Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «El amor que sana, celebra la justicia»

“[El amor]… no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad” 1 Corintios 13:6. RVR. El amor que Dios anhela busca la bendición de los demás, se alegra con el progreso honesto del prójimo; produce gozo, esperanza y vida, y este es el amor perfecto que viene de Dios. Es el amor que sana a la persona y a la comunidad. Es amor que piensa en el bien de los demás y no el beneficio egoísta.


Por el contrario, el amor terrenal busca sus propios beneficios a cualquier costo y no importa la injusticia para lograr la ganancia anhelada.

Y hemos dicho que, si permanecemos en el amor de Dios, permaneceremos en Dios y Dios en nosotros. (1ª Juan 4:16).

Analicemos ahora la siguiente característica del amor perfecto: no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. La injusticia siempre se refiere a las acciones que perjudican a los demás. Únicamente cuando se actúe con justicia y se regocije en ella se podrá decir que se practica el amor perfecto.

¿Qué significa no gozarse de la injusticia? Es no apoyar la injusticia; tomar distancia de toda acción injusta, pues la injusticia siempre perjudicará y menospreciará de alguna manera los derechos del prójimo.

Contamos con innumerables ejemplos en la Biblia de personas que actuaron de manera justa, ya que la justicia es una de las características centrales de las personas que serán usadas como instrumentos en las manos de Dios.

Vemos el ejemplo de una persona justa, José, el marido de María: “José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.” Mateo 1:19 RVR

José, prometido de la virgen María, que se dio cuenta que estaba embarazada, y él no había tenido relaciones matrimoniales con ella. El no quiso actuar en venganza, ni con rencor, y como era un hombre justo no pretendía perjudicarla, por eso pensaba dejarla en secreto, o sea sin acusarla públicamente.

Pues vio que no solamente la mujer iba a ser difamada, sino que aun el niño que venía en camino seria perjudicado.

Esto es amor del más alto nivel, y este es el amor que impacta a Dios. Esta clase de amor superior, piensa en el perjuicio que va a recibir el prójimo, por mas que no lo conozca. La persona justa y la justicia del cielo, es tratar de pensar en los demás, aunque no los conozcamos.

La Biblia enseña también sobre la justicia aplicada a una Nación: “La justicia engrandece a la nación; Mas el pecado es afrenta de las naciones”. Proverbios 14:34 RVR

«No tuerzas el derecho; no hagas acepción (distinción) de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos». Deuteronomio 16:19 RVR

Los efectos negativos de aceptar un soborno se exponen claramente en este pasaje. El soborno pervierte la justicia. Es una influencia enceguecedora sobre la sabiduría y el discernimiento. Nubla la verdad y pervierte o tuerce las palabras de aquellos que pretenden ser justos a los ojos de Dios.

El ejemplo más atroz de un soborno en la Biblia son las 30 piezas de plata que Judas recibió para traicionar al Señor Jesús. Judas se dio cuenta que haber aceptado el soborno fue algo perverso. Cuando él intentó devolver el dinero a los sacerdotes y a los ancianos, estos evidenciando la religiosidad hipócrita, lo rechazaron, considerándolo lo que era, «precio de sangre» (Mateo 27:3-9). Primero presentaron falsos testigos, pagaron soborno a Judas, y después santificaron el asunto con la ley.

También en la Biblia podemos observar otros casos donde se hubo situaciones relacionadas con el soborno. Por ejemplo: Dalila fue sobornada para poder vencer a Sansón (Jueces 16:5). Amán sobornó al rey Asuero en un intento por destruir a los judíos en Persia (Esther 3:9). Félix dejó a Pablo en la cárcel, con la esperanza de recibir un soborno de parte de Pablo (Hechos 24:26). Así que siempre ha sido el soborno, una de las características de la injusticia de las autoridades en todos los tiempos.

Los soldados encargados de custodiar la tumba de Jesús, fueron sobornados por los principales sacerdotes y los ancianos para propagar una mentira acerca de la desaparición del cuerpo de Jesús (Mateo 28:12-15). En cada caso, aquellos que aceptaban los sobornos no les importaba nada; ni la verdad, ni la justicia.

En un país desarrollado, lo más probable es que haya un buen sistema controlador y una conciencia de moralidad donde los hombres honestos y trabajadores pueden alcanzar el éxito. Pero cuando la corrupción y la injusticia reinan en los países “en desarrollo”, nunca salen de ese estado y viven “en desarrollo”. Y todo se debe a la injusticia imperante. La injusticia es la corrupción y está estrechamente relacionada con la falta de prosperidad o estancamiento de una nación.

Tiene la injusticia también tremenda influencia en la vida individual. Si usted es egoísta y piensa que su prosperidad es todo lo que importa en la vida, no tendrá verdadera paz interior ni podrá amar a nadie. Terminará desechando a las personas en pos de sus objetivos. Por tanto, Dios nos enseña que amor verdadero es no compartir la injusticia sino gozarse con lo que es justo o sea con la verdad.

Cómo practicar el amor verdadero

No debemos quebrantar la ley ni hacer daño a los demás porque Dios es justo; Él no tiene injusticia en absoluto. Podemos quizá engañar a alguna persona, pero jamás podemos engañar a Dios.

Muchas veces los estados hacen injusticia a sus ciudadanos y exigen que estos practiquen la justicia. En Argentina se exige a los empresarios no tener a sus empleados en negro y el Estado es el mayor empleador en negro. Es difícil vivir sin mancharse, cuando la corrupción es quien reina en la nación, y todo el sistema está preparado para ello. No debemos hacer nada que sea perjudicial a los demás. Uno puede obtener riquezas de maneras que no son correctas y sin el esfuerzo del trabajo. Algunas personas buscan su propio beneficio sin importarles los demás, muchas personas en el mundo engañan a los demás con el propósito de obtener dinero injusto. Es todo lo contrario al amor puro.

Si el corazón está lleno de avaricia va a terminar aprovechándose de los demás valiéndose de las circunstancias.

Veamos la historia de Abraham. Cuando murió su amada esposa Sara, los hijos de Het, quienes poseían un campo donde él estaba, quisieron darle un lugar para que enterrara a su esposa, pero él quiso pagar el precio justo (Génesis 23). Abraham era un hombre honesto y no tenía ningún deseo de aprovecharse de las circunstancias, de forma gratuita, de ingresos no derivados del trabajo o de la maldad.

No estar obsesionados con las ganancias materiales, nos da autoridad espiritual; es sencillamente fe práctica y hace que Dios nos provea de manera sobrenatural.

Se sabe que Abraham era riquísimo, y esto el resentido social o la persona envidiosa, no lo puede entender, pero, independiente del poder adquisitivo del hijo de Dios, lo que Él juzgará, es lo justo o lo injusto que la persona ha sido con su prójimo.

Debemos andar por la misma senda. Lo que está bien está bien, de acuerdo a los mandamientos de Dios.

Si comprendiéramos su gran amor, no deberíamos gozarnos más en la injusticia. Él envió a su hijo Jesucristo para que muriera por amor, para que seamos personas más justas, así como Él es justo. Es la única manera de amar de corazón puro. La injusticia entonces desprecia la vida de los más vulnerables.

Como cristianos debemos abstenernos de la injusticia, el desenfreno, de la falsedad y nuestro corazón debe llenarse de bondad, amor y de la palabra de verdad que pertenece a Dios. Recordemos que la mentira y el engaño van de la mano de la injusticia. ¡Ante todo tened ferviente amor!

Finalmente, preste atención al hecho de que, amar y practicar la verdad van de la mano, y será llamado justo delante de Dios y los hombres.

Pastor Guillermo Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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