El maltrato a las personas adultas mayores quedó expuesto en la pandemia, según estudio de la Cruz Roja Argentina

Siete de cada diez personas adultas mayores perciben que la pandemia representó un impacto negativo en sus vidas, de acuerdo con las conclusiones de una encuesta realizada por el Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina.

El informe de la Cruz Roja Argentina muestra que existe un índice de bienestar general intermedio bajo entre las personas adultas mayores, con diferencias según nivel socioeconómico, edad o lugar de residencia, entre otros aspectos.

 

La investigación comprende una muestra de 1.787 casos, desplegados en 20 provincias del país, y forma parte de un programa integral a través del cual el Observatorio Humanitario busca detectar cuáles fueron los efectos de la pandemia en diversos grupos sociales. En meses previos, se publicaron informes enfocados en niñez y juventud. En esta ocasión, el trabajo se centra en personas mayores de 65 años, a lo largo del territorio nacional.

 

El 73% de la población relevada es identificada como un segmento que sufrió algún nivel de impacto en el aspecto físico, emocional, social o de salud causado por la pandemia.

 

“El estudio no nos sorprendió, pero nos permitió detectar algunas posibles áreas de acción” señaló Rodrigo Cuba, Subsecretario de Desarrollo Humano de Cruz Roja Argentina. “Existe una correlación entre el estado general de salud y el nivel socioeconómico: el primero es evaluado de mejor manera entre los niveles medios y altos. A su vez, tener hijos y vivir fuera del Área Metropolitana condicionan positivamente la salud de las personas encuestadas”.

 

A partir de las respuestas obtenidas, el Observatorio elaboró un Índice de Bienestar de Adultos Mayores (IBAM), en función del nivel de satisfacción individual en cinco áreas clave de la vida cotidiana: Alimentación; Afecto y Cariño; Salud; Economía; y Recreación.

 

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Para el caso argentino, el índice IBAM promedio resulta de 5,2 en una escala del 1 al 10 (donde el 1 representa el nivel más bajo de bienestar y el 10, el más alto). Este dato desciende a medida que aumenta la edad de los encuestados y es menor en regiones como el AMBA (4,9). En tanto, aumenta en la Patagonia (6,4) y mejora en el caso de las personas que tienen hijos (5,4) frente a las que no los tienen (4,6).

 

Una de las áreas que las personas adultas mayores vieron más alteradas es la recreación, un 56% declara que está poco o nada satisfecho con su situación en este sentido. Esto coincide con otros descubrimientos específicos, mientras que un 72% de los encuestados solía encontrarse con amigos de manera presencial o virtual antes de la pandemia, este porcentaje bajó al 33% en la actualidad.

 

Por otro lado, un 44% realiza menos actividad física que antes y también cayó el porcentaje de los que hacen actividades artísticas (de un 30% a un 12% en la actualidad).

 

La irrupción de la pandemia generó además un mayor consumo de tranquilizantes, ansiolíticos y sedantes (la proporción subió de 28% a 37%). La irrupción de la pandemia generó un mayor consumo de tranquilizantes, ansiolíticos o sedantes. El aumento del consumo se dio especialmente entre las mujeres y los adultos menores de 75 años.

 

Además, generó una disminución de la actividad física dentro de este segmento, una menor realización de actividades recreativas y de encuentros sociales (aún siendo estos de manera virtual).

 

Otro dato llamativo es el trato social que reciben los mayores: un 37% de los encuestados dijo haberse sentido maltratado durante los últimos años en al menos un lugar por ser adulto mayor. En especial, en oficinas públicas (23%) y en consultorios, hospitales o clínicas (19%).

 

“Un índice IBAM de 5.2 representa una posición intermedia baja. El estudio muestra con claridad que muchos de nuestros adultos mayores necesitan encontrar el modo de recuperar sus lazos sociales y sus salidas cotidianas en la medida de lo posible. Por supuesto, se debe reforzar el apoyo en aquellos que pertenecen a estratos sociales más bajos, con insatisfacción de sus necesidades básicas. También es necesario revisar el trato que muchas veces tenemos hacia ellos como sociedad, con la idea de ayudarlos a superar las dificultades que pudieron haber atravesado en estos tiempos tan especiales”, destacó Cuba.

 

 

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