Hoy es el Día del Migrante: Se estima que existen unos 281 millones migrantes internacionales, es decir, el 3,6% de la población mundial.

Cada 18 de diciembre, por disposición de la ONU , se celebra el Día del Migrante, con el objetivo de determinar las estrategias y políticas que los países deben implementar para aprovechar el potencial de la migración, sin dejar de lado la protección de los derechos humanos fundamentales de los migrantes.

En el Día del Migrante, hay que destacar que existen diversos los factores que inciden en los movimientos de población. Dichos movimientos, que pueden ser voluntarios o forzosos, son el resultado de desastres, crisis económicas y situaciones de pobreza extrema o conflicto, cuya magnitud y frecuencia no dejan de aumentar. En 2020, había unos 281 millones migrantes internacionales, lo que corresponde al 3,6% de la población mundial.

Día del Migrante: Cómo es el panorama en América Latina

El panorama migratorio en América Latina y el Caribe ha cambiado rápidamente en la última década.

Entre 2010 y 2019, el número de inmigrantes en la región aumentó en un 66%, mientras que el número de emigrantes aumentó un 26%. Unos 42,7 millones de personas viven fuera de sus países de nacimiento. Esto se debe principalmente a la migración venezolana, la cual no va a desaparecer pronto.

A fines de 2019, había un estimado de 4,8 millones de migrantes venezolanos, incluyendo refugiados y solicitantes de asilo. Aproximadamente 85% de los que huyeron de los fallos económicos, sociales, de política y de desarrollo en Venezuela se han mudado a otro país de la región. Colombia, país que comparte más de 2.000 kilómetros de frontera con Venezuela, ha recibido el número más alto de migrantes de este país: alrededor de 1,6 millones.

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A fines de 2019, había un estimado de 4,8 millones de migrantes venezolanos, incluyendo refugiados y solicitantes de asilo

Pero Venezuela no es la única razón por la que cambia la migración en América Latina y el Caribe. Como resultado de la pobreza y la violencia, el triángulo norte de América Central se enfrenta a un número creciente de personas en movimiento.

Desde 2014, se estima que 265.000 migrantes en tránsito, provenientes de El Salvador, Guatemala y Honduras, se han ido a los Estados Unidos cada año. Un número creciente de ellos son mujeres y niños no acompañados. Según las estimaciones, solo uno de cada cinco tiene éxito. El otro 80% es detenido por las autoridades mexicanas o estadounidenses. Un número creciente de migrantes varados también genera tensiones en las comunidades locales.

A mediados de 2020, los migrantes internacionales representaban el 2,6% de la población total de América del Sur, un aumento significativo de menos del 1% registrado en 2015, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Casi el 80% de ellos se originaron en algún otro lugar de América del Sur y muchos ahora están en movimiento debido a las posiciones cada vez más duras sobre la inmigración en varios países, y porque la pandemia ha exacerbado las ya difíciles condiciones de vida y ha escaseado los trabajos.

Los migrantes contribuyen al desarrollo

Los países de tránsito y destino tienden a ver a los migrantes como una carga. Sin embargo, la experiencia internacional muestra que los inmigrantes, incluidos los refugiados, contribuyen fuertemente al desarrollo de sus países de acogida.

Aprovechar el potencial de desarrollo de la migración requiere que las autoridades públicas promuevan la integración socioeconómica y la cohesión social de los migrantes.

La migración como fortaleza de nuestra sociedad | Perfil
la experiencia internacional muestra que los inmigrantes y refugiados contribuyen fuertemente al desarrollo de sus países de acogida.

Las políticas de integración socioeconómica también deben venir con medidas específicas para promover la convivencia cívica. Por un lado, los países de acogida deben proteger los derechos de los migrantes y deben luchar activamente contra todas las formas de discriminación y trabajo forzoso. Varios países han llevado a cabo campañas de sensibilización pública sobre por qué las personas tuvieron que abandonar sus países y cómo contribuyen positivamente a las comunidades de acogida.

Por otro lado, para evitar el resentimiento y la xenofobia, las poblaciones nativas necesitan ver los beneficios directos de la inmigración. Esto implica que los programas diseñados para apoyar a los migrantes incluyan a las comunidades de acogida vulnerables y que los programas de inversión contribuyan al desarrollo de servicios públicos e infraestructura para lidiar con el rápido aumento de la población.

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