad de gestión es estar cerca de la gente. Ello se verifica en la valoración tanto del gobernador Herrera Ahuad como del intendente de Posadas, ubicados entre los de mejor imagen del país.

Misiones pareciera ir a contramano de lo que sucede a nivel nacional, camino ya decidido con la elección de la boleta corta en 2019. Allí, la Renovación se plantó como partido independiente, fuera del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio.

El contraste con la gestión nacional es muy fuerte, en ese plano se encuentra un gobierno dividido, con fuertes disputas internas que producen una inacción en la gestión. Problemas de gravedad como la inflación no encuentran su adecuado encauzamiento.

Sobre esto último, el drama de la aceleración de precios y la consecuente pérdida de poder adquisitivo es sufrido por todos los misioneros, pero el oficialismo provincial busca y encuentra mecanismos de defensa al golpeado bolsillo ciudadano, como son los distintos programas “Ahora”, positivamente valorados por el grueso de consumidores y comerciantes.

A la interna oficialista del FdT y los bruscos encontronazos entre el PRO y la UCR en JxC le salió una cuña política. El descontento y la bronca con la clase política es canalizada por el espacio que lidera Javier Milei. Situación que en Misiones no se observa.

El Frente Renovador, mencionábamos, gobierna sin internas que debiliten la gestión, lo cual redunda en un beneficio para la población.

Donde sí se puede apreciar una situación similar a la nacional es en el conflictivo escenario que vive la oposición misionera: se intentan sumar dirigentes con el único objetivo de ganar elecciones, pero no de tener un plan de gobierno concreto y con el que todos estén de acuerdo. Amontonar nombres no significa crecimiento ni suma beneficiosa para las mayorías.

Tal vez en 2019 hayamos sido testigos de la última elección nacional tan marcadamente polarizada entre dos coaliciones. Los resultados en gestión de gobierno y materia económica, de empleo y pobreza no han sido satisfactorios.

Los incipientes sondeos de opinión de cara a 2023 dan cuenta del crecimiento en Misiones del economista ortodoxo Javier Milei, así como de una caída de Horacio Rodríguez Larreta. En cuanto a niveles de aceptación, esas mismas encuestas marcan que Alberto, Cristina y Macri ostentan los peores niveles de aceptación de la última década.

Ya en el plano provincial, tres dirigentes renovadores encabezan la intención de voto a gobernador -con un 60% en la sumatoria total-, muy lejos del opositor más cercano, Martín Arjol. Llama la atención que el ganador de la última elección no alcance los 2 dígitos en las preferencias misioneras.

Estos números deben leerse en paralelo a la realidad que se vive en la provincia: el modelo político misionero obtiene resultados palpables. La exitosa gestión de la pandemia, privilegiando tanto la salud como la economía es reconocida por propios y extraños. Al igual que la transformación sufrida por Posadas, el Ingeniero Stelatto trasciende fronteras por su trabajo en la capital misionera.

En el mismo sentido se ubica lo ocurrido en la última reunión de las provincias del Norte Grande en Salta. En dicho convite, el modelo misionero fue motivo de consulta de varias provincias debido a su autonomía política y económica, por no depender ni pertenecer a ninguno de los dos grandes espacios nacionales.

 

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