3 Miradas | Maximiliano Guerra y Myriam Barroso: “En Misiones hay mucho potencial para proyectar, bailar es sanador”

Maximiliano Guerra y Myriam Barroso, exbailarines y hoy profesores de Ballet, contaron en diálogo con Misiones Online Tv sus comienzos como profesionales, sus pasiones por fuera de la danza y cómo superaron la pandemia mediante la virtualidad para seguir enseñando a sus alumnos.

Los profesionales de gran trayectoria, Maximiliano Guerra y , se encontraron con sus alumnos misioneros luego de mucho tiempo de estar enseñando de forma virtual. «Vinimos a afianzar las cosas que brindamos por la virtualidad, y a sumar nuevos alumnos» dijeron.

 

Maximiliano Guerra y Myriam Barroso
Maximiliano Guerra y Myriam Barroso

 

Maximiliano Guerra, reconocido profesional de esta disciplina, se autodefinió en el programa de 3 Miradas, como «un fascinado del trabajo, me encanta la docencia». Además, contó que desde muy joven comenzó su carrera teniendo también otra gran pasión que es el fútbol.

 

 

«Jugué muchos años en las inferiores de River Plate, para mí el fútbol es mi segunda pasión, soy un seguidor y un estudioso» manifestó.

Por su parte, Myriam Barroso, también de gran trayectoria al igual que su colega, dio sus primeros pasos desde muy pequeña y remarcó la importancia de ser perseverante en este tipo de disciplinas.

 

 

«Soy muy autoexigente, me levantaba muy temprano y desde los 9 años viajaba en colectivo al Teatro Colón, volvía al conurbano a la tarde para ir a la escuela y por la noche regresaba al teatro para tener clases particulares», contó.

Uno de los grandes desafíos que tuvo en su carrera, según dijo, fue estar al frente del Ballet del Teatro Colón como codirectora.

«Fue un desafío muy grande ponerme al frente de la compañía que yo siempre soñé y quise estar». Quien la nombró en ese puesto fue justamente su colega y hoy pareja, Maximiliano Guerra.

En cuanto a su trabajo como formadores, Guerra expresó su amor por la docencia y el trabajo con los más pequeños.

«Me genera mucha fascinación trabajar con los chicos, yo los tomo como colegas, a los cuales hay que mostrarles un camino para que encuentren el suyo», dijo.

Así también comparó su labor con la figura paterna y dijo ser muy exigente con sus alumnos. «Soy muy exigente con ellos, porque creo que es lo que se necesita hoy en día en el mundo; con la tecnología los niños tienen todo, creo que la vida no es así y el arte tampoco».

Sin embargo, más allá de la exigencia y la competencia de esta disciplina, dejó en claro que es importante hacer una salvedad respecto a los niños. «Hay que enseñarles que la competencia no es con el otro, sino con uno mismo, no hay que abandonar, ni bajar los brazos».

Actualmente ambos profesionales se encuentran dando clases presenciales en la provincia con alumnos con los que ya habían trabajado mediante la virtualidad.

«Teníamos mucho entusiasmo de venir a conocer a nuestros alumnos a quienes por un año les dimos clases virtuales, queríamos conocerlos personalmente», expresó Guerra.

En sintonía, Barroso remarcó que entablar una relación con los alumnos es fundamental para poder enseñar el arte y para que lo repliquen con sus pares «más allá de lo técnico nos gusta llegar desde otro lugar a los chicos, desde la condición humana» agregó.

En esta experiencia, los profesionales del ballet se mostraron sorprendidos por la participación y acompañamiento de los padres en cada clase. «Están muy pendientes y colaboraron mucho, están interesados en escuchar las cosas que le decimos a los chicos», dijo Barroso.

En cuanto al nivel de baile de los alumnos de la Tierra Colorada, destacaron que «Hay mucho potencial y se puede proyectar. Tenemos alumnos que ya están teniendo clases online en el Teatro Colón y que el año que viene se irán vivir a Buenos aires», expuso Barroso.

Respecto a su relación como pareja y colegas de trabajo ambos destacan la personalidad de cada uno.

«En general tenemos buen humor los dos, tenemos un carácter que cuando nos molesta algo lo hablamos», agregaron también que es una relación laboral y de amistad de años, que formó el vínculo. «Llegamos a ser pareja después de ser muy amigos», dijo Guerra.

 

La danza y la virtualidad

 

En un contexto complicado como lo fue el de la pandemia para todos los profesionales del arte, Maximiliano Guerra y Myriam Barroso lograron sortear las barreras del encierro y a través de las pantallas pudieron llegar a cada alumno desde su casa.

Sin embargo, ambos remarcaron la dificultad de las primeras clases virtuales, de algunos conceptos y movimientos característicos del baile. «Tuvimos que aprender mucho para poder clases presenciales, es diferente la enseñanza, no es lo mismo indicar posiciones de forma presencial que a través de la pantalla donde teníamos que transmitir y decirles que sientan un músculo en particular o una posición», sostuvo Guerra.

El segundo gran problema que sobrellevaron los profesores, fue el desfasaje que tienen las plataformas de audio y video.

«El aprendizaje mayor que tuve en las clases virtuales fue el delay porque para un bailarín el tiempo es primordial, la música la pones vos y el que está del otro lado está atrasado, pero nos fuimos acostumbrando», agregó Guerra.

 

Ser un profesional o hacerlo por diversión

 

Por último, ambos exbailarines remarcaron la diferencia entre buscar ser un profesional de alto rendimiento y hacerlo por diversión. «No hay un límite de edad para estudiar danzas, sí existe una edad para ser profesional ya que hay que prepararse, debido a que vas a tener exigencias durante muchos años», consideró Guerra.

Comparándolo con la figura de un futbolista, explicó cómo el cuerpo marca un límite para realizar esta disciplina: «El retiro de un bailarín puede estar entre los 40 y 50 años, todo va a depender del cuidado del cuerpo y la alimentación».

Por último, resaltaron las cualidades y beneficios que brinda la danza a cada persona: «Bailar es sanador, el cuerpo es nuestro instrumento y es lo que más placer nos da».

 

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