Reflexión del Pastor David Decena: «Evangelio (in) completo»

Los seres humanos no somos perfectos para acercarnos al Padre, Dios es tan misericordioso que hace lo que quiere, con quien quiere. Pero lo cierto es que el orgullo nos ha privado en muchas oportunidades de vivir el evangelio completo. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.

Una de las grandes tentaciones de muchos de nosotros fue tomar una parte de la vida cristiana y desechar el resto. Tomar algunos versículos de la Biblia, y desechar los que no encajaban con nuestras ideas preestablecidas.

La renuncia de todo individuo que rinde su vida a Jesús tiene el poder de deshacer las ideas pasajeras que ofrece este mundo. Somos transformados porque nuestra mente es renovada al rechazar lo que el sistema de este mundo nos ofrece. Esto mismo nos da acceso a la “voluntad de Dios”, que es “buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2 NVI).

Necesitamos despojarnos de todo lo que pensamos y de todo lo que creemos para acercarnos a Jesús a conocerlo. Él siempre rompe todos nuestros esquemas, permitiéndonos ver más allá de nuestras ideas.

En su tiempo, todos querían saber para dónde se inclinaría Jesús. Algunos decían que era un profeta, como los de antes, o que era el Mesías, pero en una versión de sacerdote-guerrero que libraría a Israel del yugo romano. Pero Jesús nunca buscó estar en los moldes en los que querían meterlo, sino que guío sus pasos por la voluntad del Padre.

Los seres humanos no somos perfectos para acercarnos al Padre. Dios es tan misericordioso, que hace lo que quiere, con quien quiere. Pero lo cierto es que el orgullo nos ha privado en muchas oportunidades de vivir el evangelio completo. Solemos encasillarnos en un formato, tomando algunos pasajes de base, y desechamos el resto. O en palabras de Jesús, diezmamos de “la menta, el anís y el comino”, pero descuidamos “los asuntos más importantes” de lo que nos fue enseñado. Cuando deberíamos “haber practicado esto sin descuidar aquello” (Mateo 23:23 NVI).

El orgullo nos impide ver nuestras limitaciones. Si tan solo pudiéramos ver a Jesús como nuestro modelo para vivir el evangelio, nos daríamos cuenta de cuán incompletos estamos en nuestra experiencia actual. Él es el estándar para la vida cristiana, y para contemplarlo en su plenitud necesitamos humillar nuestra mente sabelotodo. Hasta que no abracemos esta verdadera humildad, para mirar a Jesús sin el filtro de nuestro entendimiento y de nuestras experiencias pasadas, jamás experimentaremos lo nuevo que tiene el Espíritu para revelarnos.

¿Cómo es el evangelio completo?

A continuación, vemos cuatro verdades de la vida cristiana que deben contemplarse por completo.

1 – Somos salvos por gracia, pero nuestras acciones aún cuentan

Negar a esta altura que la salvación de nuestras vidas es gratuita, sería una locura. “Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios.” Efesios‬ ‭2:8‬ ‭NTV‬‬‬‬‬‬‬‬

Al creer en Jesús por medio de la fe, su gracia es derramada, y a través de ella somos salvos. Esto significa que no debemos hacer nada para ser salvos. No es por medio de nuestras acciones, sino de lo que Jesús ya logró en la cruz que tenemos acceso a la realidad del Reino.

Ahora, muchos confunden esta verdad para decir que el sacrificio de Jesús lo logró todo, y por lo tanto no tenemos que hacer nada. Nos muestra lo contrario: “Como pueden ver, la fe por sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones, está muerta y es inútil.” Santiago‬ ‭2:17‬ ‭NTV‬‬‬‬‬‬‬‬

La fe sin obras esté muerta, significa que la fe no es algo abstracto, sino que se evidencia en nuestras acciones. Aunque Jesús ya lo alcanzó todo, su ejemplo y logro a nivel espiritual es mi motor para una nueva vida, que se va a ver traducida en hechos concretos. En mi día a día mi vida de santidad hablará de cómo su gracia está operando en mí.

Aunque nuestras acciones no nos salvan, las mismas hablan de nuestra salvación. Si pensamos que Jesús lo hizo todo por nosotros para vivir como se nos antoje, no estamos entendiendo la gracia. Su gracia divina es la capacidad que nos da de alinear nuestro estilo de vida a su voluntad perfecta, para que reflejemos a nuestro Padre en todo lo que hacemos en la tierra.

 

2 – El poder es importante, pero también lo es el amor (y viceversa)

Cuando hablamos de “poder” hablamos de los dones del Espíritu Santo, que se evidenciaron en Jesús. Y cuando hablamos de “amor” nos referimos al carácter de Cristo que está a nuestra disposición. A lo largo de la historia de la iglesia muchos han hecho más énfasis en los dones que en el carácter, o más énfasis en el carácter que en los dones. Cuando uno va a la Biblia, que es nuestra guía, encuentra que en Jesús ambas cuestiones estuvieron presentes.

El Maestro caminaba en sanidad física, pero también tenía actitudes de amor. Fluía en profecía, pero también tenía dominio propio. Si en Jesús el poder y el amor estuvieron en perfecto equilibrio, también deberían crecer en nosotros. Por no hacerlo, muchos grandes hombres y mujeres de Dios cayeron por el camino, y la misma iglesia no pudo representar en la tierra correctamente a Jesús. “Empéñense en seguir el amor y ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía.” 1 Corintios‬ ‭14:1‬ ‭NVI‬‬‬‬‬‬‬‬

Este pasaje muestra a la perfección el equilibrio que ambas cuestiones deben tener en nosotros. Por un lado, necesitamos seguir creciendo en el carácter de Cristo. Y, para eso, nuestra mejor guía aparece en Gálatas 5:22 y 23, bajo el nombre de “fruto del Espíritu”. Es nuestra relación con el Espíritu Santo la que se evidencia a través de nuestra actitud hacia Dios, nosotros mismos y los demás. Por otro lado, es a través del mismo Espíritu que obtenemos los dones que ambicionamos. Pablo mismo lo describe en 1 Corintios 12:8 al 11. Es el mismo Espíritu el que da poder y amor, por lo tanto, busquemos crecer en ambos para mostrar a Jesús al mundo.

 

3 – La palabra revelada es nuestro fundamento, pero lo que el Espíritu habla hoy es imprescindible

Para muchos la única palabra de Dios es la Biblia, lo cual es obvio. Pero la Biblia sin el Espíritu Santo que inspiró la misma, no tiene sentido. La palabra de Dios revelada no puede reemplazar las palabras que el Espíritu quiere hablarnos hoy.

Si presento ambas partes separadas es porque muchas personas solo toman una de las dos. Pero Jesús jamás separó la palabra del Espíritu. “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia,” (2 Timoteo‬ ‭3:16‬ ‭NVI) ‬‬‬‬‬‬‬‬

Acá vemos que la Escritura fue inspirada por Dios para que seamos instruidos en la vida cristiana. Pero eso no quita que nos fue dado el Espíritu Santo para que seamos guiados a toda verdad (Juan 16:13). Y es el mismo Espíritu el que nos revela la palabra escrita de Dios para que tengamos luz espiritual.

Necesitamos la palabra de Dios porque sin ella estamos muertos espiritualmente. Porque “no solo de pan vivirá el hombre, sino por toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:3). La palabra de Dios nos trae revelación, y esa revelación es la que provoca una transformación en nuestra vida.

Dos cuestiones prácticas: crezcamos en la meditación en las Escrituras, diariamente podemos pedirle al Espíritu que nos revele la palabra escrita. Pero, también, pidámosle que nos hable en nuestro día a día en toda circunstancia, y de la manera que quiera. Eso le dará libertad para sorprendernos en todo momento.

 

4 – Dios es amor, pero también es fuego consumidor

La definición que Juan da de Dios no brinda lugar a dudas: Él es amor (1 Juan 4:8). Esto significa que a Dios lo moviliza un amor sin límites por la humanidad, que se evidenció en Jesús, tanto en su ejemplo como en su sacrificio (Juan 3:16). Este amor que se evidenció en Jesús habla de un fundamento de todo cristiano: saber que Dios es bueno, y que es grande en misericordia.

Ahora, el problema es que muchos toman la verdad de que Dios es amor como un justificativo para vivir sus vidas a su manera. Pero el amor de Dios se manifestó en que nos dio una salida a través de Cristo Jesús para que nuestra vida cambie, y no terminemos pereciendo. Porque la realidad de que “Dios es amor” no quita que “Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:29). La verdad de que Jesús caminó sobre la tierra “sanando a todos y haciendo bienes” (Hechos 10:38), no quita que un día regresará y “juzgará a los vivos y a los muertos” (2 Timoteo 4:1).

En otras palabras, que hoy estemos viviendo el amor de Dios no debería hacernos jugar con su bondad. Nada puede cambiar que su naturaleza es buena, pero también en Él está la potestad de hacer justicia, y todo un día daremos cuenta ante su presencia por la vida que decidimos llevar.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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